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No llames ‘influencer’ a Blanca Miró

Charlamos con la estrella de Instagram sobre la importancia de desconectar, la intimidad personal en el era de la sobreexposición digital y sus nuevos proyectos en la clase magistral de yoga de Veronica Blume y Mango.

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No encasilles a Blanca Miró. No trates de definirla con esos terribles anglicismos aspiracionales como blogger o influencer. Simplemente, no va con ella. «Es una etiqueta cutre», dice. Esta catalana no tendrá cifras millonarias de seguidores como Dulceida u otros nombres de filón mediático (le siguen de cerca 165.000 usuarios en su cuenta de Instagram), pero el mundo de la moda sabe perfectamente de quién hablamos y no le quita ojo. Lo ha hecho Net-A-Porter (Miró forma parte de The Net Set, la red «de las mujeres más estilosas del planeta»), la web de Miroslava Duma, Buro 24/7, dice tener un «flechazo» con su estilo y admira su «capacidad de volver a poner de moda estilos tan dispares como el hip hop o las camisetas tie dye» y  ahora se estrena como Mango Girl. Lo hizo asistiendo ayer a la clase magistral de Veronica Blume para clientas de la firma en su diáfano espacio barcelonés The Garage, donde otras estrellas como Macarena Gómez, Laura Hayden o Ana Rujas atendieron cuidadosamente a las explicaciones de la modelo como profesora mientras vestían las prendas de Mango Sport, leggings de algodón y camisetas holgadas, un uniforme diametralmente opuesto al que suelen lucir en sus cuentas de Instagram. El mundo del marketing se empeña en tachar a Miró y a esas jóvenes de influencers. Ella prefiere «salirse del pack» y reniega del término. «No me parece una palabra bonita para definir mi trabajo. Mi mundo es la moda, pero en muchos aspectos. Sí, puedes ser influencer porque influyes en tus seguidores, pero eso solo es una palabra», lamenta. Sin miedo a la multitarea, a esta joven nacida el año de las Olimpiadas de Barcelona no le tiembla la voz cuando dice que lo suyo es «ser una chica polivalente que puede hacer de todo: desde el estilismo de una editorial, asistir a un evento o dar una charla de moda, también me puedes decir que haga un catálogo. Yo prefiero definirme como ‘consultora de moda'», aclara.

Solucionada su aversión por las etiquetas, nos confirma que era su primera vez con el yoga y que por qué no seguir intentándolo, pero que lo que a ella le va es encerrarse en un cubo a primera hora de la mañana durante 30 minutos para practicar magali, una especie de entrenamiento militar. Allí  se «emociona» mientras entrena al son de “mezclas de música que pueden tener una sesión de Ibiza relajada, pero con un bajo machacón». Clases de alta intensidad para desconectar que poco se asemejan al espíritu yogui.

A punto de lanzar su propia línea de moda junto a Juan Avellaneda («no puedo decir nada, excepto que será unisex y algo que va a ir muy con mi estilo, es decir, lo que yo me pondría pero no veo en las tiendas»), Miró planea asistir con Mango a la semana de la moda de Milán para la presentación de las campañas que la firma ha realizado con Camille Rowe (de la que se declara fan), Julia Restoin-Roitfeld  y Alma Jodorowsky. No para y no teme a los haters. «Si eres un personaje público tienes que aceptar que no te digan cosas bonitas. No a todo el mundo no le va a gustar lo tuyo. Tener haters significa que lo estás haciendo bien, si todo el mundo lo aplaudiese, algo raro estaría pasando», asegura, aunque ella le quita hierro al asunto porque sabe que no lo expone todo en sus redes. «No es nada muy duro. No doy pie a que haya mucho hater porque no subo cosas raras. Ni pongo fotos mías en bikini o doy pie a sobrexponerme. Lo máximo que pueden decir es ‘qué feos esos zapatos, cómo te atreves a ponértelos’, nada tremendo».

Ahora que las editoras de moda como Giovanna Battaglia se animan a retransmitir momentos tan íntimos como su boda o su despedida de soltera con hashtags personalizados, Miró dice que no le importaría hacerlo. «Sí claro, también lo subiría a Instagram. Es un evento que pasa una vez en tu vida y también está relacionado con la moda, ¿no?. La decoración, la comida, el vestido, el hashtag. Todo, ¿por qué no? ¿Hay límites en esto de la exposición personal? Para ella hay líneas rojas. «Cosas personales de mi familia. No me pondría a subir vídeos contando mi vida, o que estoy en el hospital porque van a operar a mi padre. Explicar mi vida en ese sentido, no. Nunca. Ni a mí me interesa eso ni yo creo que les interesa a los que me siguen. Es dejar que entren en algo que es tuyo».

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