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Vuelve Maggie O’Connell, el personaje más intrépido y feminista de ‘Doctor en Alaska’

La serie de culto vuelve a la pequeña pantalla gracias al Filmin y Enfamilia, de AMC Networks. Janine Turner encarnó a su protagonista femenina, una piloto de avioneta con la que la actriz tiene poco que ver: es una mujer conservadora y cristiana que apoya al ala más conservadora del Partido Republicano.

A finales de 2022, Filmin anunció que había conseguido lo que parecía imposible: incorporar la serie Doctor en Alaska a su catálogo. Sus fans, que son muchos y muy entusiastas, podrán volver a Cicely el 7 de febrero, después de una larga espera. Además, la serie también se puede ver en el canal Enfamilia, de AMC Networks.

Las plataformas de streaming añadían títulos clásicos –Friends, Seinfeld o Urgencias, por ejemplo– sin parar mientras que las vivencias del doctor Joel Fleischman parecían destinadas al ostracismo. El problema parecía venir del alto precio de los derechos de su banda sonora, al menos según las especulaciones del fandom en foros interneteros, pero fuese lo que fuese ya se ha solucionado. La noticia fue como un regalo adelantado de Navidad.

En Cicely, que como todo el mundo que haya visto la serie sabrá que no solo es un sitio sino un estado mental, reside una comunidad de personajes peculiares que dejan descolocado al protagonista inicial. El doctor Joel Fleischman (Rob Morrow) aparece en esa pequeña localidad de Alaska para ejercer, muy a su pesar, durante cuatro años para terminar de pagar la deuda contraída por un préstamo estudiantil. Por supuesto, aunque en un principio ese pijo neoyorquino odia su situación, poco a poco va acostumbrándose a la vida del pueblo gracias a las relaciones que va estableciendo con sus vecinos.

Uno de los personajes clave de la trama es el de Maggie O’Connell (Janine Turner), la piloto de avioneta que además es su casera y con la que desde el principio tendrá una relación cargada de tensión sexual. Los diálogos entre ambos –herederos de los de Katharine Hepburn y Spencer Tracy– son una parte muy importante del encanto de la serie. Ainhoa Marzol, comunicadora cultural y autora de la newsletter Gárgola Digital, está convencida de que “los seguidores de Doctor en Alaska se enamoran de Maggie desde la primera escena. El doctor Joel Fleischman acaba de llegar a este pueblo en el que todo el mundo parece estar un poco loco a su manera y en medio de ello aparece esta chica guapísima, listísima y con muchísima mala leche”.

Los peculiares habitantes de Cicely, con Maggie O’Connell en el medio.
Los peculiares habitantes de Cicely, con Maggie O’Connell en el medio.Cordon Press

Además, otro de los encantos del personaje es que “es ligeramente más sensata que Joel –solo cegada a veces por sus ganas de darle la contraria a este–. Es también más progresista y mejor adaptada que el doctor neoyorquino, a quien le achaca una y otra vez sentirse superior al resto de habitantes, pero tiene sus fallos de carácter que la hacen imperfecta, humana y más fácil de querer por el público”, señala Marzol.

María López, socióloga y fan acérrima de Doctor en Alaska, apunta que el de Maggie “es un personaje que está tan bien construido que podría tener una serie solo para ella». Para ella, queda claro por qué es uno de los personajes con más fuerza: «Nos gusta porque es diferente y Fleishmann la minusvalora completamente desde el principio: duda de que sea piloto, que sepa arreglar un grifo, que viva de su negocio, que tenga un novio, que sea una mujer con estudios que viene de una familia bien”. Además, añade: “Otro aspecto muy atractivo en O’Connell es que es una ciudadana muy activa, muy involucrada en la comunidad, dice lo que piensa, es política (ecologista) pero generosa y amable (menos con él). Es una mujer fuerte pero también sensible, lo cual hace que le cojas mucho cariño, especialmente cuando las cosas no le van bien”.

Si se tienen en cuenta todas sus características, el personaje interpretado por Janine Turner podría definirse como feminista, pero las ficciones no siempre envejecen bien (la serie se emitió entre 1990 y 1995) y lo que en un momento parecía claro en la actualidad puede no estarlo tanto. ¿Puede seguir siendo un referente feminista? “Con todas las letras. Maggie está diseñada para ser lo que vendría a ser el ideal feminista de los noventa. Vamos, es que hasta hay claras reminiscencias a Amelia Earhart en ella”, comenta Marzol. “Tiene frecuentes monólogos (normalmente cabreada) sobre feminismo, y aprovecha cualquier mínima interacción con Joel para recalcarle actitudes machistas que está teniendo (sean reales o malinterpretadas a conciencia por sus ganas de enfadarse con él). Su relación con las demás mujeres del pueblo es ejemplar y a pesar de que su rol en la serie es de interés romántico de Joel, muchos capítulos está teniendo sus propios hilos argumentales que no le implican a él”.

López hace hincapié en el vínculo del Maggie con el resto de vecinas de la comunidad como una muestra su carácter feminista, más allá de su independencia tanto económica como personal: “Fomenta muchísimo la sororidad. Ve claramente al enemigo: el machirulo (que es un collage de actitudes que aparece en la serie en varios personajes y situaciones) pretencioso y avaro que la desprecia porque quiere ser igual a los hombres, libre e independiente. Ella ayuda a extender una vision igualitaria a otras mujeres, quiere lo mismo para todas, lo cual la hace una feminista total”.

Janine vs. Maggie

Atribuir la personalidad de un personaje a quien lo interpreta es un error muy habitual, como en este caso. Quién iba a pensar que esa joven de pelo tan corto, tan atrevida y tan rebelde está interpretada por una mujer conservadora y cristiana que se dedica a proclamar la palabra de Dios y a pedir el voto para el ala más conservadora del Partido Republicano a través de todos los medios que tiene a su alcance (que son muchos). Janine solo comparte con Maggie la vitalidad y durante un tiempo el estilo capilar, aunque cuando se retiró de los escenarios poco después de la serie (por la que estuvo nominada a un Emmy en 1993 y a tres Globos de Oro), ni siquiera eso.

Antes de conseguir el papel de Maggie O’Connel, la actriz había aparecido en series como Dallas y Hospital General y películas como Magnolias de acero. En 1993, durante el rodaje de Doctor en Alaska, protagonizó junto a Sylvester Stallone la película Cliffhanger, pero el éxito la dejó agotada y se retiró a su rancho de Dallas. El estado de su vida sentimental tampoco la ayudó: a finales de los años ochenta estuvo prometida con Alec Baldwin aunque nunca llegaron a casarse (siempre ha tenido buenas palabras para él), mantuvo otra relación fallida con el bailarín ruso Mikhail Baryshnikov (sí, el que sale en Sexo en Nueva York) y durante el rodaje de la película mantuvo una relación con Stallone. Pero en una entrevista en Movieline en 1997 aseguró que no se trató de nada serio: “Eso fue solo algo casual, solo salimos unas cuantas veces”. Ese mismo año tuvo a su hija Juliette Turner-Jones con Jerry Jones Jr., hijo de Jerry Jones, dueño de los Dallas Cowboys, aunque ella siempre se ha declarado madre soltera, ya que se separaron en el año 2000.

Después de esa pausa de cuatro años, Turner volvió al cine con la película Leave It to Beaver (1997), basada en la serie homónima, y durante la primera década de los 2000 participó en otros títulos de bajo presupuesto como The Night of the White Pants (2006) y en varios episodios del programa Friday Night Lights de la NBC (2008). Pero al mismo tiempo comenzó a diversificar sus actividades y se convirtió en escritora con libros como Holding Her Head High: Inspiration from 12 Single Mothers Who Championed Their Children and Changed History; A Little Bit Vulnerable: On Hollywood, God, Sobriety and Politics y Wisdom for Each Day–Inherited from my Great Grandfather. Además, produjo y protagonizó el DVD de yoga cristiano Christoga; tuvo su propio programa de radio The Janine Turner Show y grabó un disco con su hija titulado Mockingbird Hill. Todos estos trabajos están relacionados con la religión, al igual que el podcast que produce y protagoniza actualmente, Janine Turner’s God on the Go Minute, en el que plantea cuestiones como “la manera de reconciliar la ciencia con las ideas religiosas” (su respuesta es que Dios lo creó todo, incluida la ciencia).

A toda esa producción de contenidos se le une la fundación llamada Constituting America, que comenzó con su hija en 2010. Según ella misma, se trata de “la única organización no partidista” creada para “inspirar a estudiantes y adultos a aprender sobre la Constitución de los Estados Unidos”. Sin embargo, ella no puede declararse neutral en materia de política de ninguna de las maneras. No solo ha contribuido económicamente a impulsar campañas electorales de candidatos republicanos, sino que fue una de las famosas que más apoyaron a Sarah Palin en su carrera a la Casa Blanca en 2008, con la que se identificaba al respecto del «feminismo conservador» que abanderaba la aspirante a la vicepresidencia. Tampoco ha dudado en defender a Donald Trump en medios como la cadena de televisión Fox, alegando que las medidas del expresidente en realidad eran buenas para las mujeres. Con una amplia sonrisa y sin despeinarse.

Actualmente, Janine se dedica a disfrutar de su vida en el rancho, de impulsar su fundación y a actualizar sus redes sociales, donde es muy activa. En 2021, dejó de publicar imágenes con mensajes religiosos y comenzó a subir fotos de su vida cotidiana con un tono más desenfadado con el claro objetivo de cambiar su imagen pública para volver al espectáculo. El pasado 10 de junio de 2022 se estrenó en Broadway Belva, un musical escrito y producido por ella misma y basado en Belva Lockwood, la primera mujer en presentarse de manera oficial a la Presidencia de los Estados Unidos. A nadie le extrañaría que, en algún momento, Turner decidiese seguir sus pasos.

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