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Ulana Khomyuk nunca existió, pero las científicas que frenaron el desastre de Chernóbil sí

La física nuclear interpretada por Emily Watson en la aclamada ficción de HBO homenajea al numeroso grupo de mujeres que participaron de forma decisiva en los días posteriores a la catástrofe.

La actriz británica interpreta a Ulana Khomyuk en la celebrada ficción.
La actriz británica interpreta a Ulana Khomyuk en la celebrada ficción.HBO (Sky UK Ltd/HBO)

Con la emisión este martes de su quinto episodio, titulado Vichnaya Pamyat, el fenómeno televisivo del último mes (sí, así de frenético es ahora el sector del entretenimiento) dice adiós en lo más alto del olimpo catódico. Tras el controvertido amarre de su buque insignia, Juego de Tronos, HBO se ha encontrado con un inesperado éxito de crítica y público en esta coproducción con la cadena británica Sky, logrando perpetuar al menos durante unas semanas más su posición como producto de pago obligado para el buen seriéfilo. Todos aquellos que iban a saltar del barco tras el final de las intrigas de los Stark y los Targaryen y todos aquellos que buscaban huir de la desaforada pasión que despertaba dicha serie se han reencontrado en Chernobyl, una recreación hiperrealista de los catastróficos sucesos que siguieron a la explosión de la central nuclear en la madrugada del 26 de abril de 1986. No sabemos si por un sentimiento de despecho generalizado tras la última tanda de capítulos de Juego de Tronos o por puro merecimiento, lo cierto es que el público ha aupado a la ficción del showrunner Craig Mazin al primer puesto en la lista de series mejor valoradas de la historia en la web especializada IMDB, por delante de incunables como Breaking Bad, The Wire o Los Soprano.

La unanimidad en cuanto a las virtudes de la serie ha multiplicado la curiosidad en todo lo relacionado con los hechos sucedidos en la ciudad de Prípiat y con las consecuencias políticas, sociales y económicas que tuvo el accidente. El interés del espectador se dirige especialmente hacia la verdadera existencia e involucración de sus protagonistas: el científico Valeri Legásov (Jared Harris), el político Boris Shcherbina (Stellan Skarsgård), la esposa de un bombero llamada Lyudmilla (Jessie Buckley) o la física nuclear Ulana Khomyuk (Emily Watson). De todos estos, solo el personaje interpretado por Watson es una licencia dramática de los guionistas. Pero la relevancia del combativo y desafiante rol de Khomyuk en Chernobyl no una cesión gratuita para que la ficción aprobara los venideros Test de Bechdel, sino un necesario homenaje a todas las mujeres que tuvieron un papel esencial en esclarecer lo sucedido antes y después de la explosión escuchada a la 1 y 23 de la madrugada. Unos nombres borrados de la historia por la tan orgullosa como avergonzada maquinaria de propaganda soviética.

El personaje de Khomyuk es una amalgama de diferentes científicos que fueron decisivos en esclarecer los hechos de Chernóbil.
El personaje de Khomyuk es una amalgama de diferentes científicos que fueron decisivos en esclarecer los hechos de Chernóbil.HBO

Ella representa a todas estas científicas que dieron un paso y arriesgaron mucho para luchar contra el sistema. No solo contra el gubernamental, sino también contra el científico, que tanto fuera como dentro de sí mismo era dirigido por un cierto patriarcado y estaba muy interesado en protegerse de sus propios errores”, declaró el creador de la serie Craig Mazin en un podcast de la revista Variety. Esta amalgama de historias ha dado vida a Khomyuk, una trabajadora del Instituto de Energía Nuclear de Bielorrusia que hace su aparición en el segundo capítulo de Chernobyl, llegando a Prípiat incluso antes de que el desastre fuera anunciado públicamente. Con su trabajo para limitar los daños colaterales del accidente e investigar las causas del mismo llega a conseguir un asiento en la mesa del comité de crisis del gobierno de Gorbachov, compuesta hasta entonces solo por varones.

A pesar de que la esfera política de la Unión Soviética en aquel tiempo era exclusivamente patriarcal, las mujeres ocupaban un alto porcentaje de puestos de trabajo en el área científica, sobre todo en la médica. Tras la Segunda Guerra Mundial, el número de mujeres investigadoras en el país pasó de 59.000 en 1950 a 500.000 en 1974. La osadía demostrada por Ulana y su lucha contra el techo de cristal podría hacernos caer en la tentación de convertirla en un icono feminista de nuevo cuño pero, como sostiene su propia intérprete, estaríamos alejándonos de la realidad de la época. “No existe ese sentido de ser una mujer intentando triunfar en un mundo de hombres. Ella solo es una científica que trata de hacer su trabajo”, afirma Watson en Refinery 29, calificando de “verdadera ninja” a su alter ego en la ficción. “Ulana decidió que tiraría por la ventana cualquier precaución y que sacrificaría todo para que se contara la verdad. Ahí fue cuando me enamoré por completo del papel”.

«Ella representa a todas estas científicas que dieron un paso y arriesgaron mucho para luchar contra el sistema», afirma el creador de la serie.
«Ella representa a todas estas científicas que dieron un paso y arriesgaron mucho para luchar contra el sistema», afirma el creador de la serie.HBO

La actriz londinense, nominada a dos premios Oscar y que, intuimos, deberá hacer hueco en el salón para algún Emmy o Globo de Oro, creó incluso un pasado a Khomyuk para preparar su interpretación a pesar de que la situación personal de la científica no está presente en la trama dramática. “Habría sido una niña durante la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia, uno de los peores sitios del planeta en los que residir en el siglo XX. Crecería en un entorno de extraordinaria brutalidad, siendo testiga de hechos terribles. Habría desarrollado una mentalidad de ‘no confiar en nadie’”. Quizá solo en un contexto semejante pueda entenderse la determinación y la valentía desplegadas por este reflejo de las científicas soviéticas de los 80, que no titubea al enfrentarse al poderoso e intimidante aparato de (des)información soviético y desvelar al mundo la verdad de lo sucedido en aquella central nuclear.

Pese a que periodistas como Henry Fountain (The New York Times) aseguran que las acciones de este personaje “fuerzan la credulidad” del espectador en demasía, a tenor de los halagos recibidos por la ficticia física nuclear parece que no ha requerido de varias temporadas para convertirse en una favorita de la fanaticada seriéfila. Mientras algunos tuiteros se apuntan a la moda de las teorías locas y aspiran a ver a Ulana Khomyuk como zarina de Rusia (el trono de hierro soviético), otros expertos como Caitlin Gallagher en Bustle resaltan la importancia de visibilizar este tipo de roles en televisión. “Aunque no existiera en la vida real, representa a todas esas mujeres en el terreno científico que han tenido que romper las barreras de género en la búsqueda del conocimiento y la verdad”. Inventadas o no, cuantas más mejor.

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