_
_
_
_
_

Hannah Jane Parkinson: “Odio cuando te encuentras con alguien y no saluda. No cuesta nada ser educado”

La periodista británica escribe sobre las cosas buenas de la vida en su libro ‘La alegría de las pequeñas cosas’.

Hannah Jane
ILUSTRACIÓN DE ANA REGINA GARCÍA REALIZADA CON FOTOS DE ALICIA CANTER (RETRATO DE LA AUTORA), HULTON ARCHIVE Y GETTY IMAGES.
Ana Fernández Abad

Dar con la bata perfecta (“enorme, mullidita”), cerrar las pestañas abiertas en el navegador (“todas. De una tacada”) o un desayuno inglés (“la mantequilla hay que servirla caliente, para poder untarla sobre el pan y que se derrita como oro líquido”) son algunos de los pequeños gestos cotidianos que hacen mejor la vida de Hannah Jane Parkinson (Liverpool, 33 años). This must be the place, de Talking Heads, y las canciones de Girls Aloud son su banda sonora feliz. Hace tres años empezó a escribir una columna sobre estos asuntos en su periódico, el británico The Guardian. “Pensaba que en términos de política global era todo deprimente, con Trump y el Brexit, y hablé con mi editora y le dije que podíamos ofrecer a nuestros lectores una columna alegre, amable, que los animara. Le pareció una buena idea, y así comenzó todo”, recuerda al otro lado de la pantalla, desde una cafetería de Londres, donde se mudó hace una década desde Oxford. Cita Delight, obra publicada en 1949 por J. B. Priestley, como inspiración de esos escritos ahora reunidos en el libro La alegría de las pequeñas cosas (Círculo de Tiza), “un inventario de deleites y hallazgos, una energía febril de niño que te toma de la mano y te señala los tesoros del camino”, según reseña Marta D. Riezu.

Cuando comenzó con esta columna el mundo era diferente. Ahora han pasado una pandemia y un confinamiento, vivimos el Brexit, la guerra en Ucrania, la crisis climática… ¿Es más importante que nunca concentrarse en lo bueno de la vida, aunque sea por instinto de supervivencia?
Es una buena manera de decirlo, sí. Durante la pandemia la gente empezó a leer de forma distinta mis columnas, decía que las apreciaba de verdad. En el confinamiento fue especialmente importante para la gente recordar las cosas buenas. Lo enfatizó todo.

En esta sociedad tan veloz, ¿resulta necesario pararse a pensar en lo que nos hace felices, pese a la sensación de no tener ese tiempo para frenar?
Una de mis columnas habla sobre mirar hacia arriba, y se refiere justo a esto. Vamos con la cabeza hacia abajo, rápido, al trabajo, mirando el móvil. Estamos perdidos. Y deberíamos quitar nuestra vista de ahí, mirar a nuestro alrededor y tomarnos nuestro tiempo para apreciar las cosas. Veo que cada vez más gente intenta hacerlo, se preocupa de su salud mental y dedica tiempo a reflexionar, a parar, a hacer cosas que le gustan. Por eso me encanta nadar, me meto en el agua y me olvido de lo demás.

El reciente Digital News Report 2022, del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, concluye que los lectores están cansados de malas noticias y se interesan cada vez más por otro tipo de contenidos. ¿Han cambiado los intereses?
Antes la gente no buscaba noticias felices. Veías las búsquedas en The Guardian y nunca ocupaban los primeros puestos, no obtenían mucho tráfico, clics. Pero ahora estamos cansados de malas noticias, y creo que la gente está leyendo más las buenas noticias, lo vemos en el tráfico en la web, y con los temas que se comparten en las redes sociales, que tienden a ser más positivos.

¿Por qué? ¿Puro escapismo o cambio de prioridades?
La pandemia ha tenido un gran impacto, hemos estado desesperados, y las prioridades han cambiado, porque la gente se ha dado cuenta de lo que es más importante para ella. Y luego está el cambio climático, ignorado durante tanto tiempo, y ahora que tenemos estas olas de calor y los incendios se está prestando más atención a este problema. De una forma extraña, hay más positivismo sobre la necesidad de hacer algo. Es curioso, me parece que la gente se está centrando en lo positivo, pero también como forma de combatir las cosas malas. Hay escapismo, pero también es una manera de concentrar energía para poder cambiar las cosas.

Habla mucho de autocuidado, ¿hay que reivindicar la importancia de tener tiempo para uno mismo?
Hay cosas obvias que nos hacen sentir bien, como pasar tiempo con los amigos. Decir que lavarse los dientes nos hace sentir bien puede sonar raro, pero dedicar tiempo a cuidarse a uno mismo es importante. Cuando la gente está deprimida, o baja de ánimo, esa es una de las primeras cosas que dejan de hacerse. A veces no te cuidas porque crees que no mereces esa atención. Tengo una amiga, Nigella Lawson, que es chef y escribe de cocina, y dice que mucha gente no cocina para sí misma porque piensa que no merece la pena. Su premisa es que tienes que hacer cosas para ti, porque tú mereces la pena, y creo que es una enseñanza importante.

Sus pequeñas cosas también implican grandes asuntos: al referirse a la decoración aborda también la precariedad, el coste de la vida, los precios del alquiler…
Los alquileres en Londres son cada vez más elevados, y a la vez comprar un piso se está haciendo muy caro. Eso puede ser deprimente, porque vives en un sitio mucho tiempo, pero no puedes reflejar tu personalidad. Nos queda utilizar la creatividad para mejorar lo que tenemos, ver cosas positivas en un mundo que no es ideal.

Defiende la amabilidad en un mundo de constantes polémicas, ¿las redes están acabando con ella?
Sí, creo que las redes sociales son gran parte del problema. La gente dice en las redes sociales cosas que no diría en la vida real. Especialmente porque muchas veces tienen cuentas anónimas. Tuiteas algo de forma rápida, ni siquiera lo piensas, y eso, definitivamente, no ayuda. Y además los medios de comunicación se han convertido en muy combativos, siempre encuentras gente discutiendo en la televisión.

Se busca que haya confrontación y polémica.
Sí, y me parece agotador. La amabilidad y la educación se pierden, y se ve solo rudeza. Odio la grosería. Como cuando te cruzas con alguien en la puerta y no te saluda. No cuesta nada ser educado. Es un gesto que hace sentir bien. Por eso insisto en apreciar las pequeñas cosas de la vida que pueden marcar una diferencia. Ahora, con toda la ira que llena las redes, creo que incluso valoramos más encontrarnos con personas amables.

Hannah Jane Parkinson es la autora de ‘La alegría de las pequeñas cosas’ (Círculo de Tiza).
Hannah Jane Parkinson es la autora de ‘La alegría de las pequeñas cosas’ (Círculo de Tiza).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ana Fernández Abad
La editora de estilo de vida de S MODA está especializada en temas culturales y personajes de actualidad. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra y ha escrito en medios como Diario 16, El Comercio o Descubrir el Arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_