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Foto: Imaxtree

Roberto Cavalli otoño-invierno 2012/13

Bienvenidos al zoo de Roberto Cavalli, donde todos los tejidos y texturas juegan a ser animales.

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    Más de 40.000 flores le sirvieron ayer de alfombra a Roberto Cavalli para adornar los laterales de su pasarela.

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    Y eso que el lema de sus propuestas quedaba bien lejos de cualquier escenario vegetal.

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    La piel animal, en todas sus formas y volúmenes, es la materia prima de su colección otoño-invierno 2012/13.

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    Leopardo con conejo, zebra con chinchilla o piel de potro con visón son las extrañas combinaciones con la que Cavalli juega al lujo más salvaje.

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    Aunque algunos de sus prints digan tigre, sus mangas claman orangután.

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    El juego del diseñador italiano consiste en tocar con la varita de la textura más fiera, todas su prendas. 

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    Las gorras tipo casquette de jockey y las gafas de lente gatuna son los accesorios que no podían faltar en esta colección temática.

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    Los tops completamente forrados en pelo y las faldas abullonadas imitando los caparazones de tortuga son todo un espectáculo de la naturaleza.

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    El truco es descifrar el trampantojo. Descubrir qué piel es auténtica o cuál está teñida de otro animal.

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    Las toreras de visón son algunas de las prendas mejor ejecutadas del elenco.

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    Un capricho hecho gipsy: las faldas de silueta sirena.

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    Y es que Cavalli estampa en sus más sublimes tejidos: hasta en sus prendas de strass se dibujan manchas de los más peligrosos felinos.

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    Un capricho en toda regla: los tops grabados imitando a la pitón.

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    No faltan tampoco la piel de serpiente y cocodrilo sobre maxivestidos de corte setentero.

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    Aunque las chaquetillas tienen cortes austeros y reducidos, las camisolas se alargan por debajo de la cadera y se rematan con volantes.

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    Incluso podrían hacer perfectamente de vestidos.

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    No hay ni una sola prenda lisa en toda la colección.

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    De hecho, la secuencia más repetida son los tres piezas que comparten trama.

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    Todas las americanas son tipo esmoquin: el detalle reside en la solapa.

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    Blazer, blusa y pantalón campana.

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    El color más inusual en el que funcionan los prints reptiles es el morado.

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    Volantes y microvolantes que también conviven en vestidos concebidos a capas.

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    Bien sean de escote en V o cuello halter.

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    O incluso cuello camiseta. Lo que sí comparten es la delicada gasa en la que están elaborados y su punto transparente.

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    ¿Guantes de piel azul eléctrico? Por qué no. A estas alturas, todo vale.

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    Otra opción es el color mora.

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    Otra combinación estrella: las americanas- capelina de estructura cerrada e hipercuadrada (que recuerdan a Givenchy).

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    Riccardo Tisci ya probó el invierno pasado con esta fórmula.

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    En un momento dado, las blazers se convierten en capas caja.

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    En el apartado de fiesta, Cavalli deja terrarios y sabanas para adentrarse en el mundo marino e introducir siluetas pez y escamas.

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    Los pantalones de supercampana también sirven para la noche.

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    El color oro y los brocados sobreviven discretamente en esta fauna.

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    No podía faltar tampoco entre tanto bicho suelto un guiño al look dominatrix.

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