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La bondad es ‘trending topic’

Cadenas de favores cogen fuerza en las redes sociales e iniciativas ciudadanas llenan el vacío de unas ONG castigadas por los recortes: un círculo vicioso que activa los mecanismos neuronales de la felicidad.

cadena de favores
Everett Collection

Leído en un timeline cualquiera en un perfil de Facebook cualquiera: “Me apetece generar un poco más de FELICIDAD este año y estoy participando en una iniciativa rollo Pay-it-forward (Cadena de favores). La idea es que las 7 primeras personas que comenten mi estado diciendo "me sumo" recibirán una sorpresa mía en cualquier momento del año. Puede ser cualquier cosa que se me pase por la cabeza: un libro, una entrada, una visita, un detalle, una postal, una carta… No os avisaré, sencillamente os sorprenderé cuando yo lo sienta y encuentre aquello que creo que es para vosotros. Estas 7 personas deben COPIAR en su muro este texto para que siga la cadena (NO COMPARTIRLO). La idea es crear una cadena de generosidad al estilo de esta película. En este 2014 difundamos un poco de amor y buen rollo sin otra finalidad que robarnos una sonrisa. ¿Te sumas?". Mensajes como éste se multiplican en redes sociales, tanto es así que la compañía de Mark Zuckerberg, experta en leer tendencias sociales, habilitó hace un par de meses el botón Donate Now (Donar ahora) a diferentes organizaciones no lucrativas para facilitar las donaciones. Un fantasma recorre Internet, el fantasma del hastío por la frialdad de los mercados y la crueldad de los recortes.

El reverso amable de las ONG

Desde el inicio de la crisis, las iniciativas solidarias ciudadanas están cogiendo fuerza como respuesta al vacío que, involuntariamente, han dejado las ONG tras un descenso del 40% en las subvenciones públicas que les servían de financiación. Un recorte inversamente proporcional al aumento de las necesidades: en España, más de 13 millones de personas (el 28,2% de la población) está en riesgo de pobreza y exclusión social y, según la EPA, hay más de 6 millones de personas en paro. A falta de respuesta institucional, solidaridad sin intermediarios. Un emprendedor social, Iván Caballero, ha cofundado The Social Coin: una cadena de favores con su propia moneda. Tú entras en la web y acuñas tu moneda. Eliges una buena acción que puedas hacer por otra persona (desde la donación de efectivo hasta recoger su cartera del suelo) y, justo cuando le hagas el favor, le entregas la moneda. El ayudado tiene el deber moral de continuar la cadena de acciones desinteresadas. También van cobrando fuerza los Cafés Pendientes, una fórmula solidaria copiada de Italia por Gonzalo Sapiña, un joven barcelonés experto en marketing online, que promueve que bares y otros locales gastronómicos acepten que sus clientes abonen, además de su propia consumición, cafés que personas en situación de pobreza consumirán más tarde. La iniciativa ha cuajado hasta tal punto que más de 200 establecimientos en España se han adherido, y muchos de ellos cobran el café solidario a un precio reducido. La receta del café pendiente la adoptan otros negocios foodies, como la panadería Horno Atanor, en el madrileño mercado Maravillas, cuyos clientes pueden dejar pagadas “barras pendientes”, pan para quien no puede permitírselo. También por iniciativa de un ciudadano solidario, el sevillano Guillermo Pardo, ha comenzado la cadena de favores Family App, una fórmula que involucra a empresas y ONG: quien realice un donativo a alguna de las entidades sin ánimo de lucro que participan en el proyecto tendrá importantes descuentos en las empresas que también colaboran, como las gasolineras Galp y Gas Natural Unión Fenosa. Y si hablamos de apoyo mutuo entre pares, nada puede compararse con el éxito de Acaba con la crisis. La web creada por el chef Ansel Cambra al principio de la crisis ha conseguido poner en contacto a más de 200.000 usuarios con todo tipo de necesidades (materiales, de formación….) y las personas que, desinteresadamente, les dan respuesta.

La solidaridad que se perpetua

Los expertos en neuroeconomía aseguran que las acciones solidarias tienden a mantenerse en el tiempo por motivos meramente fisiológicos: un estudio de la Universidad de Claremont descubrió que los actos de generosidad incrementan los níveles de oxitocina, la llamada hormona del enamoramiento (con un papel fundamental en el orgasmo y el parto), en un 80%. Es decir, la generosidad y la empatía hacia otras personas activa los mismos mecanismos neuronales que un orgasmo. De la ola de bondad 3.0 se benefician tanto los receptores como los solidarios y se forma un círculo virtuoso. Según explica el profesor de neurología Paul J. Zak en La Molécula de la Felicidad (Indicios), “podemos rastrear la empatía desde el incremento inicial de oxitocina hasta la secreción de dopamina y serotonina que convierte la experiencia en agradable y en algo que deseas repetir, hasta el compromiso social que se produce como resultado”.

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