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Las ‘putas’ de Tarantino (o la cruzada contra el sexismo en los guiones)

Una empresa de casting tuvo que retirar un anuncio en el que reclamaba ‘zorras’ para su próxima producción. Una anécdota que refleja la problemática y arquetípica visión de la mujer en el gremio.

Closing Ceremony & «A Fistful Of Dollars» Screening – The 67th Annual Cannes Film Festival
Getty

«Casting de putas para un proyecto de Tarantino. Caucásica, mujer, entre 18-35 años. Western que se rodará entre el 18 y el 21 de junio en Los Ángeles. Cejas, pelo y pecho natural. Que tenga entre una talla 34 y una 40. Por favor, envía foto, incluyendo tus medidas y escribe ‘Puta’ en el asunto». La que se montó con este descriptivo llamamiento de Facebook de una agencia de casting Los Ángeles hace unas semanas puso sobre la mesa uno de los lastres de la industria cinematográfica: el sexismo estructural en la representación femenina en pantalla. El anuncio buscaba ‘whores’ (en inglés es el término más degradante para describir a una prostituta) y dio la vuelta al mundo (The Guardian, el Independent o Vanity Fair se hicieron eco del suceso), evidenciando la problemática visión de la mujer en el gremio. Quien dio la voz de alarma fue el blog Women and Hollywood, que se puso en contacto en la agencia para pedir explicaciones y aseguraron que el misterioso proyecto es un western producido por Tarantino, que whore es tal y como aparece descrito en el guión y que la película la dirige una mujer, como si así pudisesen contrarrestar el efecto vejatorio del anuncio. «Dejando de lado que hay mejores palabras para buscar a actrices intepretando mujeres que trabajen en la industria del sexo, esta descripción es el típico ejemplo del sexismo hollywoodiense, particularmente cuando hablamos de papeles para mujeres. Hubiese sido más fácil decir que el proyecto buscaba a actrices para interpretar a prostitutas, chicas de saloon, o trabajadoras de un burdel, pero el uso de la palabra ‘puta’ describe a esos papeles como degradantes y el hecho de que los anuncios de castings la incluyan frecuentemente es indicativo de un problema patente en la industria del cine», apuntaban desde el blog, indicando que en la industria no es la primera vez que ocurre (sólo hay que echar un vistazo al tumblr Casting Call Woe, un archivo de lo más completo que recopila llamamientos mucho más sonrojantes como «la historia sigue con una mujer árabe entrada en edad, de unos 35 años»).

«Hay tres edades en la vida de una actriz de Hollywood: el bombón, la fiscal del distrito y Paseando a Miss Daisy». Lo dijo alto y claro Goldie Hawn en El club de las primeras esposas. De eso hace ya veinte años, pero viendo el traspiés de la agencia de casting del proyecto de Tarantino, seguimos practicamente igual. Buscar a «putas» no es lo único. Las chicas de Casting Call: The project, un grupo de creativas y actrices de Nueva York liderado por Julie Asriyan, Jenna Ciralli y Laura E. Bray, saben que hay muchas más barbaridades por asimilar cuando una intérprete se presenta a un proceso de selección para cine o televisión. En un vídeo en el que ríen por no llorar, un grupo de actrices lee los llamamientos de procesos de selección a los que se han enfrentado. Joyas como «a ella le encanta ser mujer, por lo que probablemente usará un sujetador push up« o «el protagonista podrá tener una edad entre 30 y 55 años. La protagonista, entre 20 y 35 años». Lo normal en la lógica hollywoodiense.

Imaginen que en el guión de Star Wars cuando se presenta a Obi Wan Kenobi se hubiese escrito esto: «Como una visión en una túnica marrón que acaricia sus marcadas curvas, aparece Obi Wan y se acerca hacia a Luke, poniendo sus dedos robustos listos para dar placer frente a sus ojos; revelando su rostro con un sutil striptease de su capucha». Qué estupidez, ¿no? Pues por ahí van los tiros cuando una productora se dedica a leer las descripciones de mujeres en los guiones que le llegan. Ross Putman es una de ellas y abrió la cuenta de Twitter @femscriptintros para descubrir al mundo cómo se expone a las féminas en los proyectos que recibe (a todas ella las llama Jane). Uno dice esto: «JANE (cerca de los 30) se sienta encorvada sobre un microscopio. Es atractiva, pero es tan profesional como para no preocuparse por su apariencia». Otro guión: «Su mujer JANE está haciendo la cena y mirando la CNN en una tele pequeña. Fue una modelo guapa en el pasado, pero su vida actual le ha pasado factura». Otro más: «Una mujer extraordinaria, JANE, 23, está un poco borracha, bailando desnuda en su gran cama, tan adorable como sexy», en este último Putman añade: «Punto extra por ponerlo en la primera línea».

Los estereotipos sexistas y cosificadores no sólo afectan a los guiones de la industria estadounidense. La directora Isabel Coixet lo dejó patente hace unos días, cuando publicó la columna El Gemido en La Vanguardia, donde denunciaba su hartazgo ante textos que explotan una y otra vez ese lado sensual y de juventud infinita, estancada en los veintipocos de las mujeres en el cine. Coixet explota ante un guión de una productora independiente que le tocó leer: «Y ahí está, en la primera página. En la primera secuencia. Primera línea. La palabra. Gemido. Gemido. Gemido. Pero hay más, mucho más en esta primera página: «Músculos del cuello tensos y bañados de sudor», «uñas perfectamente manicuradas clavándose en la espalda de un hombre», «gemido de placer», «preciosa melena»… La palabra hermosa se repite cuatro veces, tan sólo en la primera página. En la segunda página, la hermosa mujer de larga melena, cintura grácil y uñas perfectas que alcanza un «largo orgasmo» abre una nevera y coge un bote de helado. Ben and Jerry’s». El desazón de la directora con la industria queda patente en el texto: «Desde que empecé a hacer películas, calculo que habré recibido más de 100 guiones de productoras de todo el mundo. Pues bien, 90 de ellos están escritos con la sutileza de un discípulo poco aventajado de Barbara Cartland y tienen por protagonistas (más bien coprotagonistas, ya que raramente las mujeres son el motor de la trama) a mujeres jóvenes, delgadas y hermosas con uñas inmaculadas, que gimen, tienen los músculos del cuello tensos y bañados de sudor antes de correrse en 20 segundos y comen helado. Juro que no es una exageración: ese es el prototipo de mujer que impera en el cine americano, en el europeo y en el asiático. Solamente cambian las marcas de helado».

Todo este nido de clichés perjudica después a la carrera de las actrices, obviamente. Lo corrobora Aina Clotet, intérprete catalana que se acaba de estrenar en la dirección y el guión con el corto Tiger, que ratifica cómo esa visión edadista deforma la realidad e impone estereotipos imposibles. «A todas las actrices nos toca pasar por ahí, especialmente cuando pasas la barrera de los 30. Cuando tienes 20 es ideal, porque es entonces cuando te llaman para hacer de pareja de un cuarentón. Luego te dicen que eres mayor, y resulta que eres mayor porque tienes 30 años. Me ha pasado ahora: en un casting me han dicho que soy demasiado mayor para interpretar a la pareja de un hombre de 40. Me parece lícito, pero en la vida real no es así. Una pareja normal no es un tío de 40 y poco y una veinteañera, pero en los guiones, por lo visto, sí», lamenta. Clotet apuesta por intentar cambiar esta visión de fantasía de primero de erótica masculina tomando las riendas en los puestos de responsabilidad. «La conclusión de todo esto es que tenemos que ser más mujeres las que contemos historias y que nos dejen hacerlo». En España va a ser difícil romper con ese techo de cristal. Según el informe anual de 2015 de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y del Audiovisual), en el cine español sólo dos de cada diez trabajadores del grupo directivo (el que engloba guión, producción y dirección) son mujeres. La presencia femenina solo es superior en las categorías de diseño de vestuario y maquillaje y peluquería, «cargos en los que desempeñan labores tradicionalmente atribuidos al rol de la mujer por estar englobados en el área de los cuidados y la belleza estética».

La guionista y directora Mar Coll (que se hizo con el Goya por Tres días con la familia) resume a la perfección el sentir de las profesionales: «La mujer está mayormente mal representada en el cine. Demasiadas veces los personajes femeninos encarnan simplemente a «la chica» o a «la novia» sin personalidad propia más allá del género, o mujeres todo terreno, diosas hermosas (y resolutivas, graciosas, llenas de ingenio y muchísimo sentido común) y siempre emparejadas con viejos (para ellas, de 25, sí: un hombre de 45 años es un viejo). Y la verdad es que a estas alturas, con el nivel de conciencia que hay hoy en día con las cuestiones de género, cuando me encuentro con esto más que indignación lo que siento es vergüenza ajena«.

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