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Cristina Stolhe, la fotógrafa gallega que busca la belleza en el error humano, la espontaneidad y la crudez

La creadora, que ha colaborado con Loewe, Paloma Wool o Edward Cuming, ha inaugurado su primera exposición individual, en la que propone un viaje por su día a día.

“Mi trabajo creativo es algo caótico, real… es mi visión de la vida y la belleza, de las cosas que me inspiran y me rodean. El error humano me encanta: un gesto, algo puramente natural. Me inspira mucho la gente, una conversación con un extraño, cualquier cosa absurda. Todo lo espontaneo”, nos cuenta la fotógrafa Cristina Stolhe. Nació en Pontevedra y, aunque siempre se sintió atraída por capturar momentos -“era algo que no podía evitar”- la vida le llevó por otros lares y se trasladó a Santiago de Compostela para formarse en historia del arte. “Fue hace dos años cuando empecé a dedicarme de pleno a la fotografía para desarrollar mi lado más creativo”, precisa.

Una de las obras de Cristina Stolhe.
Una de las obras de Cristina Stolhe.D. R.

En su trabajo, que muestra en su fee de Instagram, explora la cotidianidad, la crudeza de lo mundano y su propia vida por medio de imágenes urbanas. “Instagram es una herramienta que siempre me ha gustado por esa inmediatez. Para mí es un diario personal donde doy forma a mi universo estético. Es bastante intuitivo y obsesivo”. Con una percepción de la belleza disruptiva con el foco en las emociones, sus imágenes rompen con los cánones tradicionales o las imágenes milimétricamente estudiadas que proliferan en la red social: es más cruda, real, íntima y espontánea. “Para mí la fotografía es una experiencia muy psicológica: tanto con el exterior y lo que desconozco, como con lo que tengo más próximo: mis vínculos y mis propias vivencias”. Así, documenta cada día lo que observa bajo sus propios códigos estéticos y sorprende una presencia constante de personas mayores, curas y monjas. “Puede que esté relacionado con mi infancia. Tenía una tía abuela monja de clausura muy especial, me perturbaba y a la vez me atraía mucho. Solo la podía ver a través de las rejas, no podría abrazarla. Eso me marcó. También cómo vestía, su forma de vivir tan hermética en un momento de mi vida en el que, como adolescente, buscaba la libertad absoluta”.

Fotografía de Stolhe para Paloma Wool.
Fotografía de Stolhe para Paloma Wool.D. R.

“Busco algo más pictórico, algo que te proporciona según que cámaras en vez de lo puramente digital y preciso” dice. “Me gusta mucho confundir entre analógico y digital. Investigo y experimento con cámaras de los noventa, cada una es diferente y es el camino para conseguir texturas muy interesantes”, detalla. Entre sus referentes señala a la fotógrafa estadounidense Nan Golding o al pintor británico David Hockney, pero su principal fuente de inspiración son las personas que ve en su día a día. “Me encantan las personas mayores, me gusta mucho hablar con ellas. Su sabiduría, templanza… encuentro en la gente mayor paz y una belleza en la que parece que no nos fijamos tanto”, recalca. Con una fotografía intuitiva y espontanea, Cristina ha trasladado su propio lenguaje visual al mundo de la moda, en el que ha colaborado con marcas como Edward Cuming, Paloma Wool o Loewe, con un trabajo que busca narrativas alejadas de las campañas tradicionales. “Las marcas que me han llamado entienden lo que hago, no me ponen límites y me dan muchísima libertad”, reconoce.

Ahora, Stolhe expone su primera individual en la galería el Chico (Madrid), algo que señala como uno de los mayores hitos a lo largo de su trayectoria. La muestra permanecerá abierta al público hasta el próximo 15 de octubre. “Con la exposición mi trabajo ha cogido otra forma de repente, ha atravesado las pantallas de los móviles y se ha materializado en algo físico. He tenido que adaptar un espacio mis fotos y crear una atmósfera para que la gente lo entendiera, pero no por ello mi trabajo tiene un mayor valor. Para mí es lo mismo que estaba haciendo hasta ahora, pero ahora en las paredes de una galería. De ahí el título de la misma: But still, life”, sentencia. “Estamos muy mal acostumbrados a consumir miles de fotografías al día en el plano digital, estamos acostumbrado a la imagen en el mundo digital. La exposición ha sido la forma de poner las fotografías en valor y volver a cuando tratábamos la imagen como un objeto”, añade.

En 2018 publicó su primer libro, Random Pictures Book, con la editorial Terranova. En él reunía parte de su archivo fotográfico y a día de hoy prepara su segundo libro, que saldrá a la luz el próximo año. “Es una forma de poner en valor la fotografía, materializarla: que no sea algo virtual. Un objeto que se pueda apreciar y cuidar”, señala. ¿Y para el futuro? “Me gustaría continuar realizando proyectos, siempre en el plano creativo, que me ayuden a crecer. Tocar el arpa, tener una granja y vivir cerca del mar».

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