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Entrevista surrealista a Kanye West, por Joaquín Reyes

He quedado con Kanye en una de sus mansiones gemelas: dos residencias de estilo neocolonial totalmente idénticas, situadas una al lado de la otra, en el barrio de Bel-Air. Me ha dicho que entre en la que quiera.

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Getty Images

Me decido por la de la izquierda, porque la otra tiene un gran nubarrón encima que está descargando agua de lo lindo (el resto del cielo está totalmente despejado). Cuando cruzo el arco de medio punto de la entrada, se despliega ante mí un parterre con una fuente octogonal. Sumergido en ella está el famoso rapero, totalmente desnudo, sujetando un espejo de mano. Lo tiene pegado a la cara. Diría que se está besando a sí mismo.

Buenas tardes.

Soy Dios.

Algo me olía.

¿Sabes que una rima mía bastaría para sanarte?

Eso lo sabe todo el mundo Sr. West.

¿Notas mi hálito divino?

Desde que he llegado, lo he notado.

Y la energía, ¿la notas?

Sí, aunque al principio pensaba que eran gases.

¿Te canto un rap que acabo de crear? Atiende: «Yo me quería casar con la churrera/para estar todo el día/churro dentro, churro fuera»

¡Bravo!

Ahora vete, y llévate tu mediocridad contigo.

Solo una pregunta. ¿Por qué en la casa de al lado hay un nubarrón?

Dentro está Kim, tiene un bad hair day.

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