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Lo que lees es tan importante como lo que vistes (o por qué no es frívolo mezclar moda y literatura)

Un libro sobre el estilo de escritores legendarios sirve como arma arrojadiza contra aquellos que esgrimen que ‘las personas inteligentes no se interesan por la moda’.

Joan Didion en su casa, en una imagen tomada en 1972.
Joan Didion en su casa, en una imagen tomada en 1972.Getty

Los vestidos de Sylvia Plath escondían sus sentimientos. La escritora y poeta podía ser un alma torturada, pero siempre utilizó su vestuario, tan preppy y perfecto como el de una temprana Betty Draper, como una suerte de escudo protector para denotar normalidad y equilibrio mental. Su imagen de ama de casa  de los 50, con sus cardigans de punto y sus vestidos de cocktail, camuflaban su angustia existencial. Edith Sitwell usó su pluma para exponer el auténtico «problema» de las mujeres inglesas: «siempre vestirán como si en otra vida hubiesen sido un ratón. Nunca querrán llamar la atención». La mítica bandana de David Foster Wallace y su aspecto de skater despreocupado –camisetas desgastadas, bermudas vaqueras y zapatillas deportivas– reflejaba exactamente lo que era: una estrella del rock en la literatura. El mismo que escribiría aquello de «si adoras tu propio cuerpo, tu belleza y tu atractivo sexual siempre te sentirás feo» (Esto es agua), el mismo que se empeñó en diseccionar el alma y espíritu de su época, se rebeló contra el alud de tendencias de los 90 saliéndose por su particular y característica tangente. Su uniforme era su credencial de rebeldía contra la masa.

¿Qué sería de la moda sin la literatura? Esto que se preguntó Diana Vreeland en su autobiografía hace más de tres décadas también se lo formula la periodista y editora de moda Terry Newman (i-D, Attitude, Self Service) en el prólogo de su libro, Legendary authors and the clothes they wore (HarperCollins, 2017). Tras dos años de trabajo y una completa investigación sobre medio centenar de escritores emblemáticos («empecé por mis favoritos, me releí todos sus libros y después amplié la lista»), Newman publica un tomo que lo mismo sirve como tratado de estilo de las firmas más significativas de nuestra era, que de arma arrojadiza contra aquellos que se empeñan en menospreciar el valor de la moda alegando que es puro artificio sin continente ni contenido.

Ella, que ha combinado durante un cuarto de siglo su trabajo en revistas especializadas con colaboraciones en The Guardian o el Sunday Times, es consciente de esa dicotomía entre los periodistas de ‘información dura’ que menosprecian la labor del sector dedicado a la moda. «Es simplista desechar la labor de la moda y restarlo a algo frívolo. El hecho de que los periódicos generalistas escriban de moda de una sola forma demuestra que hay una audiencia mucho más amplia que quiere leer sobre la industria», afirma, y reivindica que «los autores sobre los que escribo se toman la moda y lo que visten sus personajes de forma muy seria. La utilizan como una herramienta que revela cómo es el personaje, ayudando a sus argumentos».

«Su rostro sin afeitar, su pelo grasiento, sus camisetas agujereadas y vaqueros gastados se vestían de forma despreocupada. Él habitaba en su ropa», la autora sobre David Foster Wallace.
«Su rostro sin afeitar, su pelo grasiento, sus camisetas agujereadas y vaqueros gastados se vestían de forma despreocupada. Él habitaba en su ropa», la autora sobre David Foster Wallace.Getty (The LIFE Images Collection/Getty)

Dices en el prólogo que «lo que lees es tan importante como lo que vistes». ¿Por qué?

Porque quería remarcar un par de puntos. Primero, toma como ejemplo esas tiendas de moda que marcan tendencia, como Dover Street Market de Rei Kawakubo, ahí se venden montones de libros. Sí, son un accesorio de estilo y quedan genial en una mesa de café –se refiere a los coffee table books, libros de gran formato–, pero también dicen algo sobre ti. Lo que eliges comprar y leer, lo que pones en las estanterías de tu casa, revela mucho sobre ti mismo, de la misma forma que lo hace tu ropa. Por otro lado, también intentaba decir que los libros son moda. Se qué es irritante decirlo, los lectores aman los libros aunque estén o no de moda, pero estos días son igual de cool e interesantes que la ropa, de una forma que se convierten en fenómeno. ¡Y eso es bueno!

Las gafas de Joyce Carol Oates, los trajes de Gay Talese, el estilo masculino de Donna Tart o la bandana de David Foster Wallace. Todos ellos, y la mayoría de escritores de tu libro, tienen guiños de estilo propios que han ayudado a construir su personaje y cierto aire casi místico. ¿Cómo de importante es para ellos tener este símbolo personal?

La mayoría de los autores del libro construyen su estilo de forma accidental: su personaje se reivindica lo quieran o no. Otros escritores han encontrado lo que son y lo que son, en palabras de Quentin Crisp, es «ser ellos mismos como locos». Estos autores, como Gay Talese y Donna Tart, tienen un estilo muy característico: parecen lo que quieren parecer y están cómodos así. Esto también es parte del mensaje del libro: encuentra lo que te gusta, confía en lo que te gusta y vístelo. De esa forma serás auténtico, original y sincero como lo son estos escritores, que han encontrado su voz literaria y de estilo.

Zadie Smith, fotografiada con su clásico turbante, en 2015.
Zadie Smith, fotografiada con su clásico turbante, en 2015.Getty (Getty Images)

«Zadie Smith es la Kate Moss de la literatura». ¿Por qué fascina tanto su estilo?

Porque ella es ‘muy Londres’. Viste ropa de tiendas de diseñadores independientes y de tiendas de low cost. Mezcla las prendas, las recalibra y lanza un mensaje de estilo que todavía no se ha visto en la calle. Lo que lleva nos parece familiar, pero sus mezclas y su sensibilidad hace que lo que se ponga parezca nuevo e interesante. El hecho de que sea una apasionante escritora  que habla de historias del siglo XXI está totalmente en la onda con el personaje de sí misma. Ella es un buen reflejo de lo que es cool en los 2000 y la gente se siente atraída por su espíritu genuino.

Sylvia Plath usaba la moda como un disfraz para parecer «una esposa convencional», George Sand fue una de las primeras en acercarse al armario masculino y Simone de Beauvoir animó al resto de mujeres a pensar en lo que vestían y cómo lo hacían. La noción de género, y la relación de éste con el poder y el sexismo, ¿ha tenido más influencia en la visión de la moda de estas autoras?

Es fascinante mirar a estas mujeres, el mundo en el que vivieron, su momento en el tiempo y cómo usaron la moda contra los sistemas sociales con los que chocaban. A algunas autoras, como George Sand, les importaba muy poco e ignoraban cualquier norma social femenina. Lo que vestía reflejaba su carácter y lo poco convencional que era. Cuando miras a Simone de Beauvoir, que es una de mis escritoras favoritas, es muy intirgante. Se hizo famosa por escribir sobre cómo la moda es una especie de trabajo para las mujeres, pero igualmente, ella se vestía bien, se hacía la manicura y no lo veía como una dicotomía. No hay solo una historia de mujeres y moda. A Sylvia Plath creo que le gustaba la ropa, pero la usaba como un caparazón en el que se sentía bien.

Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre juntos en Copacabana, el 21 deseptiembre de 1960.
Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre juntos en Copacabana, el 21 deseptiembre de 1960.Getty (AFP/Getty Images)

Claire Luchette escribió aquí que le encanta cuando la gente describe a Joan Didion porque «parecen intimidados por su intelegencia, o bien no creen que una mujer inteligente pueda interesarse en la ropa», hecho que contrasta precisamente, y según la autora, con «las constantes actitudes sexistas que se ha cuestionado Didion durante su carrera». ¿Crees que es la escritora que más fijación tiene con la moda en su trabajo?

Didion usa la ropa de una forma como muchos otros autores del libro: es un medio para llegar al tema. Ella, además, lo borda. Por ejemplo, cuando escribió sobre los terribles asesinatos de la familia Manson (El álbum blanco), allí ella se acerca al tema desde el prisma de Linda Kasabian y lo que quería vestir en el juicio. Didion es una escritora fascinante que toma un tema muy emocional y difícil de entender y arrastra al lector hacia la familiaridad de la ropa. Lo hace una y otra vez, como cuando su hija muere y escribe sobre la pérdida describiendo la ropa de su armario y no, como se esperaría, sobre los recuerdos que esas prendas le despiertan.

Joan Didion junto a su marido, John Gregory Dunne, trabajando juntos en la biblioteca de su casa en Malibú, en 1972.
Joan Didion junto a su marido, John Gregory Dunne, trabajando juntos en la biblioteca de su casa en Malibú, en 1972.Getty (Condé Nast via Getty Images)

Hablando de Didion, hubo mucho controversia cuando apareció en una campaña de Céline, algunos no vieron con buenos ojos que un mito literario se convirtiese en icono de moda. ¿Crees que fue perjudicial para su imagen?

Las fotografías que tomó Juergen Teller son honestas y su imagen de Didion para Céline era valiente y sin miedo. Ella está increíble en la foto. ¿Cómo puede ser perjudicial? Su estilo es poderoso y la campaña la mostraba de una forma natural y maravillosa. No era convencional, ¡pero es que Didion no tiene que serlo!

En los últimos años, hemos visto multitud de inspiración literaria en la pasarela, con Alessandro Michele, Henry Holland o Prada citando a otros autores en la inspiración de sus colecciones. En tu opinión, ¿qué director creativo es el más leído?

Los diseñadores están influenciados por la originalidad y la creatividad, son almas auténticas buscando su camino. Los grandes escritores también encajan en esta descripción. Es natural que la moda se inspire en la gran literatura, pero es difícil decir qué diseñador es el más cultivado. Creo que hay muchos. En mi imaginación, diría que Miuccia Prada, Karl Lagerfeld, Rei Kawakubo y Marc Jacobs leen mucho y llevan parte de esa literatura a su corazón. Pero hay muchos. Como dices, Alessandro Michele está enganchado a William Blake, ¿verdad? ¡Cada diseñador interesante que he entrevistado durante mi carrera ha leído algo brillante!

Joan Didion protagoniza la portada del libro, en la mítica sesión que después imitaría Céline (con otra modelo).
Joan Didion protagoniza la portada del libro, en la mítica sesión que después imitaría Céline (con otra modelo).HarperCollins

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