_
_
_
_
_

‘Swugs’: las universitarias que pasan de los tíos

Están en su último año y prefieren el chándal a los tacones. Las chicas de la Ivy League tiran de hermandad femenina y revolucionan la red al rebelarse contra el coqueteo y ‘todo’ lo que se espera de ellas.

cover
Cordon Press (©Columbia Pictures/courtesy Eve)

«Esto es lo que nadie os está diciendo: encuentra un marido en el campus antes de graduarte […] Para la mayoría de vosotras, la piedra angular de vuestro futuro y la felicidad estarán intrínsicamente unidas al hombre con el que os caséis, y nunca más volveréis a tener esta concentración de hombres dignos para vosotras«.  El pasado 29 de marzo, Susan Patton, una ex alumna de Princeton y presidenta de su clase en 1977, firmó esta carta publicada en The Daily Princetonian (el periódico universitario), titulada Consejo para las jóvenes de Princeton: las hijas que nunca tuve. Patton, que pasó a ser popularmente conocida como ‘Princeton mom’, básicamente afirmaba que las novatas del campus debían ponerse las pilas para buscar marido despesperadamente, porque al convertirse en seniors (estudiantes de último año) no les quedarían oportunidades. «Solo tendrás a los chicos de tu clase para elegir y, francamente, ellos tendrán cuatro cursos repletos de mujeres para hacer su propia elección», apuntó la angustiada Princeton mom. Una mujer que después diría, en público, que las feministas son unas «abusonas» y que la treinteañeras «repelen a los hombres» porque parecen «desesperadas».

Curiosamente, mientras los lectores de Princeton sufrían un viaje al pasado de lo más bizarro con esta carta al director, el mismo día, en el semanal del periódico de Yale apareció en portada un reportaje (titulado #SWUGNATION) dedicado a una nueva generación de universitarias: las SWUG’s. Lo firmaba Raisa Bruner, una senior del centro que trataba de poner orden a un término que se había esparcido por el campus como un virus en las últimas semanas, tras dos artículos anteriores en los que dos compañeras habían descrito su vida como swug en Yale. ¿Y qué es una swug? Si atendemos a las siglas del acrónimo, estaríamos hablando de una Senior Washed Up Girl, algo así como una chica veterana que, en un principio, pondría el grito en el cielo ante la carta de Susan Patton. Un término que, al parecer, se inició en Cornell y llegó a Yale en 2010.

Una ‘swug’ es una joven de 21 años que huye de cualquier atisbo de compromiso con sus compañeros de universidad, que disfruta del sexo esporádico y que, sobre todo, disfruta de la compañía de sus amigas. Una joven a la que no le importa «ponerse el chándal para ir a la biblioteca», que tampoco se preocupará de arreglarse para asistir a las fiestas de las fraternidades y que disfruta pasando el fin de semana con sus compañeras bebiendo (sí, el consumo de alcohol es básico) en sus habitaciones. Es la hermandad femenina universitaria del último año.

La portada de la revista de Yale, dedicada al nuevo fenómeno femenino en el campus universitario.

Yale Daily News

Así se entendía hasta ahora, hasta que una serie de artículos universitarios ha puesto en duda la simbología de este término. Chloé Drimal, la primera joven en describir su vida como ‘swug’ en las páginas del periódico de Yale, defendió que «es la chica que se prometió que nunca intentaría ligar con un chico más joven, pero que se encuentra a sí misma enviando mensajes a uno de segundo curso, que inevitablemente le rechazará. Ella cree que es divertido. Ella piensa en comprarse un vibrador, quizá debería tener uno. Sería mejor que hacerlo con el de segundo curso». Otra senior, Michelle Taylor, lo describió como «un estado de ánimo […] Es la respuesta dionísica a la brevedad cruel de nuestros brillantes años universitarios«.

Poco después llegaría el artículo definitivo (#SWUGNATION) y que llamaría la atención de los medios de comunicación. Raisa Bruner (una estudiante que ya había actuado como fuente en el polémico artículo de Hanna Rosin en The Atlantic sobre la cultura del ligoteo universitario), intentó poner orden a todo el caos entorno a las Swugs y escribió un extenso en el texto en el que redujo todo el movimiento a ser un tipo de chica que se ve «resignada a volver a casa tras una fiesta, un poco insatisfecha y muy sola, –excepto por la compañia de sus comprensivas compañeras de cuarto–». Si bien Bruner aseguró que las Swugs debían ser las féminas de Yale «con la actitud de que nada les importa un carajo» y que debían representar «el ideal joven de la feminista moderna», aseguró que la «vida Swug» es «la vida repleta de alcohol en los últimos días de gloria universitarios, en un mundo de mujeres que pasan de los tíos porque ellos más que satisfacerlas, las frustran«.

A girl plays an accordion as others on bunks sing in a 4-H dormitory, Iowa
Jack Fletcher (National Geographic/Getty Images)

¿Será esta una reunión ‘swug’ vintage?

Getty

¿Por qué las chicas de 21 años de los campus de la Ivy League se sienten mayores y usadas? ¿Por qué han llevado a un término que comenzó como un símbolo de la hermandad femenina a un término que las sitúa como mujeres objeto obsesionadas por la concepción que tienen de ellas los hombres? La periodista Laura Anderson, que escribió sobre el fenómeno en la web Feminspire, lamenta a S Moda la evolución del affaire swug. «Al principio, ‘swug’ se usaba en sentido cómico, era una declaración de intenciones que venía a decir ‘estamos cómodas con nosotras mismas’. Esto era positivo. Sin embargo, ha evolucionado hacia un lado negativo para referirse a las mujeres jóvenes que parece que ya no se sienten atractivas».

Anderson considera que el artículo de la revista de Yale ha supuesto un «gran paso atrás» porque era un texto escrito por «una autodenominada Swug que lo hacía de modo despectivo, como si no fuesen lo suficientemente buenas comparadas con las novatas; en lugar de verlo de un modo más divertido, que proclama no preocuparse por las mismas superficialidades que las de primer curso».

Tal y como apuntaban desde The Cut, seguramente estas jóvenes dejarán de sentirse ‘gastadas’ este verano, «cuando sean las recién llegadas de ojos brillantes en Nueva York o Los Ángeles, cuando sean las chicas de 22 años que bailen en clubs, que seguirán bebiendo mucho y flirteando con chicos. Pasarán de envidiar a las novatas a ser la envidia de mujeres mayores. Sus días en Sigma Nu serán muy lejanos». Será entonces cuando, como las veinteañeras (y treintañeras) de todo el planeta, recurran a la procastinación para verse identificadas en sitios como éste o éste. Juventud, divino tesoro (de GIFs).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_