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¿Por qué todas quieren la misma cara?

Las orientales quieren ojos redondos; las latinas, caderas y pechos exuberantes; en Oriente Medio se aclaran el rostro y las inglesas piden la nariz de Kate Middleton. En España, en cambio, impera la naturalidad.

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Los pelos como escarpias al comprobar el asombroso parecido entre las candidatas a Miss Corea del Sur. Y no, no se trata de una consecuencia más del llamado Efecto de Otra Raza (ORE, según sus siglas en inglés) que hace más difícil distinguir los rasgos faciales de otras razas. Entre otras cosas, porque fue un blog japonés el que abrió el melón de la discordia (y los japoneses comparten rasgos raciales con sus vecinos surcoreanos). Aquellas chicas de las fotos parecían clones. Pero lo que podría haberse quedado en un chascarrillo regional, alcanzó proporciones mundiales gracias a este gif de Reddit donde, de paso, se dejaba caer que todas las candidatas habían pasado por el mismo menú facial de cirujano plástico.

El caso es que aquello no sonaba descabellado. A fin de cuentas, Corea del Sur es uno de los mayores consumidores de operaciones de estética del mundo. Luego llegaron los matices. En primer lugar, que no eran las candidatas a Miss Corea sino a Miss Daegu, una preliminar local, algo así como Miss Sevilla o Miss Cuenca. Pero había más. Mucho más. Tanto como unas fotos de las candidatas en unas sesión previa al concurso celebrada en Dae Kyung University, donde les enseñaban a posar y desfilar. Y, ¡oh, sorpresa!, resulta que las muchachas tenían diferencias que saltaban a la vista. De clones, nada de nada. La web Kotaku apuntaba directamente a que a alguien no muy atinado se le fue la mano con el Photoshop.

Retoques digitales y misterios de la belleza oriental aparte, lo cierto es que en nuestro occidente, supuestamente plural, la belleza parece no serlo tanto. Contemplas un desfile y tienes que chequear el nombre de la modelo en los créditos de la foto para saber quién es. Tanto da la solemnidad de la puesta en escena para el próximo otoño-invierno de Frida Gianini para Gucci con todas las modelos repeinadas hacia atrás, como la algarabía voluptuosa de los ángeles de Victoria’s Secret. Como gotas de agua.

Por no hablar de que en comerciales como el de la campaña otoño-invierno 2012 de Longchamp resulta hasta difícil distinguir a Coco Rocha y Emily Di Donato. “En estos casos no siempre se puede hablar de cirugía sino de un casting. Los diseñadores buscan un determinado look para su firma y eligen entre infinidad de modelos. Sin olvidar el papel del maquillaje y la peluquería en hacerlas parecidas. Pero no creo que tan jóvenes y guapas se operen para acercarse a un tipo de mujer”, explica el Dr. Antonio Porcuna, uno de los cirujanos plásticos más respetados de este país y co-director médico de la Clínica Porcuna-De Benito.

Basta echar un vistazo a las portadas de revistas, las películas más taquilleras o las series de moda. Se imponen modelos, actrices, cantantes o celebrities de largas melenas de ondas rotas, rubias, ojos grandes, amplia sonrisa blanqueada y óvalos bien contorneados. La actriz Katherine Heigl se da un aire a Britney Spears. En el campo de las morenas, Kim Kardashian y Nicole Scherzinger parecen primas cercanas. ¿Mismo cirujano o fijación de los estilistas por bordar looks muy parecidos?

Katherine Heigl vs Britney Spears o Kim Kardashian vs Nicole Scherzinger, separadas al nacer ¿por el bisturí?

Getty

Si las guapas tienden a parecer fotocopias entre sí, no es de extrañar que aquellas mujeres que quieren mejorar su aspecto por la vía del bisturí acudan a la consulta blandiendo la foto de tal o cual famosa pidiendo aquello de “doctor, quiero que me deje como a ella”. “¿Con una foto? ¡A mí me han llegado a venir con un álbum de fotos entero!”, responde el Dr. Héctor Valdés, uno de los cirujanos plásticos más famosos de Chile y que acaba de abrir su propia clínica de lujo en El Escorial. “Las favoritas suelen ser actrices o cantantes famosas, como Angelina Jolie o Thalia”, apunta.

Acercarse al cirujano plástico con un retrato no es una majadería. “Nos ayuda a hacernos una idea de qué es lo que quieren. Luego les explicamos que los profesionales no hacemos rostros de catálogo como cuentan en las películas. Podemos mejorar o corregir, pero siempre limitados por el esqueleto facial y la calidad de la piel de la paciente. En ningún caso ‘fabricamos’ un nuevo rostro”, sentencia el Dr. Antonio de la Fuente. Siempre hay tendencias según la época."En los 70 se llevaban las narices respingonas, ahora gustan más las narices rectas. En los 90 se pusieron de moda los labios muy voluminosos, en la línea de Esther Cañadas. Se hacían con rellenos permanentes y ahora vienen a quitárselos. Las pacientes buscan naturalidad, sobre todo en Europa. En la costa Oeste de EEUU y en Latinoamérica son más atrevidas”. Tras años de ejercicio de la cirugía plástica en Brasil y Chile, el Dr. Valdés lo corrobora. “Allá gusta que se note que se han operado. Es señal de buena clase social y de poderío económico”.

Lejos de buscar un modelo único de belleza, las pacientes españolas acuden a la consulta con la lección aprendida. Se informan y conocen bien las últimas técnicas médico-estéticas. Y ya han visto lo que los excesos en estética pueden hacer con un rostro, desde la inverosimilitud de Cher al horror de la silicona líquida facial de Carmen de Mairena. Tal vez, no sepan exactamente qué quieren pero sí qué no desean. “La palabra que más se repiten en la consulta es naturalidad. Si hay un defecto, disimularlo; si hay signos de edad, rejuvenecer pero sobre los rasgos de ese mismo rostro. Que las amigas al ver a la paciente le digan 'te veo fantástica, como más descansada’. En cambio, hace dos décadas era ‘¿qué te has hecho?”, analiza el Dr. Jesús Sierra, director médico de la Clínica Desarrollo Estético Avanzado Médico, uno de los pioneros en el uso en España de la toxina botulínica y el ácido hialurónico así como en la aplicación de técnicas de implante de hilos de oro, de prolene y de tracción.

“Aún te encuentras con la paciente que te pide los labios de Scarlett Johansson y ves que es inviable, que no hay mucosa suficiente y que no encajarían en armonía con sus facciones, con la arquitectura de su boca e incluso con sus dientes. Ahí te toca analizar ese rostro y ver cómo mejorar esa boca, que le agrade a la paciente, que sea viable y no altere las proporciones”, asegura el Dr. Vicente Lajo, especialista en medicina anti-edad en la clínica Royal Medical Estética. “De hecho, hacer grandes modificaciones en un rostro puede acarrear graves problemas psicológicos en el paciente. En 1977, en la Clínica Los Nardos un cirujano plástico operó el tabique nasal a un paciente. Éste se vio tan cambiado que, al no poder soportar mirarse en el espejo y ver a otra persona, a los pocos días mató a tiros al cirujano y a su enfermera”, recuerda Sierra.

Casi todos los cirujanos coinciden en que si hay que hablar de un patrón de belleza en Europa, habría que remitirse a las proporciones clásicas y aplicarlas de manera individual a cada paciente. Pero en quirófano al final todo depende de la mano del cirujano. “No son medidas exactas sino rangos de proporciones. Ahí entra la calidad de cada uno como cirujano plástico y su particular visión de la estética. Y eso no es una asignatura académica. El título se consigue por estudiar y practicar, pero los buenos cirujanos plásticos deben aportar algo más”, matiza el Dr. Rubén F. García Guilarte.

Sin embargo, pese a estas declaraciones de buena praxis entre el gremio, lo cierto es que un simple paseo por el barrio de Salamanca de Madrid, repleto de señoras acaudaladas y recauchutadas demuestran que la mesura no siempre ha sido el patrón estético en este país. “Hasta hace unos años se han hecho barbaridades con los implantes y los rellenos permanentes. Son esas bocas de pez o esos pómulos casi de marioneta. Se buscaba parecer joven y el resultado eran rasgos desmesurados. Ahora en España ya no se trabaja así”, confiesa Sierra. No muy lejos, sin embargo, aún se estila lo de la foto y muchos cirujanos sucumben a la insistencia de las pacientes.

Queen Elizabeth II Hosts A Garden Party At Buckingham Palace
WPA Pool (Getty Images)

Desde 2011, la tendencia en Reino Unido es hacerse una ‘nariz Middleton’.

Getty

Según publica el Daily Mail, desde 2011 son muchas las inglesas que han demandado rinoplastias para conseguir una nariz como la de Kate Middleton. En Nueva York, meca multirracial por antonomasia, los cirujanos saben que los gustos estéticos varían no tanto por las moda, sino según las etnias.

Las rusas, por naturaleza menos curvilíneas, buscan pechos exuberantes. Los chinos, agrandar los ojos. Los coreanos, suavizar la mandíbula, algo que también gusta mucho a las latinas. Los iraníes se arreglan la nariz y, en el caso de ellas, se someten a agresivos tratamientos blanqueadores de piel. Intentos por esquivar la herencia genética que van más allá del lugar donde vivan. “Aunque residan en Madrid, a las pacientes latinoamericanas les gusta tener un volumen corporal más marcado, con curvas más señaladas. Suelen pedir aumento de pecho, cintura muy estrecha y un glúteo muy proyectado y más voluminoso”, apunta el Dr. Javier Moreno, director médico del Instituto Médico Láser.

En resumen, la cirugía arregla los grandes desaguisados de la naturaleza o los conflictos con los designios de la genética. Para todo lo demás, consulten al departamento de maquillaje, peluquería… y retoque digital.

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