_
_
_
_
_

Se cumplen 30 años del orgasmo (fingido) que hizo reír a Lady Di

La película ‘Cuando Harry encontró a Sally’, dirigida por Rob Reiner, iba a tener un final muy distinto del que tuvo. Rendimos tributo al filme que sigue provocando colas en el restaurante Katz’s de Nueva York -y que guarda una divertida anécdota sobre la princesa de Gales- tres décadas después de su estreno.

La mítica escena del filme rodada en Katz's.
La mítica escena del filme rodada en Katz's.

El pasado mes de agosto, Rob Reiner, el director de Cuando Harry encontró a Sally revolucionó a los fans de la película al explicar en People que originalmente el final no iba a ser el que acabó siendo (a partir de aquí todo serán spoilers, si es que pueden considerarse como tal tres décadas después de su estreno). La historia comienza con los dos protagonistas haciendo un viaje de 18 horas de Chicago a Nueva York en el que no congenian demasiado. Años después vuelven a encontrarse en la Gran Manzana y poco a poco su relación va estrechándose hasta que después de idas y venidas… acaba como cualquier comedia romántica que se precie.

Así que, ¿cómo que Billy Crystal y Meg Ryan iban a irse cada uno por su lado? Miles de corazones hubiesen salido rotos del cine pero sin llorar con la mítica frase “cuando te das cuenta que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible”. Afortunadamente y como si fuese cosa de película, el destino intercedió para que el guión cambiase de rumbo. El personaje de Harry, interpretado por Crystal, estaba basado en el propio realizador, que unos años antes se había divorciado de Penny Marshall –también cineasta y directora de la afamada Big– y su idea era reflejar la etapa vital que estaba atravesando. “Estaba en medio de mi soltería (…) Todas estas relaciones desastrosas, confusas, una tras otra. Y pensé, ‘esta es un área que nunca he explorado. Por supuesto, todos los demás han tratado el tema. Pero ¿qué pienso de esto? ¿Cuál sería mi opinión?’”, contó en una entrevista a The New York Times en 1989, año en el que se estrenó la película en Estados Unidos.

El director y el productor, Andy Scheinman, se encontró con la periodista y guionista Nora Ephron para explicarle la idea, pero ella la rechazó aunque se quedó con un detalle: “¿Son un hombre y una mujer capaces de ser amigos sin que el sexo interfiera en la relación?”. Esa cuestión fue la que le dio forma a la trama y Ephron decidió escribir el guión de la considerada como última comedia romántica aceptable del siglo XX. Como dice Hadley Freeman en su libro The Time of My Life (Blackie Books, 2016) no es “sinónimo de basura retrógrada que te entumece el cerebro, vuelve locas a las mujeres y convierte a los hombres en personas horribles”. De hecho, consiguió una nominación al Premio Óscar 1989 al mejor guión original y otra al Premio BAFTA en 1990 en la misma categoría.

Durante el rodaje del filme, Rob Reiner coincidió con la fotógrafa Michelle Singer y se enamoró, por lo que su visión de las relaciones cambió y pidió que Harry y Sally acabasen juntos después de 12 años y tres meses de amistad. Se conocen tanto que cuando por fin Harry se le declara a Sally le dice: “Te quiero cuando tienes frío estando a 21º, te quiero cuando tardas una hora para pedir un bocadillo, adoro la arruga que se te forma aquí cuando me miras como si estuviera loco, te quiero cuando después de pasar el día contigo mi ropa huele a tu perfume y quiero que seas tú la última persona con la que hable antes de dormirme por las noches”.

La película, que iba a tener un final distinto, cumple 30 años.
La película, que iba a tener un final distinto, cumple 30 años.

“Esa escena”

La película está llena de pasajes y diálogos que ya forman parte de la educación sentimental de varias generaciones. “Nora Ephron escribió tantas frases magníficas que la cantidad de autocontrol necesaria para no fundirlas todas en una enorme cita me está provocando calambres en los dedos”, redactó Freeman.

Por supuesto, la más conocida y que pasó entró en la historia del cine nada más proyectarse por primera vez es la del orgasmo fingido de Meg Ryan en Katz’s Delicatessen. La idea surgió después de que Ephron le abriese los ojos a Reiner al explicarle que lo de simular el clímax en las relaciones sexuales era algo habitual en las mujeres y él decidió que era un secreto que sus congéneres debían saber. La frase que completa la escena y que, curiosamente pronuncia la madre del director (“Quiero tomar lo mismo que ella”) fue una aportación del Crystal.

Katz’s ya era un local muy conocido en Nueva York antes de la película gracias a sus bocadillos de pastrami, pero después de la interpretación de Ryan se convirtió en un lugar de peregrinación. De hecho, tienen colgado un cartel encima de la mesa en la que se desarrolló que dice: “Donde Harry encontró a Sally… esperamos que tengas lo que ella tuvo ¡Disfruta!”.

Reiner comentó en una entrevista a The Guardian que cuando la película se estrenó en el Reino Unido, la princesa Diana de Gales asistió al estreno y se sentó al lado de Crystal. Cuando se acercó el momento de “la escena”, el director empezó a mirarla temeroso de su reacción: “¡Pero ella no paró de reírse! Se inclinó hacia Billy y susurró: ‘Me reiría mucho más, pero sé que todos me están mirando’”. Según él, más tarde pidió que le enviasen la película al Palacio de Kensington para poder verla con sus amigos y reírse todo lo que quisiera.

Otro de los detalles más apreciados de la cinta son los pequeños testimonios de parejas longevas que se intercalan en la trama. La primera corresponde, de hecho, a la historia de los padres del amigo de Reiner, Alan Horn. Un día, el director fue a visitarle a casa y para entablar conversación con el padre, le preguntó por cómo había conocido a su mujer. Y, de pronto, ese hombre hasta el momento taciturno se iluminó y contó cómo cuando vio a su actual esposa entrar en un bar, le dijo a un amigo que estaba con él: “¿Ves a esa chica de ahí? Me voy a casar con ella”. Y así fue. La experiencia le emocionó tanto, que tomó la decisión de incluirla junto a otras. Es el testimonio que abre la película, que se cierra con el de los protagonistas.

El orgasmo (fingido) más famoso del cine.
El orgasmo (fingido) más famoso del cine.

Por qué Harry y Sally en 2019

La película no pasaría el test de Bechdel (un método para evaluar si una obra cumple con los estándares mínimos para evitar la brecha de género) ni por los pelos, ya que aunque aparecen dos personajes femeninos que hablan entre ellos sólo lo hacen acerca de sus relaciones con los hombres. Pero lo mismo pasa con ellos y es que la trama se basa en eso: en los sentimientos amorosos y en cómo cada género se enfrenta a ellos.

Por supuesto, la percepción del amor romántico ha evolucionado en estas tres décadas y “el campo de estudio” de la película se enfoca solo a personajes heterosexuales, blancos y con una posición acomodada. Pero en la actualidad líquida de 2019, con sus aplicaciones de consumo de citas exprés y la inseguridad que provoca un sistema cada vez más individualizado, las ansiedades de los personajes no parecen tan lejanas. Como le dice Carrie Fisher a Bruno Kirby, los amigos de los protagonistas que se enamoran: “No me hagas volver al mundo de las citas nunca más, por favor”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_