Cómo las series se convirtieron en el principal marcador de tendencias de la moda en la actualidad

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Juego limpio. El último baile, el documental sobre Michael Jordan, catapultó las zapatillas Air Jordan 13 Retro Flint de Nike. La web especializada StockX despachó 40.000 pares en solo 30 días.

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Placer nada culpable. Las ventas de sombreros crecieron un 48% en Asos y las búsquedas de boinas rojas aumentaron un 100% en Lyst tras la llegada de Emily en París a Netflix. La serie de Lily Collins dilató además el interés por firmas como Ganni o Staud. Lo mismo hizo Killing Eve con Molly Goddard hace dos años.

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Morriña. Es fácil trazar la línea: la nostalgia vende y The Crown avivó el interés por las prendas más naífs de los ochenta.

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Y ellos… también sucumben al efecto de la pequeña pantalla: tras el estreno de Normal People las búsquedas de cadenas masculinas crecieron un 150% interanual en Lyst.

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Ser ejemplo. "Para sus presentaciones, los diseñadores deberían fijarse en los grandes del streaming", escribía la periodista Vanessa Friedman tras ver The Undoing y confesar en su newsletter que deseaba todos los abrigos de Nicole Kidman en la ficción de HBO.

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Corte sutil. Nunca antes la televisión había tenido un reflejo tan directo en la caja (con excepción de alguna Carrie Bradshaw). Desde Dinastía (1981-89), servía para avivar la creatividad de los diseñadores. Mad Men, por ejemplo, trajo temporadas de faldas evasé hace una década (como el otoño-invierno 2011/12 de Louis Vuitton, en la imagen, en Lara Stone, a la izquierda).

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Futuro excesivo. ¿Qué próximos títulos marcarán el armario? El biopic de Halston de Ryan Murphy. Vienen abrigos de pelo (artificial) y muchos brillos.