Libreras resoplantes: el nuevo clan femenino viene echando humo

Una combinación de fotogramas y diálogos plagados de humor negro sirve a este grupo de chicas para satirizar acerca de los clientes maleducados y el día a día de la profesión.

Alexandra Lores

22 jul 2015 - 09:32CEST

Dos librerías se cierran cada día en España, según un estudio reciente publicado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros. Un dato que ya no sorprende; cada vez es más habitual presenciar cómo las grandes cadenas toman el control, en lo que parece un camino inexorable hacia el monopolio del negocio. Poco o nada queda de aquellas librerías y libreros vocacionales donde la clientela se pasaba horas ojeando primeras ediciones amarillentas de Marguerite Duras o William Faulkner.

Reliquias como Shakespeare & Co. en París, o City Lights Bookstore en San Francisco son hoy vestigos de aquellos lugares de culto. La primera fue fundada en 1919 por Sylvia Beach, conocida editora de la época y la primera en publicar el Ulises de Joyce; la californiana City Lights es célebre por ser la responsable de la publicación de Aullido y otros poemas, de Ginsberg, y epicentro de las reuniones de la Generación Beat.

Imagen vía librerasresoplantes.tumblr.com

En medio de este panorama gris para las letras, nace Libreras Resoplantes, una web que “surge como una broma con pretensiones terapéuticas. Una de mis compañeras llevaba varios días resoplando de lo lindo y creé la página de Facebook para ella”, explica su creadora. Una sátira (casi) diaria en la que mediante una combinación de frames, y diálogos plagados de humor negro y misantropía, su autora se despacha alegremente con todos aquellos “clientes maleducados que no te dan ni los buenos días y te ponen el móvil a dos centímetros de la cara para enseñarte el libro que buscan”.

También les caen dardos, claro, a Vargas Llosa, fenómenos como 50 sombras de Grey, o a la gente que solo entra para hacer fotocopias y comprar tarjetas de felicitación. En definitiva: cualquier aspecto que mosquee a esta librera que prefiere mantenerse en el anonimato, y de la que solo sabemos que “hay días que no leo ni la marca del whisky que compro y otros en los que no salgo de casa porque estoy leyendo”.

En sus ratos libres, las chicas se juntan para despotricar, beber whisky y soñar con montar una editorial que se llame Vulva. Los lazos afectivos entre libreras son inquebrantables y, aunque los contenidos de la página los sube solo una de sus representantes, esta nos asegura que “libreras resoplantes hay en todo el mundo. Entra en cualquier librería, pide algo de Jodorowski y verás”.