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‘Mistify’: el documental que aclara la morbosa muerte del «dios del sexo» y líder de INXS

El festival In-Edit estrena en España el film de Richard Lowenstein sobre Michael Hutchence, una carta de amor de las mujeres de su vida que rehuye de la teoría de la ‘asfixia erótica’ y revela una nueva hipótesis sobre los motivos de su muerte.

Kylie Minogue y Michael Hutchence en un vídeo casero en un momento del documental.
Kylie Minogue y Michael Hutchence en un vídeo casero en un momento del documental.Mistify

«Era magnético, tenía esa luz que hacía que solo brillase él en una habitación repleta de gente» (Helena Christensen, pareja entre 1991 y 1995). «Yo me sentía segura y a salvo con él» (Kylie Minogue, pareja entre 1989 y 1991). «Era capaz de mirarte y de hacerte sentir la única persona en la habitación. Daba igual si eras hombre, mujer o un niño. Era su forma de ser» (Martha Troup, representante en EE UU). «Cuando se fijaba en ti, era difícil de ignorar. Nunca había experimentado algo igual, era algo completamente distinto a lo que había vivido en mi vida» (Michelle Bennet, novia entre 1982 y 1987). Durante la hora y 40 minutos del documental Mistify: Michael Hutchence, ni una sola mujer niega la leyenda amatoria y sexual del líder de INXS. Hasta los hombres, rendidos, lo verbalizan: «Él creía que solo se le reconocía por mover el culo y actuar como un dios del sexo«, dice Chris Murphy, mánager de INXS.

Dirigido por Richard Lowenstein, amigo personal y director de múltiples videoclips de la banda, el documental se estrenará en España a finales de mes en la próxima edición del festival In-Edit Beefeater. La cinta es una sentida elegía que presume de un archivo documental abrumador con grabaciones inéditas, íntimas y caseras del propio artista, un hedonista decidido a experimentar (y grabar) casi todos los placeres de su vida. Una oportunidad para acercarse al lado más sentimental y familiar de la leyenda de INXS y desterrar al morbo que rodeó a la muerte del australiano. La cinta se desmarca de las teorías del fallecimiento por asfixia erótica, tras su suicidio en un hotel australiano en noviembre de 1997, y apuesta por una inédita hipótesis médica sobre el declive emocional y anímico que sufrió Hutchence al final de su vida.

Michael Hutchence y Michele Bennett en San Valentín en Sidney.
Michael Hutchence y Michele Bennett en San Valentín en Sidney.Getty (Robert Rosen/REX)

Un suicidio enturbiado por los tabloides

El 22 de noviembre de 1997 la prensa llamó a Kell Hutchence, uno de los hombres más ricos de Australia, para preguntarle qué tenía que decir sobre su hijo. El empresario, que había cenado con Michael la noche anterior y lo había acercado en coche hasta el hotel Ritz Carlton, donde se alojaba, no entendió la pregunta. Fue el periodista, abrumado y pidiendo perdón por lo poco idóneo de la situación, el que le comunicó que su hijo había fallecido asfixiado en su habitación esa misma mañana. Tenía 37 años. Se lo encontró el servicio de habitaciones, tras forzar la puerta. Avisaron a una ambulancia pero no pudieron hacer nada por él. Una exnovia de su juventud y buena amiga, Michelle Bennet, había intentado entrar a la habitación sobre las 10.00, preocupada porque le había estado llamando esa misma mañana muy deprimido. Sin obtener respuesta, y pensando que se había quedado dormido agotado, le dejó un mensaje en recepción. El líder de INXS también había dejado un mensaje en el contestador de su mánager en EE UU, sobre las nueve: «Ya nada me importa».

Los tabloides británicos, los mismos que llevaban meses obsesionados persiguiéndole centrados en cargar moralmente contra su relación con Paula Yates –la presentadora dejó al mismísimo sir Bob Geldof por él–, fueron los que esparcieron el rumor de que Michael Hutchence había muerto por asfixia erótica (también conocida como hipoxifilia) mientras practicaba sexo con otras dos personas. La autopsia confirmaría que no había signos de haber mantenido relaciones sexuales y que todo apuntaba al suicidio. En su cuerpo hallaron rastros de alcohol, prozac y cocaína. Hutchence, según apunta el documental, llevaba desde las 5.30 pegado al teléfono. Yates le había llamado muy afectada desde Londres porque Geldof, que tenía la custodia de sus dos hijas Pixie y Peaches, no le dejaba llevárselas a Australia a la gira de INXS (Yates y Hutchence tenían una hija en común de 16 meses de edad, Heavenly Hiraani Tiger Lily Hutchence). El cantante habló con ella, con Bob Geldof, visiblemente enfadado, y empezó su ronda de llamadas deprimido sin ver una solución aparente a su vida.

Con Paula Yates, su última pareja. Con ella tuvo una hija. Tenía 16 meses cuando se suicidó. Yates fallecería por sobredosis tres años después.
Con Paula Yates, su última pareja. Con ella tuvo una hija. Tenía 16 meses cuando se suicidó. Yates fallecería por sobredosis tres años después.Getty

Además de desterrar definitivamente las teorías sobre su muerte, Mistify abre una puerta a una nueva hipótesis sobre el declive emocional del artista, que además llevó en secreto hasta su muerte. En 1992, en Copenhague, sufrió un accidente de bici que le causó un daño cerebral irreparable. Un taxista lo atropelló mientras iba a buscar una pizza con la que por entonces era su pareja, Helena Christensen. «Se quedó inconsciente en el suelo y le salió sangre por la boca y el oído. Pensé que había muerto. Cuando despertó en el hospital se puso tan violento que los enfermeros le dejaron irse sin hacerse más pruebas», apunta la supermodelo en el film.

Las secuelas le llevaron a una especie de bipolaridad emocional, según expresan prácticamente todos sus compañeros de banda y entorno más cercano, en el que se incluyen declaraciones de Bono, amigo y vecino de su casa de veraneo en Roquefort Les Pins, al sur de Francia: «Me confesó que después de ese accidente todo cambió para él. Le llevó a tener muchas inseguridades y se olvidó de quien era» . Hutchence reveló en varias entrevistas que su accidente le había hecho darse cuenta «de lo que es importante», pero nunca contó el diagnóstico de un neurocirujano en París al mes del accidente: que tenía el cráneo y nervios dañados de forma irreparable y que iba a perder de forma total el olfato y el gusto. «Dejó de ser el Michael que conocíamos», cuenta Kirk Pengilly, guitarrista de INXS: «Algunas veces tenías al Michael normal y otros días era un tío violento y molesto. Era bipolar, errático y también lo empezó a ser en lo musical». El documental muestra, tres meses después del accidente, al propio Hutchence perdiendo el hilo de su discurso en una entrevista en televisión en reiteradas ocasiones.

Nadie, más allá de Helena Christensen –que presionó por la visita médica «tras pasarse un mes tirado en mi casa sin dejar de vomitar»– supo sobre las secuelas de ese accidente. Su entorno pensó que la deriva emocional venía dada por la presión de la prensa con su última relación sentimental y por la sensación de inseguridad musical que Hutchence tenía frente a fenómenos como U2. Tampoco fue el mismo después de que Liam Gallagher lo humillase en su cara en los Brit Awards de 1996. «Has-beens shouldn’t be presenting to gonna bes” («Los que pasaron de moda no deberían presentar a los nuevos»), dijo justo después de que el líder de INXS le entregase el premio al mejor videoclip por Wonderwall.

Michael Hutchence y la modelo Helena Christensen, con la que mantuvo una relación entre 1991 y 1995.
Michael Hutchence y la modelo Helena Christensen, con la que mantuvo una relación entre 1991 y 1995.Getty (Sygma via Getty Images)

El hombre que sí quería a las mujeres

Mistify también es una sentida carta de amor y respeto de todas las mujeres que pasaron por su vida. Su madre lo recuerda como «un eterno soñador» y su hermana ensalza su cariño o su entusiasmo por novelas como El perfume. Familiares, amigas y amantes loan la figura de un conquistador que, pese a ese recuerdo de llevar pantalones excesivamente apretados y torso descubierto perenne, se salió por la tangente de la masculinidad hegemónica y mostró una sensibilidad por el placer de los sentidos fuera de la norma. Hutchence no temía llorar o mostrarse sensible en entrevistas y detestaba esa caricatura de playboy que todos proyectaban sobre él –hasta llegó a cortarse la melena y aparecer con gafas en una etapa en la que lanzó en un proyecto en solitario para huir de ese arquetipo–. Tal y como insisten una y otra vez sus parejas en la cinta, su espíritu vital, su ensoñación continua, era contagiosa. «Amaba a las mujeres, pero tenía ese compromiso interior de dedicarse a la que quería de verdad», cuenta Christensen.

«Sexo, drogas, viajes, libros, amor. Lo quería experimentar todo. Seamos honestos: todo lo que nos rodeaba iba sobre el placer«, apunta Kylie Minogue. La prensa australiana se obsesionó con el romance de la estrella del rock con la joven ingenua. «Tenía una curiosidad insaciable. Él me enseñó todas las cosas buenas y algunas malas, me abrió al mundo«, recuerda la artista, mientras se suceden vídeos caseros idílicos de su relación. Viajes por la Toscana, enamorados y semidesnudos en el Orient Express, comiendo cerezas en el campo, a bordo de un barco en una historia de amor de vacaciones perpetuas. Antes de los DM por redes sociales, Minogue y Hutchence se enviaban, mientras sus respectivas giras los mantenían separados, románticos vídeos caseros y burofaxes a sus hoteles con corazones caligrafiados y bajo el sobrenombre de Gabby Jones (ella) y Swordfish (él).

Christensen, que pasó por todas las consecuencias del accidente con él durante tres años («no tenía experiencia con depresión y empecé a construir paredes entre nosotros porque no supe lidiar con ello»), lo recuerda como «un hombre dulce, divertido y alegre, con una química brutal». Con él compartió veranos bon vivants en la casa del cantante en el sur de Francia. «Íbamos de una casa a otra, de comida en comida y de fiesta en fiesta. Fueron los tiempos más decadentes y maravillosos de mi vida».

La presión de la prensa por su relación con Paula Yates lo rompió. «No viváis en Londres. Te explotan, te avergüenzan», decía en sus entrevistas, entristecido y mostrándose vulnerable ante los periodistas. «Está siendo una pesadilla, la prensa está deshumanizada. En el Reino Unido hay una mentalidad abusona y bastante misógina. Todo esto da mucho miedo«, repetía. Entonces se refugiaba en su hogar con Yates y ambos se hinchaban a antidepresivos.

El día de su entierro, el 27 de noviembre, la ceremonia fue retransmitida en directo desde la catedral San Andrés. Nick Cave cantó Into my arms y Paula Yates repartió sus cenizas entre ella misma, sus familiares y miembros del grupo. Ella moriría por sobredosis de heroína en el año 2000. Bob Geldof se hizo cargo de la custodia de Tiger Lily. La hija del líder de INXS, que ahora tiene 22 años, ha visto el documental. Se lo enseñó el director al finalizarlo: «Se emocionó mucho porque desconocía todos esos aspectos de su padre que nadie le había explicado». También le dijo que, después de tener que lidiar con toda esa carga de emociones, no lo volvería a ver nunca más.

*’Mistify: Michael Hutchence’ se proyectará en el festival In-Edit el miércoles 30 de octubre y el domingo 3 de noviembre en Barcelona. 

Paula Yates y Michael Hutchence, con Peaches y Pixie Geldof.
Paula Yates y Michael Hutchence, con Peaches y Pixie Geldof.Getty (FilmMagic)

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