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La lección de los beduinos: el estudio científico que demostró que llevar túnica en el desierto es la forma más fresca de vestirse

Las túnicas de cualquier color, que tradicionalmente visten a los beduinos y a los tuaregs, poseen cualidades que las hacen más frescas que cualquier otra prenda occidental.

Multiple image of young female models walking at desert
Klaus Vedfelt (Getty Images)

Este año en muchas zonas de nuestro país se han alcanzado temperaturas que nunca se habían registrado y, para colmo, el calor se ha mantenido durante días, durante semanas enteras, lo que lo ha hecho todo mucho menos llevadero.

Además, la sequía que llevábamos arrastrando desde hacía meses todavía ha incrementado más la sensación térmica: un suelo reseco no puede contribuir a la regulación de la temperatura por medio de la evaporación.

Según la ciencia, los cambios en los flujos de las corrientes atmosféricas, relacionados con el cambio climático, ha provocado que el aire recalentado de los desiertos africanos se coloque exactamente sobre nuestras cabezas, convirtiendo a nuestra querida Península y a media Europa en un horno insoportable.

Y hay quien opina, para nuestro horror, que este va a ser el verano más fresco de nuestras vidas. Así que mientras gobiernos, empresas, ONG y demás agentes sociales se ponen de acuerdo en lo que todos deberíamos hacer para tratar de remediar los efectos que nuestras propias actividades han provocado en el ecosistema de nuestro planeta, los sufridos ciudadanos tenemos que seguir saliendo a la calle a diario para realizar nuestras actividades habituales. Pero, ¿cómo debemos vestirnos para hacerlo sin morir en el intento y manteniendo, a la vez, una cierta dignidad? Quizá la clave es dirigir nuestra atención hacia otras culturas más acostumbradas al calor extremo.

Y ya que el calor excepcional que está marcando este verano proviene de los desiertos africanos, parece una buena idea fijarse en la ropa de los habitantes de esas regiones. Lo que primero nos llama la atención de la vestimenta tradicional de los pueblos del desierto, como los beduinos y los tuaregs, es que, contrariamente a lo que solemos hacer nosotros, ellos llevan ropas que los cubren casi por completo, e incluso recurren a colores oscuros. Algo que resulta contrario a la intuición, pero que tiene una sólida base científica.

Según se cuenta en un artículo publicado en la revista Nature titulado “¿Por qué los beduinos llevan ropa negra en el desierto?”, los investigadores Richard Taylor y Virginia Finch de la Universidad de Harvard, y Amiram Shkolnik y Arieh Borut de la Universidad de Tel Aviv, se propusieron allá por los años ochenta comprobar empíricamente qué tipo de ropa era más adecuada para el calor extremo del desierto.

Para ello le pidieron a un voluntario que se colocara de pie a pleno sol en el desierto en torno al mediodía vistiendo cuatro atuendos diferentes: una túnica beduina negra, una túnica igual que la anterior pero de color blanco, un uniforme militar marrón y, finalmente, nada más que unos pantalones cortos. Parecía probable, según ellos, que el estilismo de los beduinos, que han ido perfeccionando a lo largo de los siglos, debería ser más adecuado para el calor a pesar de que a ojos occidentales parecía todo lo contrario.

El voluntario realizó cuatro sesiones, una con cada vestimenta, de 30 minutos en el desierto de Néguev, situado al sur de Israel, entre el mar Muerto y el golfo de Eilat, llegando a soportar temperaturas que oscilaron entre los 35 y los 46 grados centígrados. Estos fueron los resultados.

Uniforme o traje

Está claro que, en este caso, los occidentales tenemos todas las de perder. Aunque parece que las cosas se están relajando un poco, el tipo de vestimenta formal o de uniforme que nos gastamos en nuestras tierras es completamente absurdo cuando se trata de lidiar con el calor por diversos motivos.

Hay que tener en cuenta que nuestro cuerpo se defiende de las altas temperaturas mediante el sudor: su evaporación nos libra del calor sobrante. Pero para que esta se produzca rápidamente, necesitamos que alrededor de nuestro cuerpo fluya la mayor cantidad de aire posible. Sobra explicar que un traje o un uniforme impiden casi al completo que esto ocurra

Si además el traje o uniforme es de colores oscuros, su tejido absorberá el calor del sol que se transmitirá directamente a nuestro cuerpo ya que, al ser prendas bastante ajustadas, están en contacto con nuestra piel. En resumen: la peor opción en un día caluroso.

Pantalones cortos

Llevar muy poca ropa o nada en absoluto es una mejor opción. Nuestra piel está en contacto total con el aire exterior que evapora nuestro sudor, refrescándonos. Sin embargo, tal y como el sentido común nos dice y de acuerdo con lo que declaró el profesor de fisiología y ergonomía ambiental George Havenith a NPR, esta opción también tiene problemas serios. 

Aparte de que ir desnudo en espacios públicos no está permitido en muchos lugares, lo cierto es que necesitamos proteger nuestra piel de la luz solar para evitar quemarnos. Por ello, es necesario llevar algo de ropa que nos proteja. La crema solar tampoco es la respuesta ya que influye en la producción de sudor y dificulta su evaporación. La opción por tanto, a no ser que sea un día excepcionalmente oscuro o se haga de noche, debería quedar descartada.

Túnica blanca o negra

Los resultados del estudio de Taylor, Finch, Shkolnik y Borut fueron determinantes: las túnicas, al ser muy anchas, produjeron un enfriamiento por convección del aire alrededor del cuerpo del voluntario debido a la acción de fuelle que se produce cuando las túnicas se mueven con el viento o con el movimiento de su portador. Su forma, además, produce un efecto de chimenea, que hace que el aire se eleve, circulando entre la tela y la piel. Las túnicas incluso superarían en frescor a ir desnudo en el caso de que no hubiera viento, ya que lo producen artificialmente.

Los autores concluyeron también que el calor que soporta una persona al vestir el traje típico de los beduinos es el mismo tanto si esta es negra o blanca. Es cierto que el color negro absorbe más calor, pero este se pierde antes de llegar a la piel, con lo que el color de la tela no es importante. El grosor del tejido de estas prendas también favorece que absorban mejor la temperatura evitando que llegue a la piel.

Por lo tanto, aunque es posible que por ahora no necesitemos vestir como los moradores de las arenas, cualquier prenda de vestir ancha y que tenga la capacidad de hacer circular el aire entre la tela y nuestra piel, nos aliviará en los días tórridos que todavía nos quedan por delante.

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