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Mar plus Ask, la aventura de la valenciana y el danés que convirtieron un olivar milenario en arquitectura de vanguardia

El estudio arquitectónico mar plus ask recupera la arquitectura sostenible de la Tramontana con un proyecto que respeta su contexto.

Dicen los estudios científicos que la percepción de la belleza se gesta en la corteza prefrontal de nuestro cerebro y que esta se activa selectivamente cuando vemos objetos o escenarios que consideramos estéticos. Esa parte del cerebro se le debió de activar a la pareja de arquitectos Mar Vicens (Valencia, 1985) y a Ask Anker Aistrup (Copenhague, 1980) cuando visitaron juntos unos terrenos de la familia de ella en la sierra mallorquina de Tramontana. El paisaje de olivos milenarios distribuidos entre los bancales de piedras, alejado del flujo de los turistas incluso en la época estival –donde cuentan que se oyen los cascabeles de las ovejas que pastan entre el romero y el brezo en un microclima siempre ligeramente más fresco que en el valle– fue el punto de partida de su peculiarísimo proyecto Olive Houses (Casas de los Olivos). «Nos encontramos un escenario tan bonito y transmitía tal paz, que hasta dudamos si una obra nueva iba a sumar algo positivo al lugar sin perturbar el equilibrio. Nuestra intención cuando construimos este proyecto era mantener la experiencia del olivar lo más puro y simple posible», explica Ask. Fue entonces cuando decidieron recuperar una cabaña de piedra y levantar una estructura nueva dando forma a dos pequeñas casas autosuficientes, simples y compactas, de 12 metros cuadrados cada una, con lo necesario para su habitabilidad. Una obra en perfecto equilibrio con la arquitectura vernácula de la zona que además reúne lo mejor de la cultura escandinava (la de él) y mediterránea (la de ella) que se impregna en cada uno de sus proyectos. «Creemos que la belleza puede salvar el mundo, o al menos puede llevarnos muy lejos», así explican la esencia de su estudio de arquitectura que fundaron en Berlín en 2015 bajo el nombre mar plus ask, y que desde hace un par de años decidieron trasladar a Mallorca y Valencia, donde residen junto a su hija Sol, que pronto cumplirá dos años.

Proyecto Olive Houses, en la sierra mallorquina de Tramontana.
Proyecto Olive Houses, en la sierra mallorquina de Tramontana.PIET-ALBERT GOETHALS

Desde el inicio del proyecto tuvieron claro que no se desharían de ninguno de los ejemplares de olivos milenarios a pesar de que eso les condicionara y sacrificara el espacio libre para construir. «Tradicionalmente en la sierra de Tramontana los techados se construían junto a los bancales de piedra para mantener la estructura más templada durante el verano. Nos fijamos en esta idea y la incorporamos a nuestro proyecto». Y así surgió la primera estructura a la que dieron el nombre de Purple House (Casa Morada), que a su vez minimizaba el impacto de la construcción nueva que levantaron a posteriori y a la que llamaron Pink House (Casa Rosa). «Juntas cumplen con todas las comodidades básicas necesarias como casi cualquiera de las casas típicas de la zona, una cocina sencilla, una chimenea y una cama. Nosotros añadimos una ducha y un cuarto de baño», explican.

Otra de las premisas de las que partieron durante la obra fue la decisión de no mover ninguna de las rocas del lugar. Por eso, la Casa Rosa la levantaron sobre el que era uno de sus enclaves favoritos y donde se ubicaba una roca enorme en uno de los extremos. Allí construyeron la estructura abrazándola y generando esa atmósfera «casi prehistórica, parecida a la de las primeras cavernas», señalan. Con una sola entrada y con vistas al paisaje, «la roca se ha convertido en el centro de la obra, casi como una obra de arte que cubrimos con un tragaluz para que le protegiera del sol bajo la sombra de un olivo».

Interior de la Casa Rosa, parte del proyecto Olive Houses.
Interior de la Casa Rosa, parte del proyecto Olive Houses.PIET-ALBERT GOETHALS

Ask estudió Arquitectura en Copenhague, en ese país nórdico esta disciplina se mezcla con las bellas artes. La experiencia y el aprendizaje tras la observación es fundamental y nace de una visión casi artesanal del oficio, muy arraigada en la cultura escandinava. Así puede explicarse la delicadeza con la que cada solución cobra un protagonismo casi poético en los interiores de ambas casas, donde todas las superficies están acabadas con estuco en una gama de naranjas y rosas, los colores complementarios exactos a los colores de una hoja de olivo. «La cultura escandinava tiene históricamente una forma de organizarse estricta y eficiente, y la mediterránea valora la importancia de introducir la alegría y la espontaneidad en los procesos. Aunar estos valores de nuestras culturas nos ha aportado mucho a ambos, en el trabajo y en la vida», explica Ask. Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la arquitectura del siglo XXI es, sin duda, el camino hacia la sostenibilidad. Algo que desde el estudio mar plus ask defienden con soluciones originales: desde el agua que circula por los circuitos, filtrada de la lluvia, hasta el aroma de la leña del olivo que al prenderse caldea la estancia por la noche y la luz del reflejo del agua del mar que alumbra la habitación. «A mucha gente le sorprende que la belleza sea nuestro punto de partida cuando hablamos de sostenibilidad. Sin embargo, nosotros creemos que es completamente lógico y natural, solo que llevamos demasiado tiempo desconectados de la naturaleza
para darnos cuenta de ello. Respetando nuestros recursos, lo que deberíamos hacer es construir casas que podamos cuidar, y por lo tanto, que puedan durar más. Esto está relacionado con un buen diseño, la calidad de los materiales, pero sobre todo cómo los utilizamos hasta cómo están confeccionados», añaden.

El estudio mar plus ask, en el barrio valenciano de Ruzafa.
El estudio mar plus ask, en el barrio valenciano de Ruzafa.carlos luján

Si a esto se le suma que la industria de la construcción es responsable de entre el 30% y el 40% de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo, la pandemia ha hecho reflexionar si cabe aún más a pequeños y grandes estudios sobre la responsabilidad de sus acciones y proyectos. «Como arquitectos tenemos que ser muy conscientes. Las ciudades hoy en día carecen de sensibilidad y conectividad. La arquitectura no es solo resolver las necesidades de un cliente, sino también asegurarse de que se construye buscando un bien común, comprometiéndose con su contexto para devolverle más de lo que se le quita. Está claro que el planeta nos está tratando de decir algo, nos lanza pistas de que hay algo que está funcionando realmente mal. No creemos que la solución sea solo mudarse de la ciudad al campo, sino tomar decisiones a diario que estén en armonía con el mundo que vamos a dejarles a las futuras generaciones».

La pareja de arquitectos Mar Vicens y Ask Anker Aistrup.
La pareja de arquitectos Mar Vicens y Ask Anker Aistrup.carlos luján

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