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Por qué nuestra visión del sexo ha evolucionado tan poco

Hablamos con los autores de ‘Enjoy sex: A Practical and Inclusive Guide’, un nuevo libro que pretende desprogramarnos, desde el punto de vista erótico, y abordar la sexualidad desde una perspectiva diferente.

sexo
Cordon Press

Un científico catalán trabaja ya en una muñeca sexual que pueda tener orgasmos y, por lo tanto, a la que haya que dorarle la píldora. Un considerable sector de las nuevas generaciones ya no sienten la necesidad de clasificarse en alguna de las ortodoxas categorías de género u orientación sexual. La sexualidad que está ahora de moda es la ambigua y ecléctica y la tecnología nos promete que el sexo a distancia pronto será realidad.

Sin embargo, en este mundo que avanza a la velocidad de la luz nuestra erótica siguen siendo, para la inmensa mayoría de la población, la de siempre. Como mucho, pueden registrase pequeñas y ligeras variaciones. La idea mayoritaria que viene a la cabeza cuando hablamos de una relación sexual es lo que los anglosajones ya han bautizado como PIV sex (pene en vagina); muchos hombres siguen pensando que en la cama la cualidad más valorada es la duración y algunas mujeres se siguen sintiendo obligadas a fingir orgasmos.

Esta es la idea que, básicamente, impulsó a los autores de Enjoy Sex (how, when and if you want it): A Practical and Inclusive Guide –Disfruta del sexo (como, cuando y si te apetece): Una guía practica e inclusiva– a escribir su libro. Meg-John Barker es terapeuta sexual, profesor titular de psicología en la Open University –una universidad a distancia en el Reino Unido– escritor, autor del blog de sexo y relaciones rewriting-the-rules.com y una autoridad en la materia, a menudo presente en los medios de comunicación ingleses. Justin Hancock, el coautor de esta obra, es un educador sexual con amplia experiencia en jóvenes y adultos desde 1999. Su web es líder en información y consejos sobre sexo y relaciones en Inglaterra y está esponsorizada por Durex UK.

Tanto Barker como Hancock pensaron que ya era momento de replantearse y actualizar un poco la noción de sexualidad que tenemos y que hemos heredado de generaciones anteriores sin hacernos demasiadas preguntas; a pesar de que vivimos en una sociedad hipersexualizada, en la que el sexo se ha convertido en un bien de consumo, una tarea urgente a realizar, una parcela en la que debemos doctorarnos con buena nota, un símbolo de nuestro estatus, calidad y estilo de vida. Para desprogramarnos eróticamente, ambos autores proponen en su obra una serie de ejercicios como dibujar los propios genitales o aplicar las bases del mindfulness, también en la cama.

En una generación el sexo ha pasado de ser algo negativo, solo permitido para tener hijos, a algo que debemos desear, disfrutar y que nos debe proporcionar múltiples orgasmos. Esta idea puede ser tan mala como la anterior y crea además mucha presión. Pareciera que no hubiéramos tenido el tiempo suficiente para pasar de una a otra y por eso estamos todavía confundidos.

Ciertamente, hemos pasado de una idea negativa del sexo a otra positiva. Eso está bien, pero este nuevo concepto viene con algunos problemas. Para empezar, se sigue asumiendo que el sexo con mayúsculas es solo una cosa, introducir un pene en una vagina, pero este modelo no encaja en mucha gente. También está la idea de que hay que tener relaciones regularmente y que todo debe ser muy excitante y esto es visto como un reto para muchas parejas. Tanto la idea negativa como la positiva del sexo parten de un error, de dibujar lo que ‘debería’ ser, en vez de que cada uno busque lo que más le gusta y se ajusta a sus preferencias. Por eso nosotros proponemos en el libro ser críticos con las ideas que nuestra cultura ha creado entorno al sexo, que la gente se plantee cosas. Hay que desterrar lo negativo o positivo y sustituirlo por la creencia de que cada uno tiene que labrar su propia sexualidad.

Dentro del capitalismo sexual en el que vivimos y en el que somos consumidores, ¿cuáles son las demandas más importantes que se les imponen a la gente?

La mayoría estamos preocupados por ser normales, tener sexo con una determinada frecuencia, durar lo suficiente, tener genitales que puedan ponerse erectos o ser penetrados, tener orgasmos. Muchos estudios están revelando que cerca de la mitad de la población declara que tienen algún tipo de problema sexual, mientras que el 10% se siente descontento con su vida erótica. Nosotros creemos que la gente se siente insegura y vulnerable porque los mensajes que reciben de la sociedad refuerzan la idea de que el sexo es muy importante y que solo hay una manera correcta de hacerlo.

 ¿Podemos decir entonces que la tendencia asexual de muchos jóvenes -especialmente en Japón- es, en cierta manera, una forma de rebeldía hacia la idea estandarizada de lo que debe ser la sexualidad?

Hay muchas razones por las que la gente puede ser asexual, aromántica o célibe, por lo que hay que ir con cuidado en no generalizar este tipo de casos. Lo que resulta interesante es que estos grupos están creciendo cada vez más. Pero lo que debemos aprender de estas comunidades es que son capaces de articular su relación con el sexo y el amor con independencia de la presión que impone la norma sobre lo que se debe o no se debe hacer.

En su libro introducen el concepto de ‘entorno biopsicosocial de la sexualidad’, ¿a qué se refieren?

Biospicosocial significa que nuestra sexualidad está determinada por nuestro cuerpo y cerebro (bio), nuestras experiencias personales en la vida (psico) y la cultura que nos rodea (social). Y que todos estos elementos interactúan de manera distinta en cada individuo. Por ejemplo, en el libro damos el ejemplo clásico de un hombre que está muy influido por la idea de que es muy importante mantenerse ‘duro’ para el sexo. Esto le produce una cierta ansiedad al pensar que tal vez no esté a la altura de las circunstancias y no pueda cumplir con este requisito cultural (psico), lo que influye también en su cuerpo, que lucha por mantener la erección (bio).

El libro también es bastante crítico respecto a los consejos, terapias o técnicas sexuales que se les proporciona a la gente porque, en mayor o menor medida, la mayoría tienden a reforzar y satisfacer la idea de lo que debe ser una auténtica relación sexual. ¿Cómo deberían ser entonces esas directrices?

Todo el libro se centra en contestar a esta pregunta y para nosotros son importantes tres factores: seguir un poco la filosofía, el mensaje del libro; enfatizar en la diversidad de cuerpos, deseos, relaciones y practicas sexuales. Y ser, además, conscientes de que éstas no son inamovibles y pueden cambiar a lo largo de la vida. Por último, hay que centrarse en estar presente en la propia experiencia sexual y en ser crítico con los mensajes que recibimos sobre el sexo.

Es evidente que una de sus intenciones en el libro es que la gente deje de practicar el sexo que le han dicho que debe hacer y empiece a tener las relaciones o practicas que le gustan. A veces descubrir lo que a uno le gusta no es fácil, entre tanto ‘lavado de cerebro’. ¿Alguna receta para una mente más ‘virgen’ en términos de sexualidad, que descubra por si sola sus gustos y preferencias?

 Realmente el término ‘lavado de cerebro’ es muy acertado, pero desgraciadamente no es tan fácil desprogramarnos de todos los mensajes que hemos ido recibiendo a lo largo de la vida entorno al sexo. Lo que si podemos hacer es desmontarlos, poco a poco, y ser conscientes de su enorme influencia. Lo que nosotros proponemos para ayudar en este proceso es el estar más presente en nuestras relaciones sexuales.

¿Y cómo se consigue eso?, suena un poco a meditación o mindfulness

Ciertamente, estar presente es una idea del mindfulness, en la que tu tratas de estar enfocado en el momento que estas viviendo, en vez de ser llevado por los pensamientos o sentimientos que vienen a la cabeza. Por ejemplo, si es está bebiendo una taza de café estar presente tiene que ver con estar atento a su olor, la temperatura del líquido cuando llega a tu boca, los diferentes sabores y la forma en la que tu cuerpo responde a la cafeína. Generalmente casi nunca estamos presentes en esta experiencia. La hacemos de forma mecánica porque es un gesto que repetimos cada día cuando nos levantamos. Con el sexo deberíamos hacer lo mismo, ser conscientes de cada caricia, sensación, palabra, sonido, en vez de dejarnos llevar por la preocupación de lo que debemos hacer a continuación, compararnos con otros momentos en los que hemos tenido sexo o preocuparnos sobre lo que opina el otro/a o si le gustará o no.

¿Cuál creen que es la influencia de la pornografía y el mundo digital en la sexualidad?, ¿cómo influirá en el sexo del futuro?

Desafortunadamente, no podemos predecir el futuro. Es difícil saber lo que va a ocurrir. Pero creemos que el porno, la ficción erótica, el cibersexo o las webcams son interesantes porque están expandiendo la idea de lo que está considerado como sexo. De hecho, ahora ese concepto puede incluir hablar, leer, mirar, escuchar o chatear. Claro que en el mundo digital sigue existiendo el estereotipo de ‘ciertos’ cuerpos, haciendo ‘ciertas’ practicas; pero también nos brinda la posibilidad de estar abiertos a otras muchas posibilidades eróticas.

 ¿Cuáles son las ideas que deberíamos a empezar a desterrar sobre géneros (actitudes masculinas o femeninas)?, ¿creen que los dos sexos tienen diferentes visiones de lo que es la sexualidad?

Para empezar, estaría bien recordar que hay más géneros que el masculino y femenino. Al menos, una tercera parte de la gente vive su género como algo en el medio de estos dos extremos, algo no binario. Hay, desde luego, fuertes condicionamientos culturales para que hombres y mujeres se comporten de determinadas maneras frente al sexo. Se supone que ellos tienen que ser más activos, tomar la iniciativa y llevarla a cabo; mientras que ellas deben caminar por una delgada línea entre ser demasiado sexuales y no gustarles el sexo. De nuevo, es de gran ayuda analizar el propio género y los mensajes que se reciben de acuerdo al mismo. Esperamos que nuestro libro pueda ayudar también en esto.

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