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¿Por qué ya no hay escenas de sexo en las pelis comerciales?

Los momentos subidos de tono desaparecen de los taquillazos. La industria confía más en la acción, los efectos especiales y el 3D.

Hagan memoria y recuerden la última vez que vieron una escena erótica o de sexo en una película de las grandes productoras de Hollywood. Últimamente, en la gran pantalla lo más normal es que, si hay una trama amorosa o un romance, éste no llegue nunca a consumarse y, si se hace, seguro que ocurrirá de espaldas al espectador. El cine norteamericano parece ahora más interesado en la acción, los efectos especiales y el 3D. Y si es verdad que a Superman le han quitado los calzoncillos, es para que exhiba una anatomía más parecida a la de un Madelman asexuado que a la de un hombre con increíbles dotes y superpoderes.

Atrás han quedado las películas escándalo, tan propias de los 80 y 90, en las que la gente iba a comprobar si efectivamente se le veía algo a Sharon Stone cuando cruzaba las piernas en Instinto Básico (1992) o el prometedor striptease de Kim Basinger en Nueve semanas y media (1986). Escenas que, en su mayoría, quedaba luego en un coitus interruptus, pero que habían conseguido llenar la sala de libidinosos espectadores, para los que lo de menos era la trama de la película y lo de más el momento-escándalo, que previamente se había publicitado a bombo y platillo en todos los medios de comunicación.

Entonces Hollywood tenía una fe ciega en ese “erotismo para todos los públicos”, pero ahora sostiene todo lo contrario. Un informe reciente de la Warner Bross afirma que el hecho de que las mujeres –que según ellos, son las que eligen la película– quieran ver en pantalla a actores sexualmente atractivos, difiere totalmente de la necesidad de ver escenas de sexo, que no aportan nada a la trama.

Las mentes pensantes de la industria cinematográfica han llegado a la conclusión de que la audiencia ya no se siente atraída por los fotogramas subidos de tono, puesto que en Internet el sexo en “carne viva y en directo” está a disposición de cualquiera que tenga un ordenador y una conexión a la red. Por si fuera poco, las últimas películas con escenas calientes han sido todo un fracaso, como Las sesiones (2012), plagada de momentos íntimos entre John Hawkes, que interpreta a un periodista y poeta tetrapléjico y con un pulmón artificial que decide perder la virginidad, y Helen Hunt, en el papel de su terapeuta sexual.  El otro fiasco reciente es El chico del periódico (2012), cinta en la que Nicole Kidman, que da vida a una ninfómana, orina sobre la cara de Zac Efron. 

De hecho, la última película con escenas tórridas que consiguió una buena recaudación fue Titanic (1997). Claro que para que una película triunfe en EEUU las cosas no son fáciles. La mayoría de las cintas que no tienen un mínimo de taquilla en su fin de semana de estreno son retiradas de la cartelera para dejar paso a otras. Títulos como Atracción Fatal lograron su éxito más a largo plazo, por el boca a boca y luego en VHS, pero hoy en día ya no se le concede tanto tiempo a las historias menos convencionales.

Otra razón, y quizás la más poderosa, de por qué las escenas de sexo han desaparecido de las películas más comerciales, es el sistema de clasificación de las mismas, llevado a cabo en EEUU por la Motion Picture Association of America’s Film-rating System (MPAA), una sociedad casi secreta en la que no se conoce la identidad de sus miembros. El documental This film is not yet rated (Esta película no está aún clasificada), dirigido por Kirby Dick en 2006 y disponible en Youtube, es un minucioso análisis de toda la red de intereses que hay entorno a la valoración de los filmes en Norteamérica.

La sueca Erika Lust, escritora, guionista, directora y productora de cine pornográfico, afincada en Barcelona, reconoce que “el cine de Hollywood está ahora más pendiente de llegar al público en general y eso supone que no puede contener escenas eróticas, porque entonces la película es clasificada como NC-17, lo que quiere decir que no va a ser anunciada en televisión y no va a ser proyectada en muchas salas. El cine es un arte pero también es un negocio y cuando alguien hace un trabajo quiere que sea rentable. En muchos casos son los mismos productores los que se autocensuran para que la cinta no tenga una “mala nota”.

La clasificación de las películas va de una G (para todos los públicos); PG (Paternal Guidance), se sugiere que los padres se informen de lo que van a ver sus hijos; PG 13 (Parents Strongly cautioned), más precaución, sobre todo si los espectadores no han cumplido los 13 años; R (Restricted), donde los menores de 17 años deben ir acompañados de sus padres o un tutor y NC-17 (No children 17 or under), prohibida para los que no tengan 17 años.

Los factores que hacen que un filme esté en una u otra clasificación son: sexo, violencia y lenguaje inadecuado; pero en la practica, que a una mujer le hagan el cunnilingus es mucho menos deseable que a alguien le vuelen la cabeza. Como explica el documental, con mucho humor, en la clasificación PG 13 se permiten algunas palabras malsonantes. Shit (mierda, en inglés) puede decirse siempre que se quiera, pero solo se acepta un fuck (joder), por lo que los directores de cine deben elegir muy bien el fuck que van a utilizar. Si alguien dice, al estilo de Andrea Fabra: ¡jódete! la cosa no va mal.

Lo peor es cuando este verbo se usa con connotaciones sexuales y un personaje suplica susurrante: ¡jódeme! a su partenaire, porque eso es totalmente inaceptable. Un ejemplo más de cómo en el mundo real el mal casi siempre triunfa sobre el bien, al revés de lo que ocurre en las películas de Hollywood.

Es curioso también como Eyes Wide Shut (1999) y Shame (2011), que están en la categoría NC-17 –como era de esperar–, comparten estatus con Hostel (2005) y Saw (2004). Si tuviera un hijo preferiría mil veces que viera las aventuras de un adicto al sexo, encarnado por Michael Fassbender, o las orgías de una sociedad secreta a las aberraciones y la violencia extrema, de las dos últimas cintas.

A la hora de valorar los elementos sexuales de una película, para su posterior clasificación, los miembros de la MPAA son siempre más magnánimos cuando la escena implica a un hombre que a una mujer, como si el placer femenino fuera más siniestro y pecaminoso. El citado documental compara películas y sus diferentes clasificaciones. En But I am a cheerleader (1999) clasificada como NC-17, hay una escena en la que una chica se toca sus partes, por encima de la ropa. Al mismo tiempo, en American Beauty (1999), Kevin Spacey se masturba en la ducha, y hasta vemos parte de su culo, pero la cinta obtuvo un, más moderado, R. En Boys don´t cry (1999) con valoración NC-17, una mujer le practica el sexo oral a otra y este última experimenta un envidiable orgasmo; en Single White female (1992), puntuada con una R, ocurre lo mismo, solo que el beneficiado por esta misma practica sexual es un hombre.

La masturbación femenina suele llevar consigo un ‘Para mayores de 18’. La masculina es otro cantar.

Everett Collection

De las 20 películas más taquilleras del pasado año, solo cuatro incluían escenas tórridas y en una de ellas, Ted (2012), el protagonista era un oso de peluche. Contrariamente, las series de televisión –a donde se han ido algunos de los mejores guionistas– sí parecen interesarse por el sexo y los desnudos, como demuestran Juego de tronos, Mad Men o la nueva Magic City, ambientada en un hotel de Miami, a finales de los años 50.

Erika Lust se muestra, sin embargo, optimista de cara al futuro: “Creo que el cine volverá a interesarse por el sexo. Ahí tenemos la película que se está haciendo sobre Cincuenta sombras de Grey, veremos cómo la tratan, y este año la cinta que ganó el Festival de cine de Cannes fue Blue Is the Warmest Colour: The Life of Adele, del director Abdellatif Kechiche, una historia de amor entre lesbianas. Hollywood siembre ha buscado grandes audiencias, pero yo creo que los subgéneros pueden llegar a ser muy importantes. La sexualidad es una dimensión esencial del ser humano, y siempre habrá gente que quiera narrarla y plasmarla en el cine”. Erika trabaja ahora en su nuevo proyecto X Confessions, una página web que invitará a que la gente cuente sus vivencias sexuales y de la que luego se elegirán algunas historias para ser llevadas a la gran pantalla.

¿Volverán las escenas de sexo a Hollywood?

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