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‘Querían brazos y llegamos personas’: una radionovela desde el corazón del trabajo doméstico

«Politizar las ollas, las calles y los delantales». Ese es uno de los tantos lemas movilizadores del colectivo Territorio Doméstico. Esta vez nos invitan a adentrarnos en el corazón de su lucha a través de sus voces, sus sonidos cotidianos y su creatividad, de la mano de Pandora Mirabilia y Susana Jiménez Carmona. Que se pare el mundo, que comienza su radionovela.

COVERPOD
Getty Images / S MODA

Julio de 2020. Plaza de Lavapiés. Las compañeras del colectivo Territorio Doméstico se reencuentran después del confinamiento con la artista sonora Susana Jiménez Carmona y con Irene G. Rubio, de la cooperativa de género y comunicación Pandora Mirabilia, responsables todas de la creación y producción de la radionovela Querían brazos y llegamos personas, una ficción sonora cocinada a fuego lento durante este año convulso. Todo es emoción contenida y cautela, hay que aprender a acuerparse en tiempos pandémicos. Acuerparse, uno de los términos señeros acuñados por Territorio Doméstico, colectivo de trabajadoras de hogar y cuidadoras nacido en 2006 para reivindicar sus mermados derechos y sus invisibilizadas vivencias. Un espacio de lucha, de autocuidado, de acompañamiento de mujeres de distintos países y autóctonas, un faro en lo que a imaginación política se refiere. Conocidas son sus acciones creativas como la Pasarela Precaria o la producción de su disco Porque sin nosotras no se mueve el mundo, ahora nos sorprenden con las aventuras sonoras de Amalia, Quisqueya y Yuritsi, los tres personajes protagonistas de este viaje sensorial a través de sus recorridos vitales, desde la salida de sus respectivos países hasta el encuentro con la asamblea de Territorio, donde descubrirán que no están solas, que pueden organizarse. Despegamos…

El proceso creativo comenzó en enero de este mismo año y se vio alterado, aunque no truncado, por el confinamiento. Si de algo saben ‘Las Terri’ es de sortear creativamente dificultades. “Muchas compañeras no tenían conexión, ordenador o siquiera el tiempo y el espacio propios necesarios para poder dedicarlo al proyecto”, nos cuenta Irene G. Rubio, de Pandora Mirabilia, y responsable de guion junto a Territorio Doméstico. Pero también esta vez encontraron el modo de cuidarse y comunicarse. Y lo hicieron mediante el intercambio de voces y sonidos cotidianos a través de notas de audio, lo que dio lugar a mucho material para la edición final del guion y el montaje sonoro. Aquí fue crucial el trabajo de Susana Jiménez Carmona (“de hormiguita”, como dice Constanza, una de las participantes), responsable del espacio sonoro de la radionovela. “Aunque para mí es más una radiorrealidad, porque refleja lo que nosotras somos y hacemos”, confiesa Constanza. Constanza Cisneros, otra de las encargadas del guión y parte de Territorio Doméstico, salió de Ecuador hace 18 años, donde trabajaba como profesora, para recalar en España como interna. “Es un trabajo muy sometedor, y desde el primer día me sentí acogida en Territorio, segura y con fuerza para reclamar mis derechos. Es un espacio, y no me gusta mucho decir esta palabra porque está un poco trillada y manoseada, de empoderamiento, donde además de compartir saberes, nos cuidamos”.

Precisamente ese momento de acogida de las tres protagonistas de la radionovela es el que refleja el último episodio que han quedado para grabar en este día de reencuentro. Pero también hay muchas ganas de compartir lo que la crisis de la covid-19 y el confinamiento han supuesto para las trabajadoras domésticas y en concreto para las internas: “Muchas han perdido su trabajo, las que trabajaban de internas han visto cómo su encierro se intensificaba y se veían obligadas a trabajar horas de más sin remuneración, etc. Gracias a la lucha de colectivos como Territorio Doméstico han conseguido arrancar al gobierno un subsidio”, continúa Irene. Un subsidio que a día de hoy muy pocas, por no decir ninguna, han podido cobrar.

Gracias a los sonidos y las voces de la radionovela transitamos por las casillas del tablero de la oca al que toda trabajadora doméstica migrante se ha enfrentado: la toma de decisión, la comunicación a la familia, aeropuertos y controles de llegada, los prejuicios, los tópicos, la decepción ante las condiciones de alegalidad con jornadas maratonianas y sueldos de miseria (una media de 500 € es lo que cobra una interna sin papeles en España), la carga mental de ser sostén familiar en la distancia y desde un locutorio o un móvil, el laberinto kafkiano de la búsqueda de papeles, la soledad, la vulnerabilidad de vivir sin derecho a sanidad, la sensación de estar encerrada, de no estar viviendo tu propia vida, la nostalgia por el tipo de vida anterior… Para la creación del guion hicieron talleres de escritura creativa, los domingos, claro, únicos días libres de muchas de ellas. Como nos cuenta Irene: “El proceso de escritura partió de las experiencias autobiográficas de las participantes. Comenzamos compartiendo recuerdos, desde el momento en que toman la decisión de emigrar al viaje a España, los primeros momentos aquí, su experiencia en el trabajo doméstico. Escribieron ‘me acuerdos’, siguiendo el texto de Joe Brainard”. Hasta el último capítulo, que actúa entonces como una suerte de catarsis: el despertar a la lucha, el fin de la soledad. Frente a los horizontes de ser esclava, un espectro o un robot: organización. Y alegría compartida.

El equipo detrás del proyecto.
El equipo detrás del proyecto.

El poder del audio y de la producción de podcast se nos revela aquí como una herramienta potentísima para que esos cuerpos y vidas que, como diría Judith Butler, se nos hace creer que son de segunda, que no importan, tomen la voz y escriban su propia historia. En palabras de Susana: “Una voz que te cuenta una experiencia en primera persona tiene una potencia afectiva enorme, te toca. La voz como cuerpo a cuerpo. Las palabras son campos de batalla, poder decir lo que se quiere decir, encontrar las maneras de hacerlo, poder contarse y que no te cuenten otros, que esas palabras se oigan. Aquí hay muchísima política”. Además, para Constanza había un factor fundamental para apostar por la ficción sonora: “Para poder escuchar no necesitas estar mirando, puedes estar trabajando a la vez que escuchas. Esta radionovela puede hacer que muchas nuevas compañeras se den cuenta de que no están solas, que somos muchas y que estamos dispuestas a luchar por todas, pues cuantas más somos, más grande es la rebeldía”.

Con guiños a Lucia Berlin, cada capítulo termina con un consejo para trabajadoras domésticas. “Trabajamos con el relato Manual para mujeres de la limpieza, que a pesar de estar escrito hace unos 50 años y suceder en EE UU tenía muchos elementos que les resonaron y con los que se identificaron. De él ‘copiamos’ la idea de incluir un consejo para mujeres de la limpieza al final de cada capítulo”, nos desvela Irene. Solo añadiría entonces otro consejo, casi advertencia, para oyentes de este podcast: no seréis las mismas después de escuchar esta radionovela. Y más de una mascarilla acabará empapada en lágrimas de emociones contrapuestas. O como desea Constanza: “Que esta radiorrealidad nos toque a todas independientemente de la situación económica o social en la que estemos. Con todo lo que está pasando, nos hemos dado cuenta que la vida puede cambiar de un instante a otro. Esa es la idea: que nos dejemos tocar por estas historias y que nos agrupemos, que nos reunamos, porque juntas somos más fuertes”. Dejaos tocar.

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