_
_
_
_
_

Mercadillos por Europa: hay vida más allá de Portobello

El viejo continente, que tiene una larga tradición en el tema de la venta en la calle, aún conserva algunos secretos bien guardados en lo que a mercados de objetos vintage y de segunda mano se refiere.

cover

“La basura de un hombre puede ser el tesoro de otro” es el lema que resume la filosofía del Flea Market Barcelona y que también podría aplicarse al resto de los múltiples mercadillos que han visto la luz en España en los últimos años. Este en concreto surgió gracias a la iniciativa de Natalia y Mark, residentes en Barcelona, que desde 2007 se encargan de la organización de este evento al que cualquiera puede apuntarse a vender los trastos –o tesoros, según se mire– que tenga por casa y que ya no necesite. La iniciativa es un éxito en cada convocatoria y se ha convertido en una de esas citas que se apuntan en la agenda para que no se pase la fecha. Al fin y al cabo, por cantidades de dinero más que razonables el asistente avispado puede darle nueva vida a su vestuario, renovar sus enseres de cocina, amenizar su hogar con originales objetos decorativos o hasta volver a casa pedaleando en una nueva bicicleta. De todo se ha visto en esas animadas jornadas de compra-venta en las que las claves para triunfar son prestar atención a las ofertas, desenvolverse con el regateo y no dudar a la hora de decidirse a comprar: si vuelves más tarde seguramente ya no esté.

Estos bazares populares se han unido a la larga tradición de mercados al aire libre presente en nuestro país desde hace siglos. Algunos de los ejemplos más longevos (y más conocidos) son Els Encants Vells de Barcelona (que nacieron en el siglo XIV) o el Rastro de Madrid (1740), hermanos de otros mercados callejeros tradicionales como Portobello en Londres (siglo XIX) o el mercado de las pulgas de Saint Ouen de París (finales del siglo XIX). La masificación de los viajes, gracias a las líneas aéreas de bajo coste y la concepción del ocio como necesidad de primer orden, ha hecho que algunos –que no todos– de estos mercadillos pierdan gran parte de su esencia, pasando a ser más un reclamo para el 'guiri' que un verdadero núcleo potencial de tesoros a precios irrisorios. Sin embargo, no todo está perdido: los bolsillos europeos no pasan su mejor momento y este tipo de comercio vive una de sus épocas estelares gracias tanto a los que quieren convertir sus pertenencias en dinero como a los que quieren comprar sin arruinarse o a los creyentes en la filosofía de la reutilización. En Europa aún quedan muchos montones de ropa, pilas de libros o baúles rescatados de desvanes por rastrear en busca de la joya escondida y el verano puede ser el momento perfecto para hacerlo.

He aquí algunos de esos mercadillos que puede que aún no hayas visitado:

Oporto

Los sábados por la mañana (y esto significa de 8 a 13 horas, los horarios no son los mismos que en España aunque sean países colindantes) en la Alameda das Fontainhas tiene lugar el mercadillo conocido como Feira da Vandoma en el que se puede encontrar prácticamente de todo por precios que no superan, generalmente, los cinco euros. Ropa, libros, aparatos electrónicos, objetos de papelería y mil cachivaches más se amontonan sobre sábanas en el suelo esperando a que alguien los rescate y se los lleve a casa. El ambiente es amigable y abierto al regateo, aunque en la mayoría de las ocasiones no tiene mucho sentido ya que los precios son muy bajos de por sí.

Consejo: hay que dejar los remilgos en casa y atreverse a rebuscar entre los montones de ropa, metiendo el brazo hasta el hombro si hace falta. Hay verdaderas joyas aunque de entrada parezca que no.

Amsterdam

La capital holandesa es bastante prolífica en mercadillos de todo tipo (libros, flores, comida, segunda mano…), aunque hay uno que destaca debido a su tamaño. Presentado por sus organizadores como “El mercado de pulgas más grande de Europa”, el Ij-Hallen se celebra una vez al mes reuniendo a más de 1.000 vendedores que ofrecen ropa, muebles, lámparas y demás objetos clásicos de este tipo de eventos.

Consejo:  reserva 4, 5 euros de tu presupuesto para pagar la entrada y otros 2 si vas con un niño o niña menor de 11 años. El parking es gratis.

Berlín

El más conocido de la ciudad es, sin duda, el de Mauerpark en dónde se pueden conseguir libros, ropa, gafas o discos por precios más que razonables; disfrutar de un delicioso y calórico currywurst o bailar con la música de los conciertos que también se celebran en ocasiones. Sin embargo, la ciudad alemana también tiene otros menos conocidos como el mercadillo de Boxhagener Platz, en el barrio de Friedrichshain, más pequeño pero con una amplia gama de objetos a precios asequibles como libros, muebles o ropa. También se celebra los domingos así que un buen plan puede ser visitar ambos o pasarse por el segundo y celebrar las adquisiciones tomándose una cerveza por el barrio, repleto de buenos sitios para ello.

Consejo: deja el momento cerveza para después de las compras. El alcohol puede nublar el juicio del comprador momentáneamente y que al llegar a casa descubra que en vez de tesoros se ha gastado el dinero en piezas del museo de los horrores.

En Europa aún quedan muchos montones de ropa, pilas de libros o baúles rescatados de desvanes por rastrear

Ginebra

No todo es derroche en la ciudad del lujo y además de las joyerías y las casas de Alta Costura, en Ginebra también hay mercados al aire libre. Aunque los que más destacan son los de comida o los de flores, como el de Boulevard Helvetique o el de Place du Molard respectivamente, también existe el de la Plaine de Plainpalais, una amplia explanada que los miércoles y los sábados se convierte en un gran marché aux puces. Entre otras cosas se pueden encontrar prendas vintage, discos, relojes antiguos o llamativos sombreros. Además, una vez al año durante los meses en los que hace buen tiempo, se celebra “La Ville Est a Vous” una iniciativa itinerante por los barrios de la ciudad en la que los vecinos sacan a la venta las pertenencias que ya no necesitan en una especie de rastros vecinales amenizados por puestos de comida en la calle y conciertos populares. Alfo

Consejo: aunque sean mercadillos no dejan de estar en Suiza, así que puede que el concepto de “precio asequible” no sea al que el comprador foráneo esté acostumbrado. Aún así, sigue siendo una buena opción para comprar los souvenirs del viaje, por ejemplo.

Estocolmo

La ciudad sueca ha inaugurado este año un nuevo mercadillo: el Vintage Market, que se celebra todos los domingos de mayo a septiembre en la plaza de Blasieholmstorg. Los vendedores son ciudadanos individuales o tiendas de antigüedades y de segunda mano que trasladan sus mercancías al exterior en busca de nuevos compradores. Los suecos son bastante amigos de la compra-venta de objetos de segunda mano y de hecho en Estocolmo, en la zona de Vårberg, hay otro llamado Loppmarknaden, en funcionamiento desde 1979 y considerado el más grande de Escandinavia, con 250 puestos repletos de los más diversos objetos de segunda mano y alguna que otra antigüedad.

Consejo: pese a ser conocidos por su estilo de diseño funcional y minimalista, en Suecia también tienen cierta predilección por el kitsch que se puede apreciar especialmente en este tipo de eventos, en los que se pueden encontrar auténticas rarezas.

Bolonia

Bolonia, además de dar nombre un plan de estudios como poco polémico, también es una urbe italiana con mucho movimiento cultural y social (es una de las ciudades de estudiantes más importantes de Italia). Todos los viernes y los sábados se celebra el mercadillo de la Montagnola, en el que se sobre todo abundan las prendas de segunda mano y los complementos de moda. Conviene andarse con ojo porque no es difícil encontrarse con auténticas piezas de marcas de peso a precios difíciles de imaginar. Algo así como el paraíso del fashionista amante de lo retro.

Consejo: comprobar bien las etiquetas, porque aunque es relativamente fácil dar con marcas auténticas, también abunda la picaresca transformada en imitaciones bastante logradas.

París

La ciudad de la luz es una de las abanderadas de la venta de objetos de segunda mano y antigüedades al aire libre. Además de sus mercados de pulgas, París tiene otras dos modalidades de mercadillos: los brocantes, orientados a la venta de antigüedades de calidad y piezas de coleccionista y los vide-greniers, más parecidos a los rastros españoles, con multitud de objetos diferentes, prendas de segunda mano y eclecticismo como norma general. Las calles de la ciudad se llenan de estos puestos durante la temporada de calor y conviene consultar las fechas de celebración para no perderse los más interesantes.

Consejo: hay que ir con la mente preparada para pasar horas rebuscando entre cachivaches en busca del buen gusto del que hacen gala los franceses. Al final acaba apareciendo, casi siempre, por sorpresa y como quien pasaba por allí. Cosas del chic.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_