_
_
_
_
_

¿Se puede aprender a ser cool?

Una escuela londinense mantiene que sí. Su profesor cita a Aristóteles y promete resultados nada más abandonar el aula.

coolcover
Cordon Press

Cool: ese término anglosajón que define algo tan escurridizo y volátil. Tan complicado. Que divide opiniones y señala a lo que habita en la frontera entre lo molón y lo puramente ridículo.  En términos de marketing  es el santo grial de nuestro tiempo.  El ingrediente secreto que transforma un producto cualquiera en un éxito. Por otro lado puede ser una palabra maldita. Un sortilegio que en cuanto se pronuncia automáticamente despoja de autenticidad.

En The School of Life, una academia londinense sobre enseñanzas vitales fundada por el filósofo Alain de Botton, consideran que no es para tanto.  Garantizan descrifrar el misterio en una sesión y  prometen que a la salida quizás no seas rematadamente cool, pero al menos un poco más de lo que entraste. 

Esto es lo que espera la veintena de personas que se ha congregado en el recibidor de la escuela. La mayoría tiene aspecto de acabar de salir del trabajo. Con un  vaso de vino blanco tibio mantienen una charla educada y agradable y no saben qué esperar de la lección. El profesor Nick Southgate, un treintañero con camisa floreada y zapatos marrones de punta algo demodés, saca de dudas. Esto no va sobre consumismo, cazadores de tendencias o modas. Aquí no se discutirán peinados, logos o consignas de los guays de patio de colegio. Todo radica en la actitud, asegura. 
 

Frank Sinatra y Elvis, los reyes del cool

Getty Images

Aunque ofrezca una concesión y señale la cazadora de cuero como una prenda icónicamente cool frente al chubasquero plegable, que estaría en la última posición del ránking:  “El impermeable de bolsita denota ansiedad por la meteorología y eso nunca es cool”, apunta satisfecho.  A continuación se atreve a hacer una observación chistosa sobre los pantalones de cuero: “Nunca molan porque son tan caros que al final los terminan llevando las cincuentonas”. Nadie se ríe.

La clase comienza con modelos de personajes con ese  je ne sais quoi. Este licenciado en filosofía cita al primer Elvis, a Patti Smith, Frank Sinatra o Marlon Brando, pero su idea es desmontar mitos sobre lo cool. No es patrimonio de famosos, no es inalcanzable, se puede reconocer y se puede analizar.

Cree que incluso puede desmenuzarse con una fórmula compuesta de tres cualidades indispensables: cualquier gesto cool es apropiado, de apariencia natural y elegante en algún aspecto.
Es un pariente del término italiano “sprezzatura”, la técnica de ocultar esfuerzos en el resultado. La imagen que viene a la cabeza es la de un cisne que surca un lago con fluidez pero bajo el agua oculta que durante su desplazamiento está moviendo las patas frenéticamente.
 

Según el profesor Nick Southgate, el gesto más cool de la historia

Corbis

Para Southgate, cualquier gesto cotidiano puede entrañar algún tipo de cool. Celebrar un gol sin montar números, ser generoso de manera modesta, hacer algo con convicción y seguridad o entrar con gracia en el vagón metro justo antes de que cierren las puertas.  Sorprendentemente, Aristóteles ayuda a llevar una existencia en esa clave. El profesor asegura que las virtudes aristotélicas sirven como un guía para vivir con más donaire y ecuanimidad.


Después de leer y escribir varios ensayos sobre el tema Southgate ha llegado a la conclusión de que hay un momento culminante en la historia. Se trata del puño en alto de los atletas Tonmie Smith y John Carlos durante las olimpiadas de México en 1968. En el podio, con guantes negros y la cabeza baja. Una protesta contra el racismo y una proclamación del black power. “Aunque lo prepararon, resultó natural, tenía trasfondo y además fue una protesta muy estética”, comenta.

Como libros de cabecera facilita How to be cool de Will Smith (nada que ver con el príncipe de Bel Air), El punto clave (The Tipping Point) de Malcolm Gladwell o ensayos de historiadores americanos sobre jazz.

¿Y los alumnos? ¿Sienten que molan más al abandonar la clase? Eso es lo de menos. Después de tres horas de estudio están más interesados en las conversaciones con quienes hace unas tres horas eran unos meros desconocidos. “Ahora podéis continuar hablando en el pub” anuncia Southgate “Hay uno justo en la esquina”
 

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_