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Lolita Flores: «Soy supersticiosa. Si me ha ido mal con una prenda, no la vuelvo a usar»

La menopausia es su último gran éxito, sí, ya que sus efectos son la trama central de Sofocos, la obra de teatro –dirigida por Isabel Arranz y Juan Luis Iborra– con la que está de gira por España.

Lolita Flores

Basta con su nombre para saber de quién se habla, aunque el apellido Flores está ahí. Tras una vida entera en los escenarios y un Goya como actriz revelación, se está metiendo al público en el bolsillo con la obra de teatro Sofocos. Hablamos de su armario, de su pasión por los zapatos y de su absoluta indiferencia por las marcas: «Si me gusta el diseño, me da igual la etiqueta».

¿Cómo la vemos vestida en un día de diario?

No me complico. Vaqueros, camisa o camiseta, y a correr.

¿Dónde conserva la ropa que ha usado en tantas actuaciones?

En unos armarios que tengo en el garaje, pero solo guardo una parte.

¿De todas esas prendas a cuáles les tiene más cariño?

A muchas… quizá, y por citar algo muy especial, el vestuario de Lolita Lola.

Las artistas queman muy pronto el vestuario, ¿no?

Pues en mi caso no exactamente, porque trabajo mucho en América, y allí uso de nuevo todo lo que ya me he puesto aquí.

¿Qué hace con todo lo que sabe que no va a volver a usar?

Regalo casi todo a amigas o a personas que sé que les va a hacer ilusión tener algo mío. Tirar, nunca, salvo que la prenda esté estropeada y nadie la pueda utilizar.

¿Cómo era el primer vestido que se puso en un escenario?

Un traje de batista blanco, de estilo ibicenco. Pero es una de las piezas que no conservo.

¿Cómo se encuentra más cómoda en uno de sus espectáculos?

Sobre todo con pantalones, pero también uso vestidos cortos y minifaldas porque, como aún puedo enseñar las piernas [sonríe], quiero aprovechar .

¿Qué es lo más bonito que se ha puesto para actuar?

Recuerdo un pantalón de vinilo negro que me hicieron a medida. Y un traje de Jorge Gonsalvez de gasa blanca que caía en capas, unas de encaje y otras bordadas. ¡Era una maravilla! Digo era porque lo mandé al tinte en Santo Domingo y me lo devolvieron completamente destrozado.

Dígame prendas que tenga de su madre.

Muchísimas cosas. Por ejemplo, una camisa negra con hojas bordadas. O un traje rojo con lunares blancos ¡que no puede ser más bonito!

¿Los usa?

No. Sí me pongo un traje blanco, precioso, que me sienta muy bien y que utilizo para salir en verano.

¿Y en el escenario? ¿Ha llevado cosas que pertenecieron a ella?

Sí, he usado algún mantón. Pero piensa que mi madre era mucho más flamenca que yo, y lo que ella llevaba en escena no va tanto con lo que yo hago.

¿Es supersticiosa con la ropa?

Un poco. Si me ha ido mal con determinada prenda, no la vuelvo a usar.

¿Qué es lo más bonito que hay en su armario?

Un traje vintage celeste que compré en Miami y que no he estrenado.

Algo que atesore y que no se ponga.

Un dos piezas de Moschino con encaje naranja. Y el traje de mi segunda boda.

¿Qué llevaba cuando recogió el Goya?

Un vestido maravilloso de Dior. Era de gasa negra. Cuando llegué a casa me tumbé en la cama, sin quitármelo, y vi el vídeo muchísimas veces.

Una debilidad.

Los zapatos. Son mi pasión. Me gustan todos: de tacón alto, bajo, medio, de cuña, de plataforma, sandalias…

¿Alguna marca?

Pues tengo de todo: Jimmy Choo o Manolo Blahnik, pero también de Zara. Y eso vale para la ropa: si una prenda me gusta, lo que menos me importa es la etiqueta. Este año, la chaqueta que quería la encontré en H&M.

Nunca se pondría…

Una falda plisada o un pantalón bombacho.

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