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Lucia Lijtmaer e Isa Calderón: «¿Que somos marginales? ¡Pero si llenamos teatros!»

Arrasan en la Gran Vía, acumulan seguidores y su podcast (que lanzará una edición especial «Confinamiento») es uno de los más escuchados de España. La alianza de Lucía Lijtmaer e Isa Calderón triunfa libre y sin censura.

Isabel Calderón y Lucía Lijtmaer en una habitación del Hotel Emperador.
Isabel Calderón y Lucía Lijtmaer en una habitación del Hotel Emperador.Ximena Garrigues y Sergio Moya.

Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) e Isa Calderón (Madrid, 1983) han dormido poco. No les supone un problema. Ágiles de mente y espíritu pese a la falta de sueño, se prestan encantadas a beber cava en pijamas de seda sobre impecables sábanas de algodón egipcio en una suite con terraza a la Gran Vía madrileña del hotel Emperador. Su estampa recuerda a aquella Faye Dunaway en 1977, posando en batín para Terry O‘Neill en la piscina del Hotel Beverly Hills, mirando al Oscar que ganó pocas horas antes  por su cínica magnate mediática en Network, un mundo implacable. Ellas no han ganado el Oscar, pero sí emanan ese subidón adrenalítico de haber llenado la noche anterior el Palacio de la Prensa de Madrid. Otro sold out más para Deforme Semanal. Otro llenazo sin tener que depender del visto bueno, ni  la censura previa, de ningún tiburón empresarial de algún gigante mediático.

Ha llovido mucho desde que estas dos amigas protagonizasen una charla juntas en el Festival Primera Persona a propósito del segundo libro de Lijtmaer, Yo también soy una chica lista (Destino, 2017) y comprendiesen que las chicas listas, efectivamente, debían y tenían un hueco que ocupar. Asumiendo que ningún señor de los medios estaba dispuesto a ofrecérselo, se lo trabajaron ellas solas. Monólogos, gags, entrevistas, producción, colaboradores. Sin ayudas parieron Deforme Semanal, un combativo programa político y cultural con espíritu de late night feminista, que ahora agota el medio millar de sillas del recinto al poco de salir las entradas. Por su programa han pasado desde políticos como Pablo Iglesias a cómicos temerosos de su ingenio incisivo («Estoy acojonado ante vosotras», confirmó Joaquín Reyes) o la complicidad de autoras, políticas y pensadoras como Brigitte Vasallo, Ada Colau o María Sánchez. Convertidas en imparable power couple creativa, este dúo también arrasa en el programa estrella (e imbatible) de Radio Primavera Sound, Deforme Semanal Ideal Total. La versión podcast mensual del teatro que se graba en directo en Barcelona y que también agota los asientos disponibles en cuestión de minutos.

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En la radio –donde en febrero doblaron cifras  y acumularon 24.000 escuchas a través de las diversas plataformas en las que está disponible, además de YouTube–, recurren a su finísimo humor costumbrista y apuestan por una vertiente más centrada en el análisis sociocultural con temáticas libres como la belleza, la obsesión o la ansiedad con referencias a libros, películas y pensadoras imprescindibles.

A tenor del termómetro emocional visto en redes, no tenemos dudas de que las ventas de Nora Ephron, Ottessa Moshfegh, Vivian Gornick o Susan Sontag han experimentado un pico ascendente tras ser veneradas (con más razón que un santo) en su programa. Y hasta las de Sally Rooney. Calderón se rio del fenómeno superventas de los milennialls en uno de los programas pronunciándola con retintín («¡Era una broma! ¡Un gag! ¡Cómo se ha puesto todo el mundo!», dice cuando se le recuerda su ya clásico con voz de pito «¡Sally Roooney!»). Hasta eso ha servido para promocionarla: Isa acabó autografiando el ejemplar de Gente normal, el libro que criticó, tras el último programa. Jordi Évole es uno de los últimos en sumarse a la fiebre en las ondas: «Llego tarde, pero podcast buenérrimo», sentenció en Twitter.   

La pareja, que anda con nuevo proyecto del «que pronto daremos noticias», también tiene espacio para la individualidad. Calderón, guionista y cómica, vuela libre con su show Acabada y colabora en radio tras airear la (masculinizada visión de la) crítica cinematográfica con  Reviews Fuertecitas. Lijtmaer, ensayista, periodista y crítica cultural, prepara nuevo libro mientras se imprime la tercera edición de Ofendiditos (Nuevos Cuadernos Anagrama, 2019).

Tras la sesión de fotos, y de vuelta a las Adidas y looks relajados de un viernes de resaca, hablamos de por qué diablos se considera ‘radical’ que una mujer haga reír a la gente o cómo deshacerse de esa mochila generacional de la validación profesional masculina.

¿Broncano sí y ellas no? «En la tele no se atreven con nuestro late night. No nos lo van a dar nunca», cuenta Lucía. «Todo depende de quién tenga el dinero y qué quiere hacer con él. Es decir, si nos vamos a encontrar con un montón de productores que hacen televisión totalmente tradicional, que no nos entienden y que quieren cambiarnos, no nos merece la pena», sentencia  preguntada sobre por qué Deforme Semanal no asalta las televisiones. «Chica, igual si nos lo dieran puede que hasta triunfáramos, porque total, la tele ya no la ve ni Dios», dice Isa. El acceso a ese poder en la parrilla nocturna (también económico, David Broncano se embolsa 6.000 euros por programa en La Resistencia) sigue estando vetado a las mujeres. Tras cancelar Las que faltaban, un programa de Movistar+ presentado por mujeres cómicas, muchos se preguntan qué hace falta para que una mujer u otros perfiles puedan  alcanzar ese estatus de poder y de salarios. «¿Cómo puede ser que Marc Giró (colaborador de Deforme Semanal), que te seduce hasta una puerta y es el mejor cómico de España, no tenga un programa para él todavía?», se pregunta Calderón.

«No somos radicales»

La brecha de perspectiva también perjudica. En 2020, la universalidad sigue constreñida a lo masculino. En este panorama, un show de humor con perspectiva de género parece condenado a nichos de mercado en estudios de marketing. Algo que detesta Calderón: «En entrevistas mucha gente nos dice que hacemos ‘como una cosa muy radical y muy de los márgenes’. Pues te voy a decir una cosa, para hacer una cosa muy marginal estamos llenando teatros. A lo mejor, ni tan radical ni tan marginal. Vivimos en una sociedad con una panda de cabrones importantísimos y a las mujeres se nos impide avanzar en todas las dimensiones».

«Nos lo hemos currado mucho»

«Estamos hartas de leer en la prensa, de escuchar en la radio y de ver en tertulias esos discursos de señoros de extremo centro. Los centristas», dice Isa. «Los que creen que el feminismo debería ser algo ‘higiénico», añade Lucía. Desde sus inicios no han temido denunciar esa masculinidad hegemónica en las tribunas mediáticas. «Ellos piensan que nosotras necesitamos un cierto reconocimiento por su parte, como una especie de hueco, y mira, no», cuenta Isa, y advierte: «De hecho, nos metemos con ellos. Hablamos de ellos. Como dice Lucía, no necesitamos ni su reconocimiento. Nos hemos creado un espacio, nos lo hemos currado muchísimo para poder decir lo que nos dé la gana. Esto no es una vía para llegar a nada. No es un puente hacia ellos. No es un peaje. De hecho, si hemos hecho cosas mainstream no hemos tenido la libertad que tenemos cuando lo hacemos solas».  Lucía Lijtmaer añade: «Nosotras, precisamente, a quien queremos dar voz y espacio es a esas mujeres que no lo tienen en los medios tradicionales. Esto es un programa hecho por mujeres para ayudar a proyectar a otras mujeres». Su fórmula funciona bien. Ambas confirman que ya pueden vivir de esto. Lucía, centrada en su labor de autora, denuncia la precariedad que hay en el mundo del periodismo. «Al final, tuve que tomar medidas. Con 40 años no podía seguir trabajando a 80 euros la pieza y con encargos a las 12 de la noche. Es una vergüenza».

«En redes hay que cuidarse»

Después de padecer dos linchamientos (uno por un vídeo donde defendía que con la Biblia no se alcanzaría la igualdad y otro por contestar al escritor Arturo Pérez-Reverte), Isa Calderón ha rebajado su opinión en las redes sociales: «No vale la pena, hay que cuidarse». Por su parte, Lucía asiente: «Es por una cuestión de salud mental». Isa recuerda algunos momentos que sobrepasaron lo puramente digital: «He llegado a estar en una discoteca completamente borracha y acercarse tíos a decirme cómo tenía que hacer los vídeos. Exponerse es muy, muy agotador. Antes éramos más inocentes. Ahora es un ejercicio de responsabilidad. Si quieren saber mi opinión de algo, que den al play de nuestro programa».

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