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Yalitza Aparicio: «Empezaron a llegar propuestas, pero me reducían a mí y a todos los que son como yo»

La actriz mexicana fue nominada al Oscar en 2019 por su primera película. Ella encarnó a Cleo en ‘Roma’, de Alfonso Cuarón. Pero ha decidido tomarse su tiempo antes de afrontar un nuevo papel, para no encasillarse y buscar nuevos registros.

Yalitza Aparicio lleva vestido de JULIETA Y RENATA, sombrero de BELRIO y pendientes, anillos y pulsera 
Clash de CARTIER.
Yalitza Aparicio lleva vestido de JULIETA Y RENATA, sombrero de BELRIO y pendientes, anillos y pulsera Clash de CARTIER.Camila Falquez

Han pasado cuatro años desde el bum de la película Roma. Después del furor que causó Cleo, la empleada doméstica de origen indígena de una familia acomodada mexicana, quien la encarnaba, Yalitza Aparicio, decidió esperar. Algo que pocos actores que logran una nominación al Oscar en su primera película suelen hacer. Pero en su caso, decir que no, rechazar las propuestas que fueron llegando, esperar, fue una cuestión de resistencia. Las ofertas que recibían Yalitza y su equipo parecían seguir perpetuando el efecto Cleo, encasillándola en papeles que, aunque ella consideraba valiosos, le hacían cuestionarse por qué los productores y guionistas solo podían verla a ella, una mujer de origen indígena, mexicana, latina, ocupando ciertos roles como los de empleada doméstica o vendedora de artesanías. “Empezaron a llegar varios proyectos, pero reducían lo que soy, y no solo me reducían a mí, sino a todas esas personas que como yo se inspiran y se van a inspirar con mis papeles. Aceptar esas propuestas significaba no romper con la estrechez de lo que se nos permite, supuestamente, soñar a personas de mi origen. Les estaría diciendo: ¡tú solo perteneces a este lugar y solo puedes aspirar a estos papeles!”, dice Yalitza Aparicio, que antes de ser actriz ya había conseguido, superando muchos obstáculos, graduarse como maestra.

Su actitud desafiante y su compromiso por hacer que una mujer indígena como ella encarnara otros papeles en el cine servía a la vez de denuncia de las condiciones de desventaja en las que viven las mujeres indígenas en México: el 22,2% no sabe leer ni escribir (en el resto del país la tasa es del 5%), el 85% de ellas trabajan sin contrato y cuando tienen un empleo cobran un 30% menos que las que no son indígenas. Además, como en sus municipios se rigen por sistemas normativos propios, es común que no se permita a las mujeres votar ni ser electas, por lo que su presencia en cargos de poder es nula.

Yalitza Aparicio es de Tlaxiaco, una ciudad de Oaxaca, el Estado que tiene la mayor población indígena en México. En esa zona, 7 de cada 10 personas se autoidentifican con una etnia. Sus padres son de procedencias diferentes: Raúl Aparicio es de origen mixteco y su madre, Margarita Martínez, es triqui. Pero a pesar de que estos pueblos tienen sus propias lenguas y tradiciones, Yalitza Aparicio y sus hermanos no las aprendieron. Sus padres tuvieron que vivir la segregación que históricamente se les ha dado a los pueblos indígenas en México, y en un acto de supervivencia ante la marginación y la pobreza, decidieron enseñarles a sus hijos solo a hablar español aunque ellos mismos no lo hablaran bien. Esa historia de desarraigo no es una sola anécdota de infancia en la vida de la actriz mexicana, es más bien una especie de pérdida que la ha impulsado a tomar decisiones como la de esperar pacientemente por su siguiente aparición en el cine y la de empezar a trabajar de la mano con lideresas indígenas para hacer que sus demandas se escuchen más fuerte. “Durante todo este tiempo he buscado la forma de acercarme a Marcelina Baptista, que lleva años buscando que les otorguen en México derechos a las trabajadoras domésticas, derechos que se merecen por ley, y cuando surge el bum de Roma me dije: ella tiene la información y los años de experiencia, yo tengo el foco y la atención de la prensa, así que vámonos, hay que poner sobre la mesa este tema”, cuenta Aparicio, quien invitó a Bautista a que hablara en el foro de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y expusiera las situaciones de las empleadas domésticas, que suman 67 millones en el mundo y que son, en un 80%, mujeres, indígenas, inmigrantes y niñas.

Jersey de ABEL LÓPEZ ATELIER, sombrero de OLMOS Y FLORES y pendientes y anillos Clash de CARTIER.
Jersey de ABEL LÓPEZ ATELIER, sombrero de OLMOS Y FLORES y pendientes y anillos Clash de CARTIER.Camila Falquez

Después de estos cuatro años de espera actoral y activismo, finalmente, un nuevo personaje ha tocado a la puerta de Yalitza Aparicio y ella ha aceptado. Se trata de un papel en una película de terror, dirigida por Luis Mandoki, que se está grabando en México, con retos completamente distintos a los de Cleo. Pero si en el terreno del cine las transformaciones han llevado tiempo, en el mundo de la moda la acogida ha sido vertiginosa e imparable. Cuando aún eran unas desconocidas, y ella y Nancy García, las dos mujeres indígenas que Alfonso Cuarón eligió para su célebre cinta, buscaron un diseñador que las vistiera para la alfombra roja de los Oscar de la Academia, las negativas fueron imperantes.

No solo no querían vestirlas —al ignorar quiénes eran—, sino que además tenían pocas cosas que pudieran ajustarse a sus cuerpos, de otra contextura y otra altura de la que se espera en la moda canónica. La reticencia vino incluso de marcas pequeñas a las que ellas acudieron pensando que el gancho de estar en una ceremonia de tal talante sería suficiente. “Nadie se imaginó que íbamos a tener tanta prensa y acogida en los Oscar, porque seguro ahí sí nos hubieran vestido”, dice con gracia Yalitza Aparicio, que es la primera y, hasta ahora, única mujer indígena nominada a un premio de la Academia.

Vestido de IVÁN ÁVALOS, zapatos de GUCCI, pendientes y pulseras Clash de CARTIER.
Vestido de IVÁN ÁVALOS, zapatos de GUCCI, pendientes y pulseras Clash de CARTIER.Camila Falquez

Pero la imagen de la actriz, entonces de 26 años, erguida en la alfombra roja con un vestido azul turquesa, drapeado, de un solo hombro y de falda amplia, pronto generó la inquietud y simpatía de muchas marcas, que vieron en ella un rostro poco común, pero, sobre todo, necesario en la moda. Sin embargo, tras su éxito y la vinculación como imagen de varias marcas reputadas, las noticias en México empezaron a llenarse con un titular insistente. “Critican a Yalitza Aparicio por aparecer vestida con Gucci”, decía El Excelsior. “Yalitza Aparicio responde a quienes la critican por usar ropa de marca”, replicaba Milenio. Parecía innegable la sorpresa en las audiencias mexicanas. Un asombro arraigado y cultural que no solo se alimenta de la ausencia de personas de origen indígena en comercios o restaurantes de prestigio, sino que revela una dura realidad mexicana: una mujer indígena recibe, de promedio, un sueldo mensual de 3.800 pesos mexicanos (unos 180 euros), cuando la media de la mayoría del país es casi el doble. Así, la aparición de alguien a quien se le supone una posición socioeconómica así, inamovible e inevitable, llevando encima piezas de lujo en las alfombras rojas, fue una conquista. “Tuve que oír a muchos decir ¡esto no te va!, por tu estatura y por tu origen deberías solo usar ropa tradicional. Pero cada vez que oía estos comentarios, era como si estuviera oyendo: ¡quédate en casa! ¡Naciste para tener hijos!, era sentir que me estrechaban en sus ideas. ¿Quién dijo que estoy autorizada o no para usar algo? Es mi cuerpo y yo me siento cómoda y feliz. ¿Si los extranjeros vienen a México y compran ropa hecha con nuestros telares de cintura y de nuestras manos, por qué yo no podía usar ropa hecha de manos europeas?”, se pregunta Yalitza Aparicio, quien en su vestir diario ha decidido crear “puentes” entre la ropa de su comunidad y otras comunidades mexicanas con las tradiciones más emblemáticas del vestido europeo.

Top de OLMOS Y FLORES, falda de PRADA y pendientes, anillo y pulsera Clash de CARTIER.
Top de OLMOS Y FLORES, falda de PRADA y pendientes, anillo y pulsera Clash de CARTIER.Camila Falquez

Cuando Cartier se acercó a ella para que fuera su nueva embajadora y usara sus creaciones, Yalitza confiesa que ya había aprendido que dominar el discurso era una oportunidad para toda una comunidad. “¿Cómo voy a cargar yo una joyería con tanto peso y renombre? Otra vez van a comenzar los comentarios ofensivos y las críticas”, pensó para sus adentros. Pero luego apareció esa voz rebelde que la ha llevado a tomar decisiones arriesgadas e inesperadas, como cuando dejó su carrera de maestra y se aventuró a ser actriz de la mano de Alfonso Cuarón, o como cuando, por años, rechazó proyectos en el cine. “Y entonces dije ¡que hablen! Si ponen la atención en mí, yo me voy a encargar de poner esa atención en causas relevantes”. Y eso es precisamente lo que hizo junto a la marca, apoyando, por ejemplo, premios que financian y becan proyectos liderados por mujeres que generen un impacto social, como el Cartier Women’s Initiative.

Para Yalitza Aparicio lucir cualquiera de las grandes firmas con las que la invitan a trabajar es abrir las puertas para que otras que quieran venir a hacer sus conquistas tengan las puertas abiertas. Fue justo eso lo que motivó a la actriz mexicana a no sucumbir a las críticas y a ese racismo disfrazado de asombro cuando decidía vestir con lujo: “Ha sido magnífico oír a la gente decirme: ‘Gracias, verte con ese vestido de diseñador fue como sentir que yo lo llevaba y que podía verme y concebirse así, que yo también me puedo dar el permiso de utilizarlo’. No soy ni la primera, ni la única, ni la última que quiere transgredir esos mandatos de la moda”.

Yalitza Aparicio con top de CALVIN KLEIN, falda de ABEL LÓPEZ ATELIER, zapatos de PRADA y pendientes, collar y pulseraClash de CARTIER.
Yalitza Aparicio con top de CALVIN KLEIN, falda de ABEL LÓPEZ ATELIER, zapatos de PRADA y pendientes, collar y pulseraClash de CARTIER.Camila Falquez

*Maquillaje: Gerardo Parra. Peluquería: Erick Moreno. Producción: Jessica Abraham y Harry Zehenny (All the Embers); Yamel Thompson, Verónica León y Elías López (Agüita). ‘Scouting’: Alberto Polansky y Luis Cobian. Asistente de fotografía: Albert Font. Asistente de estilismo: Ana Cecilia Mayen.

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