Qué son los comités de diversidad y por qué podrían ser la solución para acabar con la discriminación en la moda

La situación actual ha hecho que las empresas ya no puedan dar la espalda a la desigualdad que impera en la industria. Muchas acaban de implantar departamentos que velen por la inclusión en sus oficinas y en sus contenidos pero ¿sirve esto de algo, o es solo una estrategia para lavar su imagen?

Diversidad en la moda

De izda.: Liya Kebede, Naomi Campbell, Cleo Wade, la cantante Soko, Hari Nef, Ava Duvernay y Edward Enninful

“Lamento mucho los efectos inintencionados y me siento plenamente responsable”. Cuando el año pasado Gucci lanzó al mercado una sudadera que se interpretó como una ofensa racista (en teoría, el color negro y los labios abultados eran un homenaje al performer Leigh Bowery), tanto su director creativo, Alessandro Michele, como su CEO Marco Bizarri, pidieron disculpas públicas. Acto seguido crearon Changemakers, una plataforma para apoyar la diversidad y financiar proyectos para la visibilización del racismo estructural. Entre los miembros del comité están nada menos que Michaela Angela Davis, histórica luchadora de los derechos civiles, Bethann Hardison, ex modelo y portavoz de la Fashion Diversity Coalition junto a Naomi Campbell e Iman, la poeta y activista Cleo Wade, o el sastre de Harlem Dapper Dan. Ahora, acaban de lanzar Gucci Equilibrium, una plataforma digital que engloba sus inciativas en apoyo tanto del medio ambiente como de los derechos humanos. «Es fundamental que construyamos un futuro más equitativo en el que no prevalezca la injusticia ni la discriminación en ninguna de sus formas. Los recientes acontecimientos no han hecho sino reforzar nuestro inquebrantable compromiso de combatir el racismo y luchar por la igualdad», afirmaba al respecto Marco Bizarri.

Algo parecido le pasó a Prada un año anterior, cuando llenó los escaparates de sus tiendas de Nueva York con muñecos de color negro. Tras las disculpas públicas, introdujo en la compañía a la directora de Selma o 13th, Ava Duvernay o al artista Theaster Gates, una maniobra que el New York Times llamó entonces “entrenamiento en cuestiones de sensibilidad”. Y es que, nos guste o no, la moda, como casi cualquier otro sector, es un reflejo de la desigualdad que impera en la sociedad, y que hace que, de forma casi inconsciente, los puestos de responsabilidad hayan estado históricamente en manos de caucásicos. Esto crea, por supuesto, panoramas sesgados, productos que los departamentos aprueban porque en ellos no hay voces disidentes ni realidades inclusivas.

Hace no tanto, las alusiones racistas o machistas en campañas y colecciones se saldaban con un par de artículos de denuncia, en el mejor de los casos, y con una disculpa pública. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando fueron las propias firmas de moda las que se abrieron a las redes sociales, a la caza del cliente joven y de la creación de comunidades. Los usuarios se vieron con el derecho y el deber de criticar, y nacieron cuentas, capitaneadas por Diet Prada, que comenzaron a ejercer como dedo acusador de plagios, pero también de actitudes reprobables con respecto a la diversidad. Hoy nadie, por poderoso que sea, está libre de una crítica viral y devastadora si se da un paso en falso.

Es Diet Prada la que, en estos días de revueltas, está criticando el apoyo de ciertas marcas a la causa racial y exponiendo casos como el de Reformation, marca favorita de influencers y abanderada de la sostenibilidad que, al parecer, lleva a cabo prácticas cuestionables de puertas para dentro.

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Sounds like it’s time for @Reformation to make some reparations. The LA-based cult fave brand for “cool girls” has been put on blast by a former employee for a racist corporate culture. A week ago, they posted a vague BLM-adjacent sentiment and donation links, as did many other brands. They also took an extra step– reaching out to former employee Elle Santiago (@energyelle ). Santiago, who is Black, denied their request for a call, instead publishing her issues with the brand. Her story is an all-too-common example of the direct and indirect racism POC face at the workplace, especially in the fashion industry. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Founder Yael Aflalo reportedly judged and ignored Santiago, who was denied company growth opportunities. While performing store manager duties, she was repeatedly denied the promotion to store manager, and instead tasked with training white female outside hires. Her first February with the company, a strategy team member posted a selfie with another woman eating fried chicken, captioned with “Happy black history month!!”. It caused a scandal, yet the woman involved has since been promoted to VP of wholesale. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Stories from HQ made their way to the store, including Aflalo saying they were “not ready for that yet” in regard to casting Black models. Other employees have come forward, showing unsafe working conditions in an unrenovated NYC store. The video speaks volumes— employees, occasionally by in safety harnesses, lifted stock from the basement through a hole in the floor ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ The brand's sustainable focus has long gotten them a pass for the image they’ve cultivated, which mostly reads thin, white, and unbothered. Their sarcastic marketing tone has come off blasé to the point of being insensitive, and despite a resounding push for extended sizes, they’ve been added in a piecemeal capacity for years rather than as a full brand extension. They seem to have outgrown their original sustainability goals, and are well on their way to being another mass label that occasionally uses certified rayon. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ With increasing agitation from their fan base, will this be a coffin nail for Reformation? ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ • #reformation #dietprada

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La solución parece pasar por la creación de comités de diversidad, una estrategia que suena a la que se siguió hace unos años con la implantación de los departamentos de responsabilidad corporativa, cuando la cuestión medioambiental no podía postergarse más. Lo cierto es que parece una salida eficaz, sobre todo teniendo en cuenta que, como decíamos, la moda ha permanecido impune durante años ante las afrentas sociales, en parte porque muy pocas personas en puestos ejecutivos y creativos eran de razas, culturas o provenían de clases sociales diversas. El privilegio y la falta de empatía han marcado la pauta hasta ahora. Sin embargo, estos nuevos comités pueden ser un arma de doble filo por distintos motivos.

Cuando a Denise Young Smith, ex vice presidenta de inclusión en Apple, le preguntaron qué esfuerzos iba a llevar a cabo para representar a las minorías, respondió: “Me esfuerzo por todo el mundo. La diversidad es una experiencia humana. Me frustro cuando solo se habla de diversidad referido a la gente de color o al colectivo LGBT. Puede haber doce hombres rubios en un comité y también van a ser diversos”. Young Smith, mujer afroamericana, fue ampliamente criticada y posteriormente despedida. Al margen de la falta de empatía, la cuestión que subyace a estas declaraciones es más problemática, enraiza directamente con la difusa definición de diversidad y con el hecho de si la discriminación positiva, las cuotas de representación para las minorías deben o no ser impuestas.

En cualquier caso, y como cuenta la socióloga Pamela Newkirk en el libro ‘Diversity Inc.’ “Parece que el cambio real solo viene cuando hay meteduras de pata y demandas de por medio. Para algunos, estos esfuerzos tienen que ver más con las relaciones públicas que con la justicia social”. De ahí que muchos comités de diversidad estén presididos por varones blancos. Parece más un esfuerzo por agradar, en trámite necesario, que un compromiso real. La semana pasada, Alexis Ohanian dejó su puesto como ejecutivo de Reddit por este motivo, quiere que lo ocupe una persona en situación minoritaria: “Creo que mi dimisión puede ser un acto de liderazgo para todos aquellos que necesitan poder ahora mismo. No paréis de luchar por arreglar nuestro sistema”, escribió en un comunicado.

En lo que respecta a la moda, ciertas marcas, como Ralph Lauren o la plataforma de compra digital Farfetch, llevan un tiempo recopilando datos, tantos de puerta a fuera como dentro de sus respectivas compañías: quieren saber qué opinan, clientes y empleados, del nivel de representación que tienen mujeres, razas o el colectivos LGBT en sus productos y comunicación. “Pero al final te das cuenta de que obtienes conclusiones en función de lo que mides, aunque sirva para priorizar distintas estrategias”, contaba una portavoz de Ralph Lauren a la revista Business of Fashion.

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Given the deplorable acts of racism and violence that we have seen play out in our country over this past week, our response as an organization was first and foremost on our minds and in our hearts. Black people in this country are reeling from years of injustice stemming from institutional constructs such as slavery, segregation, mass incarceration, police brutality and economic and voter suppression. The Black community is experiencing anger and frustration on top of the effects of the global pandemic that has hit communities of color the hardest. Having a clear voice and speaking out against racial injustice, bigotry and hatred is the first step, but this is not enough. It is not enough to simply say that we stand in solidarity with those who are discriminated against. We must do something. The CFDA outlines initiatives that will immediately be undertaken to create systemic change within our industry: • The CFDA will create an in-house employment program specifically charged with placing Black talent in all sectors of the fashion business to help achieve a racially balanced industry. This program will be tasked with identifying Black creatives and pairing these individuals with companies looking to hire. • The CFDA will also create a mentorship program and an internship program focused on placing Black students and recent graduates within established companies in the fashion sector. • The CFDA will implement and make available to our members a Diversity and Inclusion training program. • We will make immediate contributions and take up fundraising activities in support of charitable organizations aimed at equalizing the playing field for the Black community such as, but not limited to the NAACP and Campaign Zero – amongst others. We urge each and every member of the CFDA to take stock of their corporate structure to ensure that they have a racially balanced workforce and we challenge the retail sector of the fashion industry to ensure that their roster of brands and their product assortment is representative of the Black talent in our industry. Sincerely, Tom Ford, Chairman Steven Kolb, President & CEO #blacklivesmatter

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Y es que el hecho de cubrir cuotaso implementar dinámicas ayuda, pero no es suficiente para una cultura de inclusión real. Que se lo digan al Consejo de diseñadores Norteamericanos (CFDA), cuyo portavoz, Tom Ford, reveló el pasado día 2 una serie de estrategias para apoyar la inclusión racial entre sus miembros. El organismo llega muy tarde. Y ha sido blanco de repetidas denuncias en el pasado por los bajísimos índices de modelos no caucásicas en la semana de la moda de Nueva York o por la falta de representación de diseñadores racializados en sus filas y en sus certámenes de premios y ayudas. Entre las medidas propuestas, está la de un programa de becas para diseñadores, reestructuración del comité o mentoría para jóvenes creativos. Algo similar propone el British Fashion Council que, además de lanzar una colaboración con la ONG Parley for Oceans por una industria británica más sostenible, pretende apoyar “la creación de un entorno laboral, de la cadena de suministro a los puestos directivos, muchos más igualitario y diverso”.

A la moda le queda un largo camino para alcanzar la diversidad (al menos la real, no la que ejerce de lavado de cara ante situaciones que la reclaman), pero no es algo solo propio de esta industria, sino de la mayoría de los sectores culturales, que en la mayoría de los casos no reflejan una realidad completa, sino un universo sesgado creado a imagen y semejanza de sus creadores, no de sus consumidores. Y eso que la diversidad vende. Según el ultimo studio realizado por Deloitte, en la que manejó datos de 500 marcas de gran consumo, los receptores se sienten más atriados hacia firmas que demuestran contar con mujeres, personas racializadas, identidades divergentes o gente de clases sociales bajas. La realidad es lucrativa, solo hace falta saber verla.

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