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Alberto San Juan: «Nos han robado la dignidad»

Su proyecto, el madrileño Teatro del Barrio, es la punta de lanza de un nuevo activismo sobre las tablas.

Alberto San Juan

La relación entre sexo oral (o su carencia, para ser exactos) y el panorama económico. Es uno de los temas de Autorretrato de un joven capitalista español, un monólogo autobiográfico de Alberto San Juan que conecta su realidad personal con el contexto sociopolítico actual. Cada miércoles, el madrileño predica esta «información útil» en el Teatro del Barrio: «No importan mis opiniones, que pueden ser equivocadas. Pero es necesario compartir las preguntas». Mientras, el actor prepara lo próximo: para enero, otro texto, Masacre. Historia de la banca privada española (sobre los grandes patrimonios nacionales); en febrero produce Las guerras correctas, escrita y dirigida por Gabi Ochoa (basada en la entrevista que Iñaki Gabilondo hizo a Felipe González acerca de los GAL en 1995); y en marzo El Rey, en la que Luis Bermejo será Juan Carlos I, junto a Willy Toledo y Javier Gutiérrez, que encarnarán a Franco, Don Juan, Suárez o Garrigues Walker.

En tiempos de crisis, ¿no prefiere la gente evadirse?

Creo que no. Yo diría que está harta de que distraigan su atención. Ha caído el decorado construido en la Transición, que nos incitaba a despreocuparnos. Mientras, nos han robado el dinero y la dignidad. Es hora de mirar de frente a la realidad, que puede cambiarse.

Hasta se aventura a escribir sobre Gabilondo o Juan Carlos I…

Es una especie de teatro periodístico. La desinformación creada en los ultimos 40 años por los principales medios de comunicación sigue siendo uno de los grandes problemas de la democracia. En el caso de El Rey, nos interesa qué ha supuesto la monarquía en este país, si estos 40 años han dado estabilidad, como dice el discurso oficial, o han servido para no permitir que la sociedad evolucione y crezca.

Se adivina que se inclina por lo segundo…

Partimos de una documentación, hipótesis y preguntas condicionadas por una subjetividad inevitable. Pero la actitud sería la de un periodista: la brújula es la objetividad.

¿El humor es el mejor recurso para abordar este tipo de temas?

No siempre. Cuando dirigí Ruz-Bárcenas [sobre el interrogatorio al extesorero del PP] no partimos de la comicidad. Pero la gente se ríe. ¿Por qué? Es la reacción ante el descaro de un entramado mafioso formado por los partidos políticos mayoritarios y las empresas más grandes del Ibex 35. Eso sí, sabemos que por interesante que sea un espectáculo, si no divierte ni emociona es mejor leer un libro.

Hay quien defiende que no corresponde a los artistas interferir en política.

Todo ciudadano tiene el derecho y quizá el deber de expresarse sobre lo que ocurre en la sociedad.

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