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Seis claves para conseguir educar a nuestros hijos en la igualdad

Basándonos en los consejos de tres prestigiosas autoras de libros sobre el tema, desgranamos los trucos para conseguir educar a los niños en el feminismo.

llustración de la artista costariqueña Jessica Fernández (Jees_Tales en Instagram).
llustración de la artista costariqueña Jessica Fernández (Jees_Tales en Instagram).

Cada vez se escucha más hablar sobre feminismo, pero eso no quiere decir que la gente sepa más sobre igualdad. Solo hace falta echar un vistazo a diversos titulares para darse cuenta de que, a día de hoy ,aún no se tiene claro que significa una palabra, que basta con consultar en la RAE : “Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”.

En este tema, como en muchos, lo que falta no es solo información, sino también educación. Pero, ¿cómo se educa en feminismo? Ese es el reto que la premiada escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie se marca en su nueva novela Querida Ijeawele, o cómo educar en el feminismo. Se trata de una emotiva y reflexiva carta a una chica que acaba de ser madre,  en la que la autora recoge quince consejos sobre cómo debe educar a la criatura en la igualdad y el respeto, para rechazar estereotipos y luchar por una sociedad más justa.

No es la única autora que ha recogido ideas sobre la educación en feminismo. Así, en nuestro país, destaca el libro Mamá, quiero ser feminista de Carmen G. de la Cueva, que cree que no se trata tanto de educar en feminismo, sino de que “el feminismo atraviese toda la educación y todas las asignaturas, no que sea algo más en una agenda social que solo se enseña como una obligación”.

En la misma línea, Nuria Varela, autora de Feminismo para principiantes, aporta que “la igualdad se aprende, pero la desigualdad también. Aquí no hay neutros, o te educan en el profundo respeto a todas las personas o te educan con estereotipos de género, con normas y formas de comportarte según seas niño o niña. Si ocurre lo segundo, luego será mucho más difícil desaprender, para conseguir la mirada limpia que tenías cuando eras pequeño”.

Como nunca es tarde si la dicha es buena, recogemos algunos de los consejos de estas tres autoras para educar en el feminismo:

1. Los roles de género son una solemne tontería: “No le digas nunca que debe hacer algo o dejar de hacerlo porque es una niña”, recoge en su libro Chimamanda Ngozi Adichie aunque por supuesto, también es aplicable en el caso de un niño. Los estereotipos han de romperse desde la infancia. “Saber cocinar no es un conocimiento preinstalado en la vagina, a cocinar se aprende” y lo pueden aprender niños y niñas por igual, porque ambos tendrán que comer solos en algún momento. De la misma manera repasa otros estereotipos que van desde la ropa azul o rosa, la diferencia a la hora de elegir juguetes, hasta la idea de “cuestionar la idea de matrimonio como un premio para las mujeres”.

2. Los valores también se inculcan: Quizás no se trata solo de educar en feminismo, sino de educar con valores sociales, como la justicia y la igualdad de derechos. Esa es la idea que transmite Nuria Varela, que insiste en que es importante enseñar que “lo contrario de la igualdad es la desigualdad, no la diferencia; que todos y todas somos diferentes y eso es lo maravilloso de los seres humanos, pero que el problema está cuando sobre esa diferencia construimos desigualdades”. De esta forma la idea pasa por “enseñarles a que no sean indiferentes a la injusticia y la desigualdad, que sean personas solidarias y comprometidas en hacer un mundo cada día más justo”.

3. Recorrer juntos el camino: Educar pasa por querer aprender también del otro. Y es que si todos hemos nacido en el mismo sistema, con los mismos fallos, es obvio que siempre tendremos cosas por evolucionar y mejorar, y que el aprendizaje, por lo tanto, será un camino a recorrer juntos. Carmen G. de la Cueva lo explica desde su experiencia personal con su hermana de once años: “a medida que he ido aprendiendo cómo ser feminista, he entendido también que significa algo así como quitarme de encima complejos, cosas aprendidas e inseguridades, por lo que también he intentado hacer ver a mi hermana que lo mejor que puede ser en esta vida es ella misma, sin miedo, sin pudor. Considero fundamental en una educación feminista ser honesta con ella”.

4. Aprender es cuestionar:  La igualdad no se aprende como un dogma, se aprende mejor desde la reflexión personal, desde la observación de lo cotidiano con las “gafas moradas” que permiten ver los fallos. Empezando por los del lenguaje. Es en esta idea en la que incide Ngozi Adichie, “el lenguaje es depositario de nuestros prejuicios, creencias y presunciones”. Por lo que aunque la gente llame a las niñas princesas con buena intención, “princesa es una palabra cargada de presunciones, de la delicadeza de ella, del príncipe que la rescatará”. De la misma forma, reflexiona que quizás es mejor “no emplear demasiado palabras como misoginia o patriarcado”, ya que a veces pueden ser conceptos muy abstractos, por lo que es mejor explicar “por qué algo es misógino y cómo dejaría de serlo”.

5. Un poco de historia: No solo las nuevas generaciones pueden ser educadas en la igualdad, porque nunca es tarde para aprender. Y puede ser tan sencillo como leer. Es por ello que Nuria Varela explica que en el caso de los adultos, “el feminismo aún hoy es el gran desconocido sin embargo, todo el mundo tiene una opinión aunque nunca hayan leído nada sobre el mismo ni se hayan acercado a él, por lo que en la mayoría de las ocasiones, esas opiniones están basadas en prejuicios y mitos, no en la realidad y el conocimiento”. Por ello su consejo es tan simple como leer para “conocer el feminismo, conocer su historia y sus propuestas”, antes de juzgar.

6. Inculcar autoestima: Qué duda cabe de que mimar el autoestima no entiende de géneros, sin embargo, es cierto que en ocasiones a las niñas se las tiende a valorar más por la belleza: “qué guapa estas”, “qué vestido tan bonito” y a los chicos más por la fuerza: “qué fuerte eres”, o “qué valiente has sido”. Por ello Carmen G. de la Cueva cree que es positivo reforzar otros valores como “eres lista” o “eres bueno”. En el caso concreto de las niñas, además existen más tabús en cuanto al cuerpo, que es mejor evitar cuanto antes mejor. Es por ello, que poniendo de nuevo de ejemplo a su hermana comenta que “le he hablado con libertad del cuerpo, de la regla, etc.,  desde que casi no sabía hablar. Quiero que no sienta que hay silencios a su alrededor, que no hay temas de los que no se puede hablar”.

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