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Cómo pedir en los restaurantes en plena operación bikini

Porque comer fuera también puede ser una opción sana y apta para quienes están a dieta.

Kim Kardashian

Conciliar vida social con la operación bikini siempre resulta un reto. Para aquellos que piensen que la única solución para no saltarse la dieta es encerrarse en casa cual ermitaños se equivocan. Es perfectamente viable mantener unos hábitos saludables de alimentación y salir a comer fuera. Con unos pocos conocimientos podréis esquivar los elementos prohibidos de los menús sin sacrificar las salidas con amigos.

Según la Doctora en Nutrición Marta Aranzadi éstas son las 10 claves para salvar la dieta cuanto comemos en un restaurante:

1. No llegar con hambre pues luchar contra las tentaciones cuando se tiene mucho apetito resulta imposible. Por ello es imprescindible hacer las comidas intermedias (meriendas, snack media mañana…) y se aconseja comer algo antes de salir de casa. Una buena opción, tomar antes de salir un caldo vegetal para llevar el estomago lleno.

2. A la hora del aperitivo digamos un rotundo sí al jamón
, a las aceitunas, las almendras, las nueces, los boquerones en vinagre, las gambas, el salpicón de marisco, los mejillones o los berberechos. Hay que huir de las patatas fritas, kikos, croquetas, hojaldres y rebozados. En cuanto a la cesta de pan, ni mirarla.

3. Para beber, siempre es mejor el vino tinto o blanco que la cerveza. Nada de cañitas de aperitivo, un zumo de tomate o un tinto de verano con gaseosa (las bebidas de limón suele tener mucho azúcar en cambio la gaseosa es baja en calorías). Hay un mito por el que se cree que el blanco es menos calórico que el tinto pero no es cierto. Lo que ocurre es que nos da menos apuro adulterar el blanco con cubitos de hielo, que lo aligera a base de agua y la copa dura más. En cualquier caso no hay que pasar de dos vasitos por comida.

4. Si se van a compartir primeros de picoteo, no nos podemos dejar llevar por lo que pidan los otros
. Hay que mirar la carta y pedir algo que puedas tomar como espárragos, setas a la plancha, jamón o gambas. No vale comerse media croqueta del de al lado ni probar la ensaladilla rusa. Todo cuenta y, si picoteamos cosas prohibidas, hay que tener claro que sí que pasa algo: NOS LA ESTAMOS SALTANDO.

5. Hemos de intentar pedir siempre una ensalada de primer plato
, pues el hecho de tener que masticar un rato hortalizas crudas lleva un trabajo gástrico importante que hace que se coma menos después. Si no, una verdura a la plancha o cocida es una buena elección. Es importante evitar las cremas que pueden llevar patata o nata, incluso el gazpacho porque casi siempre lleva pan .

6. Debemos tratar de aliñar nosotros mismos la ensalada
ya que las que ya vienen preparadas suelen contener mucho aceite. Así podemos controlar la cantidad que echamos (no más de dos cucharadas soperas). No hay problema en añadir vinagre o limón, y poca sal siempre.

7. Solo a mediodía se debe pedir un plato de carbohidratos: pasta o arroz o patatas, si es posible cocinado con verduras pero si no lo hay no hay problema en tomar paella. Eso sí, nunca lo debemos mezclar con otro carbohidrato como el pan. En días como éste nada de postre.

8. Siempre que exista la posibilidad deberíamos decantarnos por carnes, pescado, pollo, y huevos cocinados de forma sencilla. Tanto a la hora de la comida como de la cena.

9. Si vas a una casa o es un menú prefijado y no puedes elegir hay que identificar elementos que puedas evitar como no comerse los picatostes de la ensalada, las patatas, no probar el pan y olvidarse de la tarta estrella de la anfitriona. Si se sabe de antemano que se va a tener alguna cena o comida de este tipo hay que preverlo y el día de antes y el día de después compensar el exceso comiendo al mediodía carne, pescado o pollo, y cenando solo fruta.

10. Evitar la clásica situación de compartir varios postres
. Una cucharadita de esto y de lo otro puede resultar peligrosísima, a final sin darte cuenta te has comido toda la carta de postres. Si hay que elegir, lo mejor es una pieza de fruta de temporada o un sorbete de limón sin alcohol.

Comer fuera no es tan difícil cuando se sigue una dieta. Algunos restaurantes son más proclives a preparar platos de forma específica o permiten pedir cosas que no están en carta para colaborar con las necesidades dietéticas del cliente. Lo cierto es que cada vez más lo restaurantes procuran adaptarse a las necesidades de quienes no quieren engordar.

Os proponemos un listado de restaurantes donde saltarse la dieta sería prácticamente imposible:

Crucina, en Madrid.

(Cocina+raw) Es el primer restaurante de cocina gourmet realizada con productos crudos de Europa. La cocina crudivegana o cocina sin fuego defiende la teoría de que para que un alimento conserve sus propiedades nutricionales tiene que ser un alimento vivo con todas sus vitaminas intactas. A la hora de hacer dieta no hay un lugar mejor , puedes pedirte unos espaguetis de calabacín con tomate y champiñones o una musaka en versión vegetal viva.

La Paloma, en Ibiza.

“Comida mediterránea hecha con amor”. Así es cómo definen sus dueños la cocina que se sirve en este lugar maravilloso en plena naturaleza. Vegetales frescos de su propia huerta y productos italianos de calidad protagonizan la oferta culinaria. Las pasta y los risottos son la especialidad de la casa aunque se pueden tomar carnes ecológicas, como el solomillo con salsa de vinagre balsámico, quesos y embutidos traídos de la Toscana y algunos pescados frescos.

Juicy Jones, en Barcelona.

Restaurante vegano de Barcelona donde podras encontrar platos de seitan, tofu, sándwiches de verduras en un ambiente muy funky y divertido.

Pizzasana, en Madrid.

Puedes elegir tu pizza de masa sin gluten, ecológica integral, sin lactosa o simplemente de trigo. Para los que necesitan ingesta extra de proteínas la pizza Cantábrica con sardinas y pimientos de piquillo o en plan vegetariano, la Suprema, con setas de temporada, ajito y espárragos verdes. O la Corvara, con pollo ecológico, manzana, pimiento verde, calabacín, puerro y cebolla.

Teresa Carles
, en Barcelona.

Un nuevo concepto de restaurante de cocina saludable con decoración exquisita y platos muy cuidados de la mano de Teresa Carles, con más de 30 años de experiencia en fogones verdes). No os perdáis su sanísimo brunch y sus croquetas veganas.

Baobab, en Zaragoza.

Este es un vegetariano para todos los públicos en un precioso local diseñado por Cesc Pons. Su especialidad son las tortillas. Cuentan con un menú de 15 euros donde probar platos como tortellini de espinacas con salsa de panapesto, berenjenas rellenas, croquetas de tofu y zanahoria y batido de kéfir con fruta.

Celmart Market & Coffee, en Pozuelo de Alarcón.

Es un supermercado concienciado con los celiacos y seguidores de los productos orgánicos que además tiene cafetería con terraza donde pedirte tostas gluten free o carnes y pescados a la plancha. Un buen sitio donde comprar comida sana y picar algo.

Harina, en Madrid.

Negocio ideado por la estilista Carmen Baudín con aires nórdicos. Es una panadería y restaurante donde comprar panes artesanos de masa madre, tartas caseras o tomarte unos riquísimos zumos antioxidantes, ensaladas y sándwiches.

Viva la Vida, Madrid.

Cuentan con dos locales, uno esta en el barrio de la Latina (con cóctel bar y terraza) y otro situado en el numero 57 de la calle Huertas con un pequeño mercado. Han importado el concepto latinoamericano de comida al peso pero en versión veggie. Coges lo que quieras, lo pesas y pagas por ello. Los 100 gramos cuestan 1,80 euros.

Magasand, en Madrid.

Alta cocina rápida, sana y casera. La clave del éxito de este local además de su decoración es la posibilidad de prepararte tus propias ensaladas y sándwiches entre una gran variedad de producto. No dejes de ir a probar su drunch, una cena temprana a la hora del afterwork.

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