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Esto me pasó a mí: los medios ‘online’ fomentan el auge del periodismo confesional

Los medios que escriben y consumen los veinteañeros se contagian del estilo de las redes sociales

confesional
Getty

Cosas que debería saber la mejor amiga de mi novio, La vez que me ingresaron en una unidad psiquiátrica, Echo de menos fumar, Me llevo el microondas (en la ruptura), El día que se murió mi perro, Ojalá no te quisiese, Maneras de irritarme, No estoy saliendo con nadie especial.

Los enunciados anteriores son titulares de artículos publicados en el espacio de apenas dos semanas en la web Thought Catalog, una revista online de entretenimiento que nació en 2010 y ha tenido un ascenso meteórico, hasta alcanzar más de 2.5 millones de lectores al mes.

Thought Catalog practica, y está en la avanzadilla, de un tipo de periodismo –los puntillosos pueden llamarle entretenimiento escrito, si prefieren, pero el periodismo siempre ha tenido mucho de eso– que tiene especial predicamento entre los veinteañeros, la llamada generación Millenial o Generación Y, los nacidos a finales de los ochenta y principios de los noventa y que ya han vivido desde la adolescencia la sobreexposición de las redes sociales. Lo que escriben, y lo que leen está marcado por esa desinhibición que se ha bautizado como “oversharing”, compartir de más. Y de ahí su amor por la primera persona y el estilo confesional.

Si esos titulares que citábamos parecen demasiado personales, en realidad son prácticamente fríos análisis comparados con los de la web femenina (y feminista) xoJane: Tuve un bebé con el marido de mi amiga,  Me enteré de mi acoso sexual porque mi compañera de trabajo lo grabó con el móvil mientras pasaba y el controvertido: Estoy abortando un bebé. Ahora mismo. Casi todos esos artículos se publicaron bajo un epígrafe que ha acabado por definir a la revista y, por extensión, a este neogénero periodístico: “Me pasó a mí”. La polémica editora de xoJane, Jane Pratt, una ex chica it de los noventa, íntima de Courtney Love y Michael Stipe, reconoce que el proceso de selección de periodistas para su web se concibió como si fuese el casting para una telecomedia. Cada una tenía que responder a un tipo de personaje. “Para que la gente sienta que las conoce y sigue sus trayectorias”, explicó recientemente en una entrevista en la revista New York.  Curiosamente, ni en su web, ni en Thought Catalog, se publican muchas noticias sobre celebrities. Quizá porque no hace falta: son los propios redactores los que ejercen ese papel.

 A Pratt, la estrategia se le fue de las manos con el muy documentado caso de Cat Marnell, su editora de belleza, que básicamente se dedicaba a contar su desaforado consumo de drogas (la belleza según Marnell: de jovencita mezclaba el fármaco Ritalin con rímel) hasta que Pratt tuvo que despedirla, tras haberle obligado a seguir varios programas fallidos de rehabilitación. Ahora, Vice, que lleva ya una década practicando ese periodismo confesional (también en su versión española) y nunca ha hecho ascos a un titular en primera persona –ni a un relato politoxicómano– ha rescatado a Marnell y le ha dado una columna titulada Amphetamine Logic.

Este tipo de artículos funcionan bien en internet y proporcionan tráfico a las webs que las alojan, razón por la que el estilo se está extendiendo incluso en medios mucho más establecidos y con un perfil menos alternativo. La venerable The Atlantic, fundada en 1857, publicó el pasado noviembre una provocativa portada en su edición de papel con una foto de la autora, una treintañera atractiva, y el titular: ¿Casarme?, ¿yo?. El artículo, en el que la periodista, Kate Bolick, explica que rechazó la propuesta de matrimonio de su novio y que tiene la intención de permanecer soltera, fue un enorme éxito viral en la edición online, generó debate y decenas de respuestas en otros medios y ahora la CBS ha comprado los derechos de la pieza para convertirlo en una sitcom. 

Imagen de la web Thought Catalog.

El estilo no es nuevo, claro. La primera persona vivió sus días de gloria con el Nuevo Periodismo de los años sesenta. Y a los columnistas anglosajones, mucho más que a los del ámbito hispano, siempre les ha gustado confesar datos íntimos que les acercan a la materia sobre la que escriben. Hay quien hace de ello casi su marca de estilo, como es el caso una de las columnistas políticas estelares del New York Times, Maureen Dowd. En Reino Unido sucede lo mismo: Caitlin Moran explicó su aborto en so columna semanal del Times de Londres.

Pero los veinteañeros que se incorporan a la profesión, y que ya han crecido acostumbrados a compartir su vida privada en las redes sociales, están alcanzando nuevos grados de exhibicionismo y añaden a sus piezas una pátina de sinceridad que rechaza el cinismo y el distanciamiento irónico de la generación que les precede. Apuestan casi por la candidez. Ryan O’Connell, de 26 años, es el director creativo y uno de los autores más prolíficos en Thought Catalog. O’Connell se ha convertido en uno de los exponentes de lo que en Time etiquetaron como “nuevo narcisismo”. En los casi 1.000 posts que ha escrito para la web en dos años están: Cosas que aprendes cuando te rompen el corazón, Una carta a mi erección, Estar soltero el día de San Valentín no mola, Cómo ser mi novio y Simplemente quiéreme, cojones. O’Connell le dijo a Time que su norma a la hora de escoger temas es “hacer que lo personal sea universal” y añadió: “La gente siempre cree que lo que piensan es una locura. Lo que intento hacer es que se sientan mejor consigo mismos”.  Es dedir, periodismo como autoayuda.

En octubre, el periodista publicó un intrigante post titulado La única cosa sobre la que nunca escribiré. Allí reconocía que “todos los escritores tienen una delgada línea roja, incluso los que, como yo, escriben sobre sexo anal y sus limpiezas de colon”, insinúa que “durante el último año he estado pasando por algo que no contaré y que otra gente sí cuenta”. El artículo recordaba un poco al mecanismo de los niños que aseguran que “tienen un secreto y no lo pueden decir”. Hamilton Nolan, periodista de la web Gawker, que es siempre muy crítica con el estilo de Thought Catalog –la rivalidad entre ambos medios se parece a la de un treintañero que mira con una mezcla de superioridad y exasperación a un veinteañero excitable y energético recién llegado a la oficina–, señaló que ese post marcaba un punto de no retorno para la publicación. “Nótese lo que Ryan O’Connell no hizo con eso de lo que no puede hablar: callarse”, escribió Nolan. “Siempre ha habido gente egotista pero nunca hubo una manera tan fácil de compartir esos pensamientos”, señala el periodista a SModa, al tiempo que augura un crecimiento del género “porque funciona muy bien en internet”. ¿Y es todo negativo? “No. Hay buenas piezas de periodismo confesional, el problema es que el estilo ya se usa como un modo predeterminado. Y el narcisismo es algo que todos deberíamos tratar de extirpar de nuestra personalidad, no celebrar”, dice. Habrá que ver si la tendencia se extiende a las de momento bastante más tímidas webs en español.

 

 

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