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Soñar que te siguen quedando asignaturas: qué significa la pesadilla recurrente que despierta a media humanidad

Al caer la noche, todos los que sueñan vuelven a repetir curso y trauma, con la escuela convertida no tanto en rutina como en consulta psicológica. Una metáfora del pasado que sirve para desahogar los problemas del presente

Aunque en el reino de la vigilia hayamos dejado el colegio, en el de los sueños seguimos volviendo a él.
Aunque en el reino de la vigilia hayamos dejado el colegio, en el de los sueños seguimos volviendo a él.Getty (Getty Images)
Enrique Alpañés

Hace apenas un mes, a Carmen se le cumplieron las pesadillas. Volvió a recorrer los pasillos de la Universidad Complutense de Madrid, donde estudió. Volvió a entrar en su aula. Pero esta vez no tuvo que hacer un examen, como lleva soñando recurrentemente desde que terminó la carrera, hace ya una década. Iba a dar una charla, así que podría decirse que también se le cumplieron un poco sus sueños. Orgullosa, compartió la foto del momento en un chat grupal de Whatsapp. Y sus pensamientos: “Mira que he tenido pesadillas con que tenía que volver aquí porque no me había sacado el título. ¿No os ha pasado?” preguntó. “Uy sí, sí, y del instituto. Pues anda que no he tenido que hacer exámenes de matemáticas en sueños…”, respondió una amiga. “Yo más de una vez he tenido que ir a mi carpeta de documentos a comprobar el título de la sensación horrible que se me quedó tras el sueño”, añadió otro. Las contestaciones fueron cayendo una a una en el chat. A todos les había pasado.

Es un sueño recurrente en todo el mundo. Mucho después de la graduación, la ansiedad de la vida en el día a día arrastra a los soñadores de nuevo a las aulas al llegar la noche. Se abandona la escuela en la vida real, pero nunca se deja atrás del todo en el mundo de los sueños. Es en el colegio donde se empieza a entender cómo funciona la vida; allí se enfrentan las primeras pruebas, que no siempre se superan. Se establecen las primeras relaciones sociales lejos de la protección familiar. Y es allí a donde se vuelve, una y otra vez, para revivir los traumas.

Luca Maria Aiello lleva años buceando en las bibliotecas de sueños del mundo. Este profesor de ciencia computacional de la Universidad de Copenhague ha diseñado un atrapasueños virtual, un algoritmo que lee textos en busca de palabras clave. Y con él está rastrillando las bases de datos de sueños que se encuentran en internet. Hace unos años lo hizo con Dreambank.net, una colección de más de 20.000 sueños que se empezaron a recolectar a principios del siglo XX. En los últimos meses, trabaja en una base de datos más reciente y más grande: 44.000 sueños escritos en un hilo del foro Reddit. “En este nuevo trabajo [aún no publicado] estamos utilizando el aprendizaje automático para extraer una taxonomía de los sueños y ver las distintas temáticas de los mismos”, explica Aiello por correo electrónico.

Su equipo ha clasificado 22 temas recurrentes y, entre ellos, cómo no, está el de la escuela. “Incluye poco menos del 10% de los sueños”, apunta el profesor, que destaca su prevalencia comparándolo con otro lugar donde los soñadores pasan también mucho tiempo en vigilia: el puesto de trabajo. Este está presente solo en un 3% de las ensoñaciones.

La intuición —incluso la experiencia— haría sospechar que si al caer en brazos de Morfeo, este dirige de la mano al durmiente hasta la escuela, estaría a punto de comenzar una pesadilla. Pero los datos dicen otra cosa: solo el 18% de los sueños que ocurren en este escenario podrían catalogarse como pesadillas. “Yo también habría apostado a que fueran más”, concede Aiello. “Sobre todo porque este dato es inferior al 22%, que es el porcentaje total de pesadillas sobre toda la base de sueños”. Pero la diferencia entre sueño y pesadilla es relativa, igual que los sentimientos que puede generar en muchos volver al cole a reencontrarse con compañeros, profesores y exámenes hace tiempo superados.

Aiello y su grupo no han podido trazar un perfil del alumno onírico. No saben si hay más hombres o mujeres, si tienen más o menos edad, estudios o nivel económico, pues los usuarios de Reddit no han facilitado estos datos. De estudios anteriores, puede apuntar que, en general, las mujeres tienen sueños más optimistas y amistosos, mientras que los de los hombres, por contraposición, suelen ser más agresivos y negativos.

Ursula Oberst también tira por tierra los intentos de llegar a conclusiones genéricas o dibujar soñadores tipo. “Se ha descartado la existencia de una simbología universal de los sueños. No interpretamos el sueño, sino al soñador”, explica esta profesora de psicología de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona. Oberst concede que podemos entender estos sueños “como metáforas de una situación actual”. “Incluso se ha mostrado que el soñador usa estos procesos para buscar soluciones para esta dificultad actual, como, por ejemplo, contestar al profesor con algo original”.

“La infancia y la adolescencia son etapas de la vida que nos marcan mucho”, señala Oberst. Por eso volvemos a ellas en sueños “frecuentemente cargados de afectividad negativa”. Pero para encontrar la causa, según la experta, no se debe echar la vista al pasado, sino al presente. “Esto nos puede pasar cuando pasamos por momentos difíciles de nuestra vida adulta, que se representan de forma metafórica en los sueños”, explica.

Deirdre Barrett, investigadora de sueños de la Universidad de Harvard y autora de los ensayos Pandemic Dreams y The Committee of Sleep, enumeró algunas variantes habituales de los sueños escolares: el soñador tiene que ir corriendo a un examen después de haberse quedado dormido, o no encuentra su aula, no entiende el texto, ha estudiado la asignatura equivocada o se presenta desnudo en la escuela. Son todas ellas variantes que comparten un mismo elemento: la angustia de no estar a la altura, de no pasar una prueba.

Así, en el mundo real los soñadores se pueden haber graduado, haber abandonado para siempre el instituto o la universidad, con buenas notas o malos recuerdos. Pero, al caer la noche, todos vuelven a repetir curso y trauma, con la escuela convertida no tanto en rutina como en consulta psicológica. Una metáfora del pasado que sirve para desahogar los problemas del presente. Tiene algo de poético pensar que aunque en el reino de la vigilia se haya dejado el colegio atrás, en el de los sueños siempre se sigue volviendo a él, noche tras noche, para continuar aprendiendo.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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