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Propuestas DIY para reconectar con la naturaleza

Pintar piedras, fabricar una cometa o aprender a leer las nubes. Estas son algunas de las actividades que propone un libro lleno de ideas para conectar con la tierra.

DIY
©AnnaCarlile

Ahora que nos adentramos en lo que algunos llaman “la cuarta revolución tecnológica”, apartarnos por unos momentos de todos los dispositivos que reclaman nuestra atención constante se está convirtiendo en una necesidad imperiosa. La diseñadora australiana Anna Carlile, autora del libro Naturaleza 365, nos propone sencillas actividades con las que incorporar algo de naturaleza en nuestras vidas, sin importar si vivimos en una gran ciudad o en medio del campo. Anna vive en Melbourne con su pareja y sus dos hijos, y es la fundadora de Viola Design, una empresa que se dedica al diseño de comunicación y que solo trabaja con clientes comprometidos con la sostenibilidad o las causas justas. Este libro surgió de la necesidad de la autora por equilibrar su ajetreada vida en la ciudad con la tranquilidad de la naturaleza. Ya ha sido publicado en más de diez países y ahora lo acaba de editar en España la editorial Gustavo Gili.

Sus páginas recopilan cerca de 80 proyectos divididos por las estaciones del año. Cada uno de ellos cuenta con una detallada explicación y está además ilustrado con cuidadas fotografías. Para seleccionar estas actividades la autora ha contado con la ayuda de diferentes artistas y artesanos. Entre las diversas propuestas encontramos algunas más o menos factibles, como plantar un pequeño huerto, cultivar semillas utilizando rollos de papel higiénico o aprender a hacer mermeladas, junto a otras bastante más utópicas para los que viven en la ciudad, como por ejemplo criar gallinas o abejas, aunque siempre hay opciones más sencillas, como plantar flores y hierbas ricas en néctar para atraer a estos insectos voladores tan importantes para el equilibrio ecológico. También hay una buena cantidad de recetas, todas, por supuesto, naturales. Intercalados, a doble página, con impresionantes fotos de fondo, aparecen mensajes tan básicos como: “Alza la vista”, “Huele la lluvia” o “Camina descalzo”. La parte más DIY incluye actividades como pintar palos o piedras, fabricar cuerdas a partir de fibras vegetales como los juncos o la hierba, construir un columpio, o confeccionar un tussie mussie, es decir, un ramo de hierbas y flores que transmiten un mensaje dependiendo de las plantas que se utilicen. Anna también nos anima a robar fruta, una actividad que se ha puesto muy de moda entre los urbanitas de países anglosajones. Estos “scrumper” (robafrutas) también tienen sus reglas: solo se puede coger fruta salvaje, de espacios públicos o de huertos particulares siempre que cuelgue fuera del límite de la propiedad. Con casi el 60% de la población mundial viviendo en ciudades, no está de más poner en práctica algunas de estas ideas para que nuestra vida sea un poco más verde. Hablamos con la autora.

Una de las actividades que propone el libro.
Una de las actividades que propone el libro.Gustavo Gili

En su libro habla de conectar con la naturaleza en nuestra vida diaria, pero viviendo en una gran ciudad muchos pueden pensar que esto es una utopía, ¿qué les diría a estas personas?

Bueno, es evidente que depende de cada caso. Yo tengo la suerte de vivir en Melbourne, es una hermosa ciudad con muchos parques y un río bordeado de senderos para bicicletas. Podemos estar a sólo 3 km del centro de la ciudad y sentir que estamos en plena naturaleza, rodeados de árboles, buscando serpientes y búhos.

¿Por qué decidió dividir el libro teniendo en cuenta las estaciones del año? ¿De qué modo nos afectan las estaciones?

Me encanta la variedad de posibilidades que ofrece la naturaleza dependiendo de cada una de las estaciones. En Melbourne los inviernos son fríos, grises y neblinosos. En las montañas alrededor de la ciudad tenemos nieve. En verano en cambio podemos alcanzar hasta los 40 grados de temperatura. Las experiencias y las actividades que se pueden realizar son muy diferentes en cada estación, y naturalmente, afectan a nuestro estado de ánimo.

¿Qué criterio ha seguido a la hora de seleccionar las diferentes actividades que propone en el libro?

Todos los proyectos fueron seleccionados con la idea de conectar a la gente con la naturaleza de una forma simple y accesible, sin importar si viven en la ciudad o en el campo.

¿Ha probado usted mismas todas las actividades que propone? ¿Cuál es su favorita?

He probado casi todas, aunque no tengo una colmena en el tejado, ¡al menos todavía! Es difícil elegir solo una actividad, pero una de las cosas que más me gustan es leer las fases de la luna. También me divierte mucho robar frutas de los árboles o jugar con mis hijos a pintar palos que recogemos en el bosque.

Estamos viviendo ‘la cuarta revolución tecnológica’, ¿cree que la tecnología nos aleja de la naturaleza?

Creo que debemos buscar un balance entre ambas cosas, porque es cierto que la tecnología está muy presente en nuestras vidas, pero también hay cada vez más gente que valora la naturaleza y es consciente de su importancia. Como diseñadora paso mucho tiempo mirando la pantalla del ordenador. Recientemente he redecorado la oficina poniendo un montón de plantas verdes. También tenemos un jardín en el tejado con hierbas que puedo coger para hacerme un té. Es una forma maravillosa de desconectar un rato.

Anna Carlile jugando con sus hijos.
Anna Carlile jugando con sus hijos.©AnnaCarlile

Viviendo en una gran ciudad, ¿llevar una vida sostenible es posible?

Viviendo en una ciudad tenemos acceso, por ejemplo, al transporte público, y no es necesario depender tanto del coche. Además, en una ciudad vivimos todos más juntos y hay muchas oportunidades de colaboración y comunidad. Vivir una vida saludable, siendo conscientes de que podemos hacer pequeñas cosas para minimizar nuestro impacto en el medio ambiente es totalmente posible. También hay un creciente interés por parte de los gobiernos, y cada vez hay más organizaciones y comunidades que proponen iniciativas verdes en las ciudades.

El cambio climático es un hecho, ¿qué acciones podemos incorporar en nuestra vida diaria para intentar frenar su avance?

Apoyar las energías limpias, movernos en bicicleta, caminar, consumir menos, pensar de manera global y actuar de manera local. Como decía sabiamente el Dalai Lama: “la felicidad viene de lo que das, no de lo que obtienes”.

¿Qué proyectos desarrolla en Viola Design? ¿Qué es el eco-diseño?

Estudié Diseño de Comunicación y después hice un Master en Medio Ambiente. Viola Design es un negocio que empecé en 1999 y en el que intento incorporar esos dos ámbitos. Todos nuestros clientes están conectados con la sostenibilidad de algún modo, ya sea protegiendo la naturaleza, los derechos humanos o apoyando el feminismo. Es un placer trabajar con todos ellos y es muy inspirador a la vez. Ahora mismo estamos desarrollando proyectos para Amnistía Internacional y la Fundación para la Conservación Australiana y estamos preparando un nuevo libro que se titula Caminar en la naturaleza. El eco-diseño es sostenible, inteligente, creativo y duradero. Es respetuoso con el planeta y también es económicamente sostenible: con pocos recursos se consigue una gran repercusión.

¿De qué forma inculca en sus hijos la importancia del contacto con la naturaleza? Viviéndola. Pasando tiempo con ellos, yendo a caminar por el campo, explorando un río, escalando rocas… Hay que dejarles que se suban a los árboles, que se ensucien y que aprendan por sí mismos qué riesgos pueden asumir y cuáles no. También me gusta hacerles ver cómo crecen las plantas. Es un placer recoger una verdura fresca y comerla. Lo más importante es simplemente divertirse.

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