Color rosa en el Museo del Traje

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10 curiosidades que no sabías del color rosa

La exposición La Vie en Rose, en el Museo del Traje del 16 de noviembre al 3 de marzo, explora la evolución del significado de este tono a lo largo de la historia.

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    Bata rococó, ca. 1770. Fue uno de los colores preferidos de Madame de Pompadour y María Antonieta. Los Borbones trajeron a España esta tonalidad, exportada desde la Corte de Versalles.

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    Casaca s. XVIII, ca. 1775 -1785. El rosa era un color unisex en el s. XVIII, durante el rococó. Los avances en temas de tintes permitieron ampliar la gama de colores, pasando de los tonos más vivos de los pigmentos naturales a otros pastel, más tratados e innovadores.

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    Vestido Imperio, ca. 1810. Fue muy popular en la época neoclásica gracias al descubrimiento de Pompeya y Herculano a finales del s. XVIII. Si el rosa pastel se veía como un tono de la Corte, aristocrático, el rosa pompeyano, más oscuro y terroso, se asoció a la nueva burguesía.

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    Casulla, 1851-1900. La Iglesia católica dotó de simbología a esta tonalidad: significa obediencia, esperanza y espiritualidad. Las casullas de seda rosa, muchas de ellas bordadas en oro, son propias de la liturgia del tercer domingo de Adviento (o domingo de Gaudete).

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    Chaleco, 1840-1850. El británico William Henry Perkin inventó el primer tinte químico en 1856. Eso hizo las delicias de los hombres y mujeres del romanticismo: chalecos, levitas y plastrones experimentaron con tonos como el cereza, el rosa suave, el palo de rosa, el rosa acentuado o el muy popular rosa rubor de doncella.

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    Abanico, 1890-1914. El rosa empolvado era el color de referencia en el armario femenino a finales del siglo XIX. ¿Lo curioso? Lo usaban, sobre todo, a partir de los 30 años. Antes, preferían tonos brillantes.

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    Traje goyesco. Desde la llegada del traje de luces a la tauromaquia en el s. XIX, el rosa ha sido un color asociado al toreo. Con muchos matices: rosa palo, carmín, fucsia, salmón, fresa, frambuesa o grosella... Combinados con bordados en oro, plata o azabache. Las medias de los toreros son rosas, al igual que una de las caras del capote de brega, la asociada a la buena suerte.

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    Túnica de Balenciaga, ca. 1955-1968. El cine encumbró este tono gracias a los modelos de Marilyn Monroe o Jane Mansfield. Y a películas como Una cara con ángel, de Audrey Hepburn, en la que la directora de la revista Quality invita a sus redactoras a acabar con la tiranía del negro y el azul y pensar en rosa en la canción Think Pink! La alta costura de la época, de Dior a Balenciaga, dio su aprobación al uso de este color.

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    Vestido Teresa Cabarrús, de Jesús del Pozo, 2006. El rosa ha sido un tono subversivo: reivindicado por Vivienne Westwood y el movimiento punk, ha pasado de interpretarse como símbolo de lo femenino a ser reivindicado por los millennials como signo de empoderamiento.

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    Zapato, Manolo Blahnik. Es un tono que ya no obedece a las connotaciones de género: a partir de los años cincuenta se utilizó en publicidad asociado al color de las niñas, pero desde los años ochenta se reivindica de nuevo como unisex, desde David Bowie a Pharrel Williams. Diseñadores como Margiela o Rei Kawakubo han dedicado colecciones a este color.

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