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El mar es el mejor lugar para huir del estrés: ¿mito o realidad?

Sus aguas nos llevan a conectar con el momento y con nuestros cinco sentidos, además de ayudarnos a conciliar mejor el sueño y favorecer la creatividad y la felicidad.

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Richard Rutledge / Getty Images

Cuando nos vamos de vacaciones y pensamos en un lugar en el que desconectar de todo y huir del estrés diario, habitualmente visualizamos una playa en la que poder pasar las horas sin hacer nada más que mirar al mar. De hecho, cuando se vive en una ciudad de interior, poder huir de vez en cuando a un lugar que tenga mar es la forma más efectiva de recargar pilas… ¿por qué? En realidad hay estudios que aseguran que el mar tiene efectos positivos a nivel mental y que observarlo es un remedio para la ansiedad. Así, hay incluso trabajos que aseguran que vivir cerca del mar es un factor de mayor bienestar, principalmente porque facilita el ejercicio físico y porque reduce el estrés.

Pero ¿cuáles son las razones por las que mirar al mar calma nuestra ansiedad? Preguntamos a los expertos si realmente merece la pena elegir un destino marítimo para nuestras escapadas y estas son sus razones:

1. El factor azul
Aunque obviamente el mar no tiene un color como tal, visualizar el reflejo azul del mismo es una de las claves para conseguir un estado de relajación. La psicóloga Nuria G. Alonso aporta a este respecto que “diversos trabajos realizados en España, en concreto de la Universidad de Granada en colaboración con el Colegio de Educación Especial San Rafael de Granada, y en Estados Unidos los trabajos de Eva Heller, demuestran que el color azul ayuda a relajarnos cuando discutimos y estamos enfadados o estamos sometidos a un nivel de ansiedad elevado. No sólo ayuda a adultos, también especialmente a niños”.

2. Un sonido relajante
No se trata solo de observar el mar, sino también de escucharlo, o mejor dicho: de no escuchar nada más que el sonido del mar. Como aporta la psicóloga Judith Viudes, en las sesiones de relajación o en la búsqueda de sonidos que ayuden a conciliar el sueño las olas del mar siempre parecen funcionar. “Se eligen sonidos como las olas del mar, entre otros, porque el sonido constante y armónico de las olas promueve las ondas alfa en nuestro cerebro, que están relacionadas con estados de tranquilidad”.

3. Respirar hondo
Otra de las acciones que solemos realizar al llegar a una zona con mar, además de hacernos una foto con el horizonte para Instagram, es inspirar hondo y dejar que su olor nos invada. Algo que no solo nos ayuda a nivel físico, sino también mental. “Las personas que sienten estrés tienen sensación de dificultad para respirar y en algunos casos opresión en el pecho”, recuerda Nuria G. Alonso. Por lo que la respiración en el mar, además de mejorar las patologías respiratorias debido a alto contenido en yodo del aire marítimo, también mejora el estrés. “Abrir las vías respiratorias permite que entre más oxígeno y que el cuerpo logre estar menos en tensión. Además, logra mejorar las defensas, muy necesario cuando vives una situación continuada de estrés”, aporta la experta.

4. Conectar con el momento
Si está claro que el mar se observa, se escucha y se respira, también podría decirse que se siente cuando nos quitamos los zapatos y dejamos que los pies se hundan en la arena o incluso se saborea, a ser posible con comida que venga del mar en un chiringuito, y no con un mal trago de agua salada. En definitiva, el mar hace posible que conectemos más con las sensaciones, con los cinco sentidos y, por tanto, con el momento en sí mismo. Según Mónica García, coach de desarrollo personal, “que la atención de nuestra mente vaya al momento presente, a las sensaciones, hace que no esté preocupada con algo pendiente por hacer, con resolver un problema, etc. Y mientras nuestra mente está enfocada en algo neutral, nuestro sistema nervioso tiene la oportunidad de reducir la respuesta de estrés”.

5. Sonreír sin motivo
La sonrisa tonta que se nos pone al mirar al mar en un momento tranquilo no solo tiene que ver con la psicología, sino también con la ciencia de la propia felicidad. A este respecto, Judith Viudes explica que “el mar está cargado de iones negativos, que son muy positivos para nuestro bienestar. Los iones negativos se generan en entornos paisajísticos con corrientes de agua (ríos, mar, cascadas, fuentes,…) y su efecto también ayuda con la segregación de serotonina en nuestro cerebro”. Cabe recordar que “sumergirse en ese estado de calma favorece la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina que estimulan la sensación de felicidad.”.

6. Una única tarea
Uno de los motivos por los que nos dejamos llevar por el estrés diario es porque nos hemos acostumbrado a vivir en una multitarea continua. Estamos siempre pendientes de varias cosas a la vez, del móvil y de nuestra vida familiar y social que requiere no poca atención. Sentarse frente al mar supone focalizarse en una sola cosa para variar. Además, como reflexiona Mónica García, los lugares cercanos al mar “generalmente son lugares con un ritmo de vida más lento y una menor concentración de personas”, lo que nos lleva a tener menos distracciones y disfrutar más del momento.

7. Dormir mejor
Otro de los problemas del estrés es que no nos deja conciliar el sueño. Sin embargo, parece que tras un día de playa caemos rendidos sobre la cama. La respuesta, según Nuria G. Alonso, es que el mar incrementa los niveles de melatonina. “Se trata de una hormona que interviene en el ciclo del sueño, por lo que cuanto más puedas producir esa hormona, más facilidad para dormir. El agua del mar contiene altos niveles melanina y por eso el agua del mar es excelente en este proceso porque contribuye a conciliar el sueño de forma más sencilla y efectiva”.

8. Dejar que la mente resuelva sola los problemas
Por último, otro de los motivos para sentirnos estresados es que no seamos capaces de tener una idea para un proyecto laboral o de encontrar una solución a un problema personal. Una pescadilla que se muerde la cola, ya que precisamente el estrés hace que nuestras ideas estén más bloqueadas. El mar, sin embargo, parece ser un factor que influye en nuestra creatividad. Según Judith Viudes, “sentarse un ratito delante del mar puede ayudar a disipar dudas, pensar con menos tensión, tomar decisiones con más claridad y potenciar la imaginación y la creatividad al estar sumergidos en ese estado distendido de nuestra mente. Es como si de alguna forma nuestra mente hiciese clic y se abriese a cavilar otras perspectivas diferentes y otros puntos de vista distintos, lejos de aquellos influidos por la ansiedad y el estrés del día a día y en cualquier ámbito personal, social o laboral”.

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