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Miedo y caos en la granja de girasoles a la búsqueda de la foto para Instagram. Hasta 7.000 coches se llegaron a congregar en el parking de la granja Bogle de Ontario (Canadá) hace unas semanas. Y todo por hacerse una foto junto a un campo de girasoles. La fiebre del selfie ataca ahora a este escenario veraniego, y según desvela The National Post, ha convertido los campos de Ontario en una zona de combate donde los granjeros tienen que lidiar con hordas de usuarios de Instagram dispuestos a hacerse un selfie en sus tierras cueste lo que cueste.
El caso de la familia Bogle, dedicada al cultivo de girasoles durante más de seis generaciones, ha sido el que más alarma ha despertado. La familia, propietaria del mayor campo de girasoles de Canadá, decidió ganar un poco más de dinero abriendo sus tierras al público durante las semanas que esta planta herbácea florece. La idea ya ha sido desechada, obviamente, después de que “todo Toronto se presentase aquí”, como contó Barry Bogle al Globe and Mail. Los granjeros habían contratado ocho trabajadores más y colocado dos baños portátiles, pero la cosa se fue de madre hace unas semanas. Las fotos de su campo de girasoles eran las reinas de Instagram y los urbanitas decidieron conducir hasta el lugar del momento para conseguir su venerado selfie. A partir de las diez de la mañana su zona se empezó a colapsar y los visitantes llegaron a aparcar a kilómetros de distancia. Los trabajadores intentaron controlar a los visitantes, pero cientos de personas se colaron sin pagar y otros tantos dejaron sus tierras repletas de basura. La situación es similar en otros campos de girasoles del país. Según recoge The Guardian, un granjero de Manitoba ha contabilizado unos 2.000 intrusos en sus tierras para hacerse fotos.