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Pez Playa, el restaurante de Mallorca que te invita si subes una foto a Instagram

Algunos locales empiezan a dar pequeñas recompensas a sus clientes a cambio de que cuelguen fotos en las redes sociales bajo un determinado hashtag. Una nueva tendencia que llega a España.

El restaurante Pez Playa apuesta fuerte por la comida 'instagrameable'.
El restaurante Pez Playa apuesta fuerte por la comida 'instagrameable'.Instagram @pezplaya

A la hora de elegir un restaurante, el menú es para muchos lo de menos y el lugar, la decoración, el emplatado o la iluminación empiezan a pesar cada vez más, porque no comemos ya con nuestras bocas sino con nuestros ojos, y la digestión no se hace en nuestros estómagos sino que la rumian una legión de seguidores en Instagram con sus muchos o pocos likes.

Según el Estudio Anual de Redes Sociales 2018, elaborado por IAB Spain y patrocinado por Adglow, Instagram es la red preferida de la generación Z (los nacidos entre 1994 y 2010) y la que más crece en número de usuarios. A esto hay que añadir que las marcas son seguidas a través de las redes sociales por un 81% de los internautas; que un 32% aceptan positivamente la publicidad, siempre que esté acorde a sus intereses (sobre todo las mujeres y los menores de 46 años), y que para un 27% que una marca tenga perfil en las redes es sinónimo de confianza.

Pero además, la comida es uno de los grandes protagonistas de esta red. Según datos publicados por Yelp, la web de reseñas de servicios, en los últimos dos años las búsquedas de restaurantes que incluyen la palabra Instagram han aumentado 30 veces. Y, si hacemos caso a Webstagram, el hashtag #food, y sus muchas variantes, es uno de los más utilizados en esta red. Por eso, cada vez más restaurantes empiezan a utilizar esta plataforma dentro de su estrategia de Social Media Restauranting.

En España, el primer caso es el restaurante Pez Playa, del hotel lifestyle ME Mallorca, en primera línea de playa en Magaluf, que invita a sus clientes al cóctel o a un postre siempre que hagan fotos y las compartan en Instagram usando el hasthag #Ilovepezplaya en sus publicaciones. Para ello, los camareros entregan a los comensales unas instrucciones sobre cómo hacer fotografías de comidas, en grupo o individuales. Las recomendaciones incluyen, entre otras cosas, juntar todos los platos en el centro, tratar de que no haya dos iguales e incluir otros objetos como saleros, centros de mesa o cosas personales. Todo para conseguir la instantánea perfecta. Pero además, la cocina del Pez Playa, basada en recetas mediterráneas con productos frescos y de calidad (paellas, pescados y mariscos), junto con el decorado, el mar, las palmeras y los pinos lo convierten en un restaurante cien por cien ‘instagrameable’.

Ser ‘instagrameable’ es una cualidad que los restaurantes deben cuidar ya tanto como los ingredientes de sus platos. Según Diego Coquillat, investigador de la transformación digital en el sector de la hostelería, profesor en diversas universidades y director de Diego Coquillat, el Periódico Digital de los Restaurantes, “Instagram ya es líder en cuanto al porcentaje de fotos relacionadas con la gastronomía, con respecto a otras redes sociales, y crece en relación a otros temas», asegura. «En EEUU, Inglaterra y otros países de Europa ya puedes reservar mesa directamente en un restaurante pinchando en una foto, y esto pronto llegará a España. Por primera vez el cliente dispone de más tecnología que la empresa, y por primera vez el restaurante no puede decidir si está o no en la red. Son los clientes anónimos, con sus comentarios (lo que ya se conoce como ‘propina digital’), los que crean su reputación online. Ser ‘instagrameable’ hoy en día es un valor; pero un valor que hay que cuidar, aunque yo soy de la opinión de que posicionarse en los primeros puestos en los canales de opinión, como TripAdvisor, no es recomendable, ya que puede generar unas expectativas muy altas y hacer que cualquier mínimo detalle acabe con ellas. Yo creo que es más inteligente mantener la excelencia pero dejar el primer puesto a otro”, añade.

La comida y su ansia por ser viral

Food is the new religion”, dijo el norteamericano Mike Thelin, uno de los nuevos gurús sobre estrategias de marketing para restauración, eventos, proyectos e iniciativas relativas a la comida, además de creador de Botled Services. “Healthy is the new sexy”, apostilló Eva Ballarín, que lleva más de 30 años desarrollando una actividad multidisciplinar en el sector hostelero nacional e internacional, impartiendo formación y que fue elegida en 2017 como una de las 17 mujeres más influyentes de la gastronomía en España. Y Food Porn es uno de los hasthag más celebrados de todos los tiempos, que hablan de ese poder enormemente seductor que se desprende de un plato bien fotografiado. Un tipo de pornografía en la que, contrariamente al resto, el final es lo menos satisfactorio de todo el proceso.

Claro que la fiebre que la comida siente por los focos y por la viralidad puede desembocar en el hecho de que “muchos restaurantes se preocupen más por hacer platos estéticamente preciosos, que digestivamente deseables. Ya hay restaurantes con mesas con caja de luz, para hacer mejores fotos, y las vajillas empiezan a ser tan importantes como lo que hay dentro de ellas”, sentencia Oscar Carrión, experto en restauración y marketing digital y director de GastroUni, máster en dirección de restaurantes y marketing para restauración.

Camel Winery, un restaurante israelí, ha creado el concepto de Food-O-Graphy, con delicias diseñadas especialmente para salir en Instagram y platos como The Limbo, con un diseño asombroso y un reposa móviles para que las fotos parezcan hechas por profesionales; o The 360, un plato giratorio para hacer vídeos. Una cena en Carmel Winery se asemeja más a un concurso fotográfico a contra reloj que a un acontecimiento festivo.

Otra de las ventajas de la vocación culinaria de Instagram es, en opinión de Carrión, que va a facilitar el paso del influencer, con mayúscula, a los microinfluencers. “Las marcas están empezando a darse cuenta de que pesan más muchas opiniones anónimas que una sola de alguien famoso; ya que además esta última puede no ser siempre sincera, sino una contraprestación a una invitación o a un pago acordado”, señala este experto. “La propina digital o el comentario puede tener también una cierta recompensa y algunos restauradores incluyen esta idea para sus promociones. Algo ya muy común en EEUU y otros países”.

El restaurante La Gabinoteca, en Madrid, proponía hace tiempo que sus clientes elaborasen un postre con diversos elementos, lo fotografiaran y mandaran la foto a un correo del restaurante. La foto del postre ganador se subía a Instagram y su creador era premiado con una comida o cena gratis.

The Good Sort, en Nueva York, era un bar de batidos multicolores que utilizó también la estrategia del premio a la foto en Instagram. Algo a lo que recurre también el hotel Ovolo 1888 Darling Harbour, en Sidney, que regala estancias gratis a los influencers de prestigio, no solo los que más seguidores tengan. Dunkin’ Donuts, en EEUU, creó una campaña en la que instaba a la gente a subir fotos a Instagram de sus menús caseros, los que comían en el trabajo, llamada UpgraDDe Your Sandwich. Los participantes ganadores recibían bonos para canjear por Donuts. El humor también está presente en estas campañas. Un restaurante mexicano, Coyoacan, hizo un concurso para que los participantes recrearan el polémico muro de Trump en los platos del establecimiento. Los premios a la creación incluían desde aperitivos a una cena para dos.

Diego Coquillat, sin embargo, no se muestra partidario de las recompensas a los comentarios. “Es un terreno peligroso”, apunta, “porque si hay un beneficio, eso va en contra de la relación natural que debe haber entre cliente y restaurante, puede generar conflicto y malentendidos y puede ser entendido como una forma de coacción; como una obligación, cuando las opiniones más sinceras son siempre las más libres e independientes”.

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