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El documental de Heath Ledger, el actor que «sabía que no estaría aquí mucho tiempo»

El film recuerda la vida del actor, que falleció en 2008 a los 28 años, y evita todas las leyendas negras en torno a su figura.

Heath Ledger.
Heath Ledger.

En el fondo, es un alivio que Heath Ledger muriera a los 28 años y no a los 27, para que nadie pudiera incluirle en esas macabras listas de artistas muertos a esa edad que adornan algunas camisetas y poblaban los tumblrs de los adolescentes góticos. En el documental I am Heath Ledger, que se estrena hoy en Movistar, uno de sus amigos de infancia menciona que el actor australiano “siempre estuvo obsesionado con Janis Joplin, Kurt Cobain y toda esa gente que murió a los 27” y otro dice que Ledger siempre hablaba de las cosas que tenía que hacer porque “sabía que no estaría aquí mucho tiempo”.

Eso es todo lo cerca del morbo o de la idea de que una muerte tan absurda y evitable –causada por la mezcla de somníferos y medicamentos con receta– “estaba escrita en el destino” que llega a estar la película, un escrupuloso homenaje en el que participa casi toda la familia del actor, su agente, muchos de sus amigos, entre ellos el músico Ben Harper y Naomi Watts, que fue su novia durante casi dos años, y Ang Lee, que le dirigió en uno de sus papeles más memorables, el de Ennis del Mar en Brokeback Mountain.

Lee rememora cómo se dio cuenta de que lo suyo con Michelle Williams, que hacía de su esposa en la película, era más que un rollete de rodaje. Apenas llevaban unos días trabajando juntos cuando tuvieron que hacer una escena en la que se tiran por una pendiente en trineo. Williams se cayó y se hizo daño y cuando el equipo llegó al hospital “él estaba allí cogiéndole de la mano”. La actriz y madre de su única hija, Matilda, es la gran ausente en el documental y su no-presencia se deja notar. Aunque todos sus amigos hablan muy bien de ella y de lo feliz que fue Ledger cuando la conoció –se quedó embarazada poco después del rodaje–, hay pocas imágenes de ellos juntos, apenas unas fotos y ningún vídeo, y el filme crea una discreta elipsis en torno a la relación hasta que el círculo de Ledger empieza a hablar de “lo dura que fue la ruptura”, sin entrar en ningún momento a valorar los motivos. La actriz no compartió ningún material con los directores de I am Heath Ledger y probablemente pidió que no apareciese tampoco la niña, que sólo se ve en una foto de refilón cuando era un bebé.

A pesar de ese agujero notable, el documental funciona como un recuerdo generoso del actor australiano que tuvo una densa y corta carrera. A los 17 años, en cuanto acabó el instituto, se fue a viajar por Australia con su mejor amigo. Como casi todos los artistas de su país, de Kylie Minogue a Hugh Jackman, se fogueó en las populares telenovelas, en su caso Home and Away, pero no tardó mucho en conseguir su primer papel en Hollywood, el de protagonista de Diez cosas que odio de ti. Tras el éxito de la película, que coincidió con una camada de comedias adolescentes con tramas vagamente shakepearanas, le siguieron ofreciendo papeles de carismático malote-pero-noble y aun así consiguió escapar de ese encasillamiento y enlazar roles en Ned Kelly –ahí conoció a Watts, que en ningún momento del filme deja claro que eran pareja–, Destino de caballero, El patriota y Las cuatro plumas. Del documental se deduce que Ledger tenía reacciones ambiguas a su nueva celebridad. No le entusiasmó que toda la promoción de Destino de caballero se basase en un primerísimo primer plano suyo que empapeló todo Hollywood. Pero también sacó jugo al hecho de ser joven, exitoso e instantáneamente millonario. Su casa de Los Feliz, con una habitación llena de discos y platos para pinchar, estaba siempre llena de amigos australianos, entre ellos Rose Byrne, que alargaban su estancia durante meses. “La gente se quedaba un poco más de lo necesario”, admite Watts. “Aquello era como El séquito antes de El séquito”, cuenta el actor Ben Mendelsohn, uno de los aussies beneficiarios de la generosidad de Ledger. Ben Harper también recuerda la vez en que el actor le envió sin avisar un piano de cola. A cambio, sólo le pidió que le compusiera una nana para su hija, que aun no había nacido.

El documental sobre el actor se puede ver en Movistar.
El documental sobre el actor se puede ver en Movistar.

 A pesar de que tenía buen nombre en la industria –la jefa de Columbia Pictures y después de Sony, Amy Pascal, lo quería en todo lo que hacía– y de que la crítica intuía que había algo de sustancia en aquel ídolo teen, Ang Lee no tenía claro que pudiese cargar con una película tan compleja como Brokeback Mountain a sus espaldas. No tardó mucho en darse cuenta de que sí era capaz. Tras la película, por la que recibió una nominación al Oscar, “se convirtió más en padre que en artista”, según sus amigos, cuando la joven familia se mudó a Brooklyn. Por entonces también rodó algunos vídeos musicales con Harper y otros músicos amigos y empezó a plantearse en serio la idea de dirigir su primera película. Quería adaptar el libro The Queen’s Gambit, que cuenta la historia de una niña prodigio del ajedrez y sus adicciones al alcohol y los tranquilizantes, y le rondaba siempre la idea de hacer algo en torno a la figura de Nick Drake, el músico folk inglés fallecido en 1974 a los 26 años.

Su penúltimo papel, el de Joker en El caballero oscuro de Christopher Nolan, es el que propició más material a quienes quisieron construir leyendas negras a partir de su muerte. Se especuló con que el papel le había trastornado. Algo que su hermana, Kate Ledger, se encarga de desmentir. “Tenía sus demonios pero había en él muchas ganas de vivir”, insiste su agente y amigo Matt D’Amato, negando la hipótesis del suicidio. El documental probablemente saldría ganando si se abundase un poco más en esos demonios –lo más cerca que la familia está de comentar sus problemas es cuando hablan de su insomnio crónico–, pero se entiende que prevalezca lo luminoso.

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