_
_
_
_
_

Presagio de cuando aprendimos a cuidarnos solas (un cuento de verano de Leonor Courtoisie)

«Cada noche antes de dormir aprenderemos a invocar usando la magia de los machos que nos quisieron sin ropa, ahora, para darnos entre nosotras. Los sueños descansarán ligeros. El presente será el futuro»

NEWSLETTER-jueves-19_1
Collage de Ana Regina García

(Durante el mes de agosto, en ‘Lo raro es vivir’, la newsletter de S Moda, dos autoras han tomado los mandos y han escrito un relato que pedía un único requisito: que incluyese una verbena. Además de este, también puedes leer aquí el relado de Sabina Urraca que se envió el pasado 5 de agosto). Y si te apetece, puedes suscribirte a nuestro boletín sobre cultura, feminismo e intimidad, aquí)

1

Vamos a tener problemas. La señora guardaparques no nos permite el ingreso. Son extranjeras, dice. Pasaron demasiados años entre la promesa y el robo. Adulto foráneo en situación de discapacidad es más barato, pero no somos ni tenemos. Haremos como que nos retiramos, esperaremos la sombra, entraremos a oscuras. En la mochila la carpa y un termo con los pedazos del finado que pude quitar de la casa de su esposa. Gabi estará enojada porque no podremos tomar mate. El frío del ocaso en el sur del sur es menos frío que en Uruguay, acá se siente seco, como meterse adentro de una heladera repleta de vacas muertas en una carnicería. Nostalgia. Cuando era niña todavía existía el verano.

2

“Tómese mejorana silvestre, verbena, hojas de mirto, con tres hojas de nogal, y tres de hinojo, cogido en la mañana de San Juan, antes de salir el sol. Después se seca todo a la sombra, se hace polvo y se pasa por un tamiz de seda. Cuando se quiera usar, échese al aire, hacia el lugar donde está la mujer, y el efecto sucederá al instante.” Así son las indicaciones sobre cómo hacer danzar a una mujer desnuda según El libro de San Cipriano. Cada noche antes de dormir aprenderemos a invocar usando la magia de los machos que nos quisieron sin ropa, ahora, para darnos entre nosotras. Los sueños descansarán ligeros. El presente será el futuro.

3

Por la mañana un hombre que dice llamarse Ángel nos sacará de la Reserva. Al Alerce Milenario no llegaremos nunca. Correrán tres años entre la desaparición física y el reencuentro con las cenizas, seis para depositarlas en el sitio exigido: un árbol con 3500 años de vida. Una madrugada bastará para incumplir los deseos de un inexistente. En el bolsillo del pantalón esconderé un cuchillo de treinta centímetros. Difícil fiarse de alguien que se presenta como un Ángel. El chofer transitorio viajará siete horas casi sin mediar palabra. La cordillera amada de los primeros cruces se convertirá en un recorte estúpido de collage y cartulina de escuela para motricidades diferentes, como la que fuimos con Gabi.

4

Premoniciones de bosques y banquetes: la cabeza de un hombre en un plato. San Juan sostiene su plato cabeza en una mano y con la otra me da la hostia pero mi boca cosida con hilos que son lianas de las hojas de una planta cansada no se deja abrir. Gabi acaricia las cicatrices, cura con malezas los agujeros de los labios, doma un caballo blanco con la entrepierna, nos aleja de esa iglesia inhóspita que es un bloque de mármol gris. No hay santos, ni religión, la iglesia se separó del estado en 1918, acercarte a nosotras es estar en Uruguay, esto es un país laico, ella no es bautizada, entona Gabi al ritmo de una cabalgata infierno, y espanta con dos parlantes a San Juan, que sin poder seguir los pasos de la coreo de Salomé de Chayanne, se va desintegrando en polvo de estrellas.

5

Ángel detendrá el vehículo una sola vez, depositará una botella de agua al costado de la vía y prenderá una vela blanca y roja junto a una estampita que tiene la imagen de una mujer muerta con un bebé tomando leche de su seno. Es la Difunta Correa, salió en busca de su marido que estaba en la guerra y la quedó en el desierto, tiene santuarios por todos lados, pero si prestan atención van a ver cómo los camioneros le dejan ofrendas acá en la ruta, ellos le dicen la virgen del camino, aunque nació, murió en San Juan, y reverdece en los yuyos, dirá el varón y cerrará la boca hasta finalizar trayecto.

6

Comeremos turrones y pan dulce. En el trabajo me habrán dado una canasta de fin de año. Incomprensible que Navidad sea en época estival y repliquemos tradiciones culinarias que elevan la temperatura corporal. Ángel nos dejará en el Hoyo. Pensaré en todos los chistes que podría hacer sobre el nombre del pueblo pero no los diré. Nos mostraremos serias y eso será mucho más gracioso que contar chistes. Por la noche iremos a la fiesta de la fruta fina. Guindas, frambuesas, zarzamoras, arándanos, grosellas, moras, frutillas y cerezas. Las gargantas se llenarán de pulpa, las manos de tinta.

7

Tinieblas. Un fogón del tamaño de una pirámide Maya. Multitudes lanzarán dádivas o sacrificios, harán promesas que no cumplirán. Juntaremos flores y frutos y observaremos cómo se los va comiendo el calor. Extrañeza de Río de la Plata. Saudade de Iemanyá. Veremos el rostro del muerto en el fuego. Una guiñada se hará ceniza. Contaremos historias de verano: cuando conocimos lo que pensábamos que era el primer mundo y a un amigo lo golpearon en la cabeza al grito de “maricón” dándole contra el piso con un libro de Les Miserables de Victor Hugo, el amanecer que nos aburrimos en el Festival del Lago en Andresito y convencimos a unas niñas de ir a La Aurora a un avistamiento de ovnis, la tarde que robamos el dije de Marosa de la Feria del Libro y viajamos a Salto a devolver los pedazos de Lorca junto a sus restos robados por su amante.

8

Un jinete nos perseguirá, pedirá belleza, estará hambriento, intentaremos correr, nos alcanzará. Tomará las piernas de Gabi y las unirá con las suyas. Gemirán todos los animales del mundo. Lo amenazaremos con el cuchillo. Volará un águila y se dará el pico contra la punta de una roca. La reina de la fruta fina escuchará el temblor de la tierra, abrirá el termo y dejará ciego al masculino rociándolo con las cenizas del muerto. Gabi desvestirá al gaucho, se pondrá su ropa y abrirá botellas con el filo gastado de su facón. La Reina apartará la corona, el vestido rojo y los tirará al fuego. Tomaremos vino afrutillado. Bálsamo de purificación, ojos cerrados y córneas de noctilucas. Brillaremos eternas. Dejaremos para siempre botellas de agua en los caminos de los ángeles.

*Leonor Courtoisie es una dramaturga y escritora uruguaya. Su obra Duermen a la hora de la siesta obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la categoría Dramaturgia Inédita. La patria que te parió, su primera obra como directora y dramaturga, ganó el Premio de la Movida Joven de la Intendencia de Montevideo. Su primera novela es Irse Yendo (Continta me tienes, 2021)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_