_
_
_
_
_

Cerámica hecha joya

Los nuevos collares objeto de culto se diseñan en España y los firma Andrés Gallardo.

Andres Gallardo

Un martillo, un caballito de porcelana y un ¡crash! Así cambió su vida. Andrés Gallardo no intentaba deshacerse de un regalo hecho por un enemigo ni liberar tensión. «Estaba con mi chico en Berlín y entré en un anticuario atraído por las porcelanas. Pensé: ¿qué puedo hacer con ellas, pero en mi mundo?». Cogió un martillo y destrozó la figura en su habitación. «Mi ex sabía de maquinaria y me explicó cómo pulir las piezas para que no cortasen, cómo agujerearlas…». En esa época, Gallardo trabajaba para Raasta, donde coincidió por segunda vez con Marina Casal. Anteriormente habían formado equipo con Juan Duyos en Don Algodón. «Ya estábamos cansados y veíamos que con la crisis todo peligraba. Los collares de Andrés se vendían en alguna tienda y me preguntó: “¿Nos independizamos con nuestra propia empresa?”», recuerda Marina. En su nuevo estudio, entre plantas colgantes y figuras, teatralizan aquel momento. Se cogen de las manos y entre carcajadas se dicen: «¡Juntos al fin del mundo!». Más serios, recapacitan. «Hace dos años ya veíamos cómo las firmas medianas cada vez lo pasaban peor. También necesitábamos evolucionar. Y aunque era un riesgo… nos lanzamos. Somos una marca pequeña, pero vivimos de nuestro trabajo y hemos crecido».

En 2011 se constituyeron como firma y presentaron su primera colección: Broken Porcelain. Una línea de la que solamente produjeron 300 collares con animales y flores, «siempre con evocación mitológica, evitamos que sean kitsch, pero sí que tengan un punto dramático y, sobre todo, que sean sólidas». Estas piezas han atrapado a una clientela con nombres como Tali Lennox, Elvira Lindo, Drew Barrymore o Lana del Rey. En una producción para S Moda, la cantante quedó fascinada con un collar con un águila azul. «¡Llegamos a salir en The New York Times! Después nos ocurrieron cosas increíbles. Siempre decimos: es la magia de Lana». También pidieron sus diseños revistas como Allure o L’Officiel y las ediciones de China, Japón o Taiwán de Vogue.

En solo unos meses han cuatriplicado su producción (con precios entre 85 y 500 euros las joyas únicas) y tienen 30 puntos de venta en todo el mundo. Además, cuentan con artesanos en Madrid y Lisboa que los ayudan. Su éxito también tuvo un disgusto. Durante la pasada edición de Madrid Fashion Week muchos creyeron que los collares del desfile de Ana Locking eran de ellos. «Ella nos propuso una colaboración. No pudimos hacerla, estábamos a punto de presentar nuestras creaciones en la feria de París (donde la marca ganó el concurso Who’s Next). Luego vino su desfile…». Las redes sociales hablaron de que se trataba de un plagio y Ana Locking explicó que simplemente era una evolución de su trabajo. «Nosotros solo nos dijimos: ¡Hagamos algo nuevo!».

Para este collar compraron flores de lámparas de los años 20 y un pájaro en mercadillos de Berlín, París y Ámsterdam.

Mirta Rojo

The family es como llaman a la colección de figuras que decoran toda una pared del estudio.

Mirta Rojo

Los prototipos que crea en su taller son producidos por artesanos en Madrid y Lisboa.

Mirta Rojo

«En España se venden más las joyas pequeñas. En cambio, fuera nos piden piezas más impactantes», asegura la pareja.

Mirta Rojo

«Nuestro sueño es trabajar para una firma española como Lladró», comenta Marina.

Mirta Rojo

Jungle boom es la colección de piezas únicas hecha para Helena Rohner.

Mirta Rojo

«Las figuras se cuecen a 1.500 ºC, lo que hace que sean muy resistentes», dice Casal.

Mirta Rojo

Este collage con las imágenes que los inspiran está junto a las mesas de diseño.

Mirta Rojo

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_