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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Romper con los ochenta

En “Todos están muertos” se evoca esa década pero sin echarla de menos.

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Elsa Fernández-Santos

Todos están muertos es una película extraña y cautivadora sobre una abuela mexicana, un adolescente fan de Los Planetas, una exmusa de los ochenta y un fantasma con botas. El fantasma lo interpreta Nahuel Pérez Biscayart, con cierto aire a Eduardo Benavente, el líder del grupo Parálisis Permanente fallecido en 1983, a los 20 años, en un accidente de coche. Aquello sumió a su compañera, Ana Curra, que viajaba con él, en una larga depresión. El personaje de Elena Anaya, Lupe, podría ser Ana Curra, aunque aquí en la piel de amante-hermana. Una mujer que después de ser estrella fugaz en la década de los ochenta decidió dejarlo todo, la música, la vida y la calle para vivir atrapada en el pasado, una losa que tortura a su madre y a su hijo adolescente. Lupe padece agorafobia, se distrae horneando tartas de manzana y vive enclaustrada en una de esas casas de las viejas colonias madrileñas donde el tiempo parece circular de otra manera.

La actriz española Elena Anaya en ‘Todos están muertos’.
La actriz española Elena Anaya en ‘Todos están muertos’.AVALON, CORDON PRESS

La ópera prima de Beatriz Sanchís, ahora en el catálogo de Filmin, se estrenó en 2014 y, a su original manera, evocaba los ochenta sin echarlos de menos. Dos años antes, Javier Ruiz Caldera había exorcizado la década a través de un grupo de jóvenes espectros en Promoción fantasma, una propuesta más comercial pero que también situaba a aquella juventud perdida en un lugar no resuelto de la memoria. En ambas películas, los muertos solo quieren morir y dejar a los demás seguir viviendo.

En la casa donde Lupe vive encerrada hay un sótano con todo tipo de memorabilia de aquellos años: discos, carteles, guitarras, vídeos de programas juveniles… recuerdos que la cantante oculta a su hijo, que quiere ser músico como su madre y se fascina con un grunge de su colegio que se disfraza de Kurt Cobain. Como tanto hijo de famoso, el chico mantiene una relación de amor-odio con su apellido. En una casa donde ya no hay música él pone a todo volumen De viaje, ese tema de Los Planetas sobre dejar atrás, “siempre juntos, tú y yo”, en busca de “galaxias infinitas hacia el sol”. Vencer la nostalgia, de eso le habla su madre en un momento de la película: “Puedes ser como yo, y quedarte aquí encerrado y perderte lo que te toca vivir, o puedes seguir haciéndole frente a todo”.

Nahuel Pérez Biscayart y Elena Anaya en un fotograma de ‘Todos están muertos’.
Nahuel Pérez Biscayart y Elena Anaya en un fotograma de ‘Todos están muertos’.AVALON, CORDON PRESS

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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