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7 trucos para viajar ligero (y no cargar como un sherpa)

Cómo sacar el máximo provecho al espacio de nuestra maleta y evitar desplazarse por aeropuertos, trenes y autobuses con exceso de equipaje.

Recuerda maleta para una semana aunque vayas más tiempo.
Recuerda maleta para una semana aunque vayas más tiempo.Getty

1. Elegir una maleta que no pese

La más ligera del mundo es, según Yolanda Moutón, de La Casa de las Maletas, en Madrid, es “la American Tourister, cuyo tamaño más grande (75×46 cm) pesa poco más de 2kg. (145 euros)”. Las rígidas, siempre que sean de polipropileno, son las más aptas para aguantar los golpes de las líneas aéreas, pero son más pesadas. Y las de cierre hermético son más difíciles de abrir que las de cremallera, según Moutón. “En cuanto a las ruedas”, añade, “las mejores son las que tienen dos en cada extremo, es decir, un total de ocho. Pero hay que evitar arrastrarlas sobre un solo lado”.

Una buena opción para los mochileros, según César Miguelón, de Vèrtic, una tienda de material de turismo de aventura, en Barcelona, es la marca Osprey. “Para un viaje de un mes basta con una mochila de 36 litros. El modelo Krestel 38, de esta firma, pesa 1,42 kilos (135 euros) y es ergonómico. El 85% del peso debe ir sobre las caderas y riñones para no dañar la espalda”, cuenta este experto. No hay que olvidarse de comprarle una funda impermeable para la lluvia.

2. No cargar con ropa que no solemos ponernos

Existen personas que cambian de look cuando están de vacaciones, se disfrazan con las vestimentas locales y se atreven con estilismos arriesgados, seguros de que amigos y conocidos se mantienen a largas distancias. Una tendencia que, si fuéramos norteamericanos, podríamos bautizar con las siglas DDA (Dress Different Abroad) (vestirse diferente en el extranjero).

Hay que asegurarse de pertenecer realmente a este colectivo antes de llenar la maleta con extravagancias que uno no se pone jamás en su lugar de residencia (esas que hemos comprado no se sabe por qué). Solo ocupan espacio y, al final, pasaremos las vacaciones con los mismos bermudas y camiseta. De momento, no se ha comprobado aún que los desplazamientos tengan el poder de trasformar a un nerd en un bloguero de moda.

3. Hacer las maletas para una semana, aunque te vayas más tiempo

Una de las enseñanzas del Camino de Santiago es limitarse a lo estrictamente necesario y descubrir que existe algo que se llama hacer la colada, deporte que nuestras abuelas practicaban asiduamente. Una consigna entre mochileros con experiencia en largas distancias es hacer las maletas para una semana, no importa el tiempo que se vaya a estar, e ir lavando durante el recorrido. Además de conocer nuevos destinos, uno aprenderá un montón de trucos para quitar las manchas o conseguir una ropa más blanca.

Marilyn Monroe en Niagara (1953).
Marilyn Monroe en Niagara (1953).Cordon Press (©20thCentFox/courtesy Everett / Everett/Cordon Press)

4. Empacar al estilo matroska

Es decir las cosas pequeñas dentro de las grandes. Los zapatos son un buen lugar donde meter calcetines, ropa interior, bisutería o cosas de tocador. Existen organizadores (pequeñas bolsas con cremallera) para compartimentar las cosas y mantener el orden, lo que repercute en un mayor espacio. La ropa planchada ocupa menos, aunque otra opción es enrollarla, lo que evitará que se arrugue y se formen dobleces.

5. Tocador y medicinas: apostar por lo mini

Los que no puedan prescindir de su marca de acondicionador o crema corporal deben hacerse con un pequeño arsenal de pequeños botes vacíos para llenarlos con sus productos habituales. Existen las versiones mini pero suelen ser caras. Los menos quisquillosos pueden abastecerse en su lugar de destino, utilizar los productos del hotel o guardar los sobrecitos de pruebas que adjuntan muchas revistas. Otro tanto pasa con las medicinas. Hay que evitar llevar frascos grandes. Lo mejor es calcular las dosis por días y utilizar pastilleros.

6. Accesorios, solo los imprescindibles

Una llamada o chequeo a las amenidades del hotel puede ahorrarnos cargar con secadores de pelo, planchas o adaptadores eléctricos. Si el libro que estamos leyendo en estos momentos es muy voluminoso, tal vez podamos olvidarnos de él hasta la vuelta de nuestro viaje y optar por alguna de las muchas lecturas pendientes con menos páginas. O hacernos con un e-book. Los zapatos son otros de los accesorios que más pesan. Una regla es llevar los más pesados puestos, siempre que el clima lo permita, y dejar que las opciones más light viajen dentro del equipaje.

7. Vestimenta para el itinerario y las actividades planeadas

Para evitar cargar con los baúles de la Piquer y acabar abrazando el normcore lo mejor es seleccionar la ropa que llevaremos planeando estilismos para diferentes ocasiones, al estilo de la prehistoria de las revistas de moda. Ir a la playa, asistir a una fiesta, día en el tren o avión, día nublado o cena en una terraza. No vamos a desfilar por la alfombra roja, así que las grandes ocasiones deberán contentarse con un único look. Por el contrario, llevaremos mudas de repuesto para las actividades más frecuentes.

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