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Lo nunca contado sobre Shein: descuentos en el sueldo por fallos y 600 euros al mes por 18 horas al día

La cadena británica Channel 4 se ha infiltrado en algunas de las fábricas que producen para el gigante textil chino para desentrañar cómo son capaces de producir tanto en tan poco tiempo.

Decenas de jóvenes hacen cola en la pop up que Shein abrió en Madrid el pasado verano.
Decenas de jóvenes hacen cola en la pop up que Shein abrió en Madrid el pasado verano.Gettyimages (Europa Press via Getty Images)

Con un valor de mercado de 92.000 millones de euros, más que Inditex y H&M juntos, Shein se ha convertido en el nuevo gigante del textil, una máquina vertiginosa que es capaz de lanzar en su aplicación más de mil prendas diarias. La opacidad siempre ha rodeado al negocio: poco se sabe de su dueño, Chris Xu y mucho menos sobre sus dinámicas de producción. Al menos, hasta ahora.

El pasado lunes, el canal británico Channel 4 estrenaba el documental ‘Untold: inside the Shein Machine’ un metraje de 45 minutos que detalla a través de una cámara oculta lo que la periodista Iman Amrani presenció y escuchó en varias de las fábricas chinas que producen algunas de sus prendas (la cadena no ha querido revelar su enclave exacto). Hay escenas en las que se ve cómo varias mujeres se lavan el pelo en su descanso para comer, porque su horario laboral «de hasta 18 horas» es impide hacer tareas básicas fuera de la fábrica. Por ello reciben, en el mejor de los casos, 500 libras al mes (menos de 600 euros), aunque algunos de los trabajadores cobran por prenda. «Aquí no existen los domingos», narra una de las empleadas. Eso sí, si cometen un error, son multados hasta con dos tercios de su salario diario: de los diez euros aproximados que ganan pueden perder seis.

A través de charlas con diseñadores y tiktokers, Amrani también muestra en el metraje cómo Shein es capaz de enganchar a los consumidores con su más que ingente oferta: hay tratos, pagados en ropa, con microinfluencers (que no superan los diez mil seguidores) descuentos constantes. ventas con cronómetro para generar sensación de escasez y cientos de etiquetas concretas para buscar prendas cuyo precio las hace fácilmente de usar y tirar y cuyo diseño es, en la mayoría de los casos, una copia de otras marcas, grandes o pequeñas, caras o baratas. De hecho, en estos últimos dos años ha proliferado por las redes sociales el hashtag #dupe para referirse a los ‘metaclones’ que el gigante chino realiza de productos de otras marcas low cost. «Es llevar el esquema de la moda rápida a otro nivel, es la moda rápida con esteroides», relata uno de los entrevistados.

Hace unas horas, Shein emitía un comunicado oficial, alegando que lo que sucede en esas fábricas «viola los códigos de conducta de la compañía», que ha socilitado información al canal de televisión «para tomar las medidas oportunas». Lo cierto es que la marca, como casi ninguna otra del sector de la moda rápida, posee fábricas propias, sino subcontratadas. Una ‘excusa’ que se ha alegado en alguna que otra ocasión para no tener que rendir cuentas de forma directa ante las malas prácticas. Ocurrió, sin ir más lejos, el año pasado, cuando otro gigante del low cost, Boohoo, fue acusado de explotación laboral en una fábrica de Leicester. La solución ha sido cambiar de fábrica, a otra ‘más ética’.

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