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¿Puede un buen colchón eliminar arrugas?

Pasamos ocho horas durmiendo. Elegir bien el colchón y el somier mejora la capacidad de regeneración de la piel y las articulaciones, nos aísla de compañeros inquietos y evita noches muy calurosas.

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El cuerpo humano aprovecha el ‘parón’ del sueño para que el cerebro organice o descarte la información recibida durante el día y la piel y las articulaciones activen su regeneración celular. Por eso, las cremas antiarrugas funcionan mejor de noche que de día. Pero un descanso reparador exige un buen colchón. De calidad y no muy viejuno. Los españoles lo cambiamos aproximadamente cada 9 años, según datos de Ikea. Y hacemos bien, porque un colchón no debería nunca superar la década de vida. Por dos razones: a) con el tiempo acumulan una enorme fauna de ácaros  y b) se deforman y pueden provocar dolor de espalda o un sueño no lo suficientemente reparador.

Piénsalo: pasas ocho horas al día tumbada sobre su superficie. Unas veces durmiendo y otras haciendo otro tipo de actividades más o menos enérgicas. 365 días al año. Año tras año. Es normal que se deteriore. En otras ocasiones la compra del colchón responde a la deseada emancipación. Casa nueva, cama nueva.  Los expertos en descanso insisten en que no puede hablarse de que un tipo de colchón sea mejor que otro, sino de que cada persona tiene una anatomía y una forma de dormir diferentes. No es ninguna tontería plantearse cómo pasas la noche antes de decantarte por un compañero horizontal de sueños. Tampoco hay que obsesionarse con la dureza: uno demasiado rígido o demasiado blando puede forzar una curvatura no deseada en la espina dorsal. Es mejor fijarse en la firmeza tomando como referencia nuestro propio peso. Si una vez adaptado al cuerpo, el colchón no modifica su forma y parece cómodo, es el adecuado.

Tanto el colchón como la decoración del dormitorio deben adaptarse a nuestro gusto.
Tanto el colchón como la decoración del dormitorio deben adaptarse a nuestro gusto.

Tanto el colchón como la decoración del dormitorio deben adaptarse a nuestro gusto.

Con la teoría aprendida queda la parte más complicada: la compra. Si para probar unos zapatos de tacón te das un micropaseo por la tienda, para saber si un colchón te sirve o no, tienes que tumbarte. Sin timidez. Con ganas. A pierna suelta. ¿Duermes en pareja? Acostaos juntos en la tienda. Dad vueltas. Que se levante uno y luego y el otro para comprobar que no se desnivela cuando el contrario se va. Chequea también si es adecuado para tu columna vertebral. De espaldas, pasa la mano entre la zona lumbar y el colchón. Si hay demasiada holgura, el colchón puede ser demasiado rígido para tus características. Aún así, tardarás un mes en pillarle el truco a tu nuevo colchón. ¿Y si, después de algunos meses no terminas de sentirte cómoda? Va a ser una relación larga así que mejor cortar por lo sano. Pero mientras que en la mayoría de comercios los cambios y devoluciones no suelen ir más allá de un mes, algunos como IKEA alargan hasta un año el tiempo para cambiarlo. Y con una garantía de 25 años por si surgiera algún deterioro imprevisto.

Es fundamentar elegir el colchón que más se adapte a nuestra anatomía y forma de dormir
Es fundamentar elegir el colchón que más se adapte a nuestra anatomía y forma de dormir

Es fundamentar elegir el colchón que más se adapte a nuestra anatomía y forma de dormir

En el mercado se encuentran fundamentalmente tres tipos de colchones: de muelles, de látex y de viscoelástica. Los de muelles son excelentes para aquellos que siempre tienen calor bajo las sábanas. Los de viscoelástica (ese material desarrollado para acurrucar a los astronautas porque se amolda al cuerpo) son perfectos para los frioleros o para deportistas, ya que ayudan a aliviar la tensión muscular. ¿Tu pareja tiene el sueño inquieto (vamos, es de esos que no para de agitarse en toda la noche)? Esta es la opción ideal por su capacidad de absorber las vibraciones. Aunque aquí queda otra opción: anexar dos colchones individuales y que cada dormilón lo adapte a sus necesidades. Por último, los colchones de látex de IKEA permiten que el aire circule con facilidad por lo que no resultan asfixiantes mientras dormimos.

Quedan dos cuestiones: el precio y el tamaño. El colchón no será la pieza más económica del hogar, pero tampoco ha de ser un lujo inaccesible. El gigante sueco fabrica anualmente 325.000 colchones para su distribución a nivel mundial. Una enorme producción que, unido a su política de reducción de costes en embalaje, almacenaje y transporte, les permite ajustar precios haciéndolos realmente competitivos sin afectar a la calidad. Algunos de sus modelos está entre los mejor valorados del mercado.

Pero como España es diferente, también lo somos con las camas. Las nuestras son ligeramente más pequeñas. El fabricante sueco desembarcó en nuestro país con colchones de medidas europeas, pero desde 2007 ya ofrece tanto las medidas estándar españolas como las europeas. Con una amplia variedad de modelos y materiales y a precios muy competitivos. Para que la elección del colchón no nos quite el sueño.

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