_
_
_
_
_

Erótica, para ‘milennials’ y dirigida por mujeres: así es la competencia digital de Playboy

Desde el 2015 ‘Arsenic’ está revolucionando el mundo de las imágenes y los contenidos sobre erotismo, creando revistas y canales interactivos.

Arsenic magazine
Instagram/ @arsenicmagazine

Cuando el pasado año la revista Playboy anunció su intención de dejar de publicar desnudos femeninos el mundo se dividió en dos bandos, los que aplaudieron la decisión y los que lloraron el cambio de filosofía de una cabecera ya mítica, que revolucionó el campo de las revistas masculinas allá por 1953, cuando lanzó su primera edición con las fotos de una Marilyn Monroe al natural.

Pero, como casi todo en estos tiempos, la decisión no se debía a razones morales sino económicas. La edición norteamericana de Playboy no era rentable y la circulación había caído desde los 5,6 millones de ejemplares, en 1975, a unos 800.000 actuales. La revista no renunciaría totalmente a su cuota de sensualidad, pero de ahora en adelante sería una provocación apta para menores. “El mercado apuntará al joven profesional y a partir de ahora se podrá leer en la oficina”, apuntaba un artículo de la BBC, que me hizo formular mi propia teoría. Hay muchos personajes desocupados en las oficinas de todo el mundo que ojean, en su horario laboral, las redes sociales y revistas online, pero que no se atreven a hacerlo con publicaciones de contenido erótico, ya que puede quedar en el historial de su ordenador. Liberando a Playboy de su parte más subida de tono, es probable que se ganen miles de lectores en todo el mundo, de 9.00 a 17.00 horas, debieron pensar algunos.

Pero la teoría que esbozaban los directivos de la revista es que el fácil acceso a la pornografía en Internet, a tan solo un clic de cualquier acto sexual posible, ha hecho que las imágenes eróticas ya no interesen a nadie. Bueno, a nadie no, Arsenic Magazine, que podría calificarse como la versión millennial, renovada e interactiva de Playboy, una startup que oficialmente se lanzó en junio de 2015, ha demostrado lo contrario. 960.000 seguidores en Instagram, más que Maxim y Esquire juntos, y 500.000 personas que cliquean las fotos o vídeos del canal de Arsenic en Snapchat. Ya que el proyecto cuenta, según afirma Amanda Micallet, una de sus fundadoras, a S Moda, “con varias plataformas que distribuyen sus contenidos, ArsenicTV, (Snapchat), ArsenicMagazine (Instagram) y, recientemente hemos lanzado ArsenicAudio, dedicado a la música. Pero pensamos ampliar nuestros canales en los próximos meses”.

La idea empezó como un hobby entre dos amigos, Amanda Micallef y Billy Hawkins, que hicieron su primera sesión de fotos en la casa de uno de ellos, con modelos, fotógrafos y ayudantes voluntarios, y con muy pocos medios. Pero, poco a poco, fue transformándose en una forma de vida y en una plataforma con miles de seguidores y personas anónimas, que suben sus fotos o vídeos de manera gratuita porque, la cada vez más numerosa audiencia de Arsenic, puede sacarlos de su anonimato. Desde Los Ángeles, un pequeño grupo de personas, en su gran mayoría compuesto por mujeres, trabajan en el proyecto, que aspira a crecer y a abarcar más campos, partiendo de su filosofía inicial: hacer fotos sensuales tal y como las modelos quieren y no como los fotógrafos o los gustos masculinos han dictado hasta la fecha. Pero además, las chicas que muestran su lado más erótico en Arsenic pertenecen a una estética sin ideas preconcebidas ni limitaciones. “Abrazamos muchos tipos diferentes de mujeres, y eso es parte de la razón por la que la idea ha enganchado. No tienes que ser rubia y medir 1,80 de estatura”, apuntaban sus creadores a la revista Business Insider. “Nuestras modelos pueden parecerse a la vecina de enfrente, y no necesitan salir retocadas o manipuladas digitalmente. Son imágenes reales como la vida misma”.

Micallef y Hawkins querían, en 2014, hacer una revista, pero no contaban con los medios suficientes. Enseguida se dieron cuenta de que por aquel entonces, cabeceras como Playboy o Maxim no se habían lanzado de lleno al mundo digital, mientras que MTV era el único que dictaba los gustos. Unos gustos algo alejados de lo que se cocía en Youtube y Snapchat, conocedores de lo que realmente demandan los nuevos tiempos. Por así decirlo, existía un trono, aunque ningún candidato adecuado para él.

El nuevo sexy, auténtico y sin filtros

Como ocurre a menudo con las grandes ideas, la escasez de medios es la que acaba, finalmente, creando el espíritu de la nueva empresa. Según Amanda Micallef, “la misión de Arsenic es la democratización de sus contenidos. Creemos que hay gente haciendo arte en todo el mundo y queremos darle la oportunidad de mostrar su trabajo, mientras otros contribuyen a elegirlo y difundirlo. Cuando empezamos este proyecto sabíamos que las mujeres necesitaban espacios en los que crear y expresarse libremente. Decidimos darles poder en un campo en el que, a pesar de que son ellas las grandes protagonistas, está dirigido por hombres bajo sus propias premisas. Al empoderar a esas mujeres -generalmente modelos-, ellas, a cambio, fueron las que forjaron la estética de lo que hoy es Arsenic”.

Otro de los triunfos de esta plataforma es el de crear una nueva estética, un nuevo sexy en el mundo de las imágenes eróticas, y la respuesta de Amanda es casi un discurso feminista en el poco –a priori- feminista oficio de posar ligera de ropa o con ninguna encima. “Históricamente hablando, lo que es o no es sexy ha estado siempre definido por el hombre. Ellos han sido los primeros periodistas, biógrafos, escritores de ficción, pintores o directores de cine. Arsenic, sin embargo, pregunta a las mujeres qué es lo que encuentran sexy en otras mujeres, o cómo se sienten más bellas. Y nos hemos dado cuenta de que las nuevas generaciones ven más atractivas a las chicas si además de sexys, tienen algo de poder y pueden controlar sus vidas y lo que les rodea. Porque ellas saben lo que les gusta y lo que quieren”, sentencia Amanda.

http://instagr.am/p/wrr_RKxdqc

El público de este proyecto dista mucho de ser el típico consumidor de revistas masculinas, que además de reportajes sobre como evolucionará la crisis mundial en los próximos años o el último modelo de reloj lanzado por Rolex, quieren relajar la pestaña y la mente, admirando bustos y glúteos femeninos. De hecho, el 40% de su audiencia está compuesta por mujeres que, en palabras de sus creadores, “celebran la belleza femenina”. A mi pregunta de que si no creen que estas mismas féminas podrían, igualmente, festejar la masculinidad y admirar cuerpos de hombres, es decir, si piensan incluir desnudos masculinos, Amanda contesta, “las mujeres están al mando de esto como creadoras, facilitadoras y estrellas. Pero estamos creciendo y expandiéndonos en otras áreas en las que los hombres tendrán un papel más significativo frente a las cámaras”.

La primera crítica que cualquiera de sus detractores podría hacerle a Arsenic es que sus contenidos carecen de la calidad y la sofisticación a que los consumidores de este producto están acostumbrados. Pero el éxito de esta idea reside no es la excelencia, sino en la autenticidad. “Nuestra fuerza no está en ser mejores, sino en ser más reales y mucha gente aprecia este ingrediente de nuestro producto. No se trata de supermodelos. Tal vez estas sean más atractivas, científicamente, debido a la simetría de sus caras, por ejemplo. Pero jamás vas a encontrártelas o hablar con ellas. Son casi irreales, pero si podrías conocer a nuestras chicas o hablar con ellas”, cuenta Amanda.

Esta apuesta por la vida real y sin filtros es lo que ha determinado la elección de Snapchat, como uno de sus soportes. En el fondo, éste funciona de forma similar a una app de mensajería instantánea, permitiendo enviar fotos o vídeos a particulares o grupos. La principal diferencia aquí es que el emisor selecciona el tiempo que el receptor podrá ver ese mensaje. Snapchat es una de las apps más rápidas a la hora de sacar una foto con el móvil y compartirla. Efímero e imperfecto son calificativos que la definen bien, a diferencia de otras como Instagram. Por eso Snapchat tiene mucho que ver con aspectos de la vida cotidiana sin afán de permanencia y exentos de la presión de la perfección que existe en otras redes sociales. “Nos gusta Snapchat”, cuenta Micallef, “por un montón de razones, pero sobre todo porque es auténtica. Creemos que el vídeo es una de las formas de expresar algo que más engancha. Snapchat permite que cualquiera pueda publicar contenidos desde cualquier parte del mundo y sin la necesidad de ningún tipo de pedigree”.

Si algo ha dejado patente este proyecto, al igual que muchos otros que florecen cada día, es que por obra y gracia del mundo digital, ya no hace falta disponer de demasiado dinero para hacer una revista o un medio de comunicación. Y que siguiendo la filosofía de Marcos Weskamp, fundador de Flipboard, “las personas serán un medio de comunicación en sí mismas”. Cuándo le pregunto a Amanda el secreto para conseguir que otros se involucren en una idea y trabajen gratis, me comenta, “a las personas creativas les gusta crear, solo necesitan un soporte donde hacerlo”. La historia de Arsenic está llena de momentos en los que los propios fundadores comprobaban, con gran asombro, como una camarera que los conoció en un restaurante se ofrecía a colaborar con ellos, solo “para ser parte de la idea”; o como en un viaje a Nueva York, en el que al cancelarse una cita de negocios, se aprovechó para hacer una improvisada sesión de fotos. En 24 horas y a través de las redes sociales consiguieron modelos, fotógrafos y personal que participó voluntariamente en la idea.

Con una audiencia del 95% de personas por debajo de los 35 años y el 65% entre los 18 y los 24, Arsenic parece haber conectado con el espíritu de los nuevos tiempos. Le preguntó a Amanda cuál es el secreto de su éxito. “Somos desacomplejadamente auténticos y creemos que todo el mundo se merece tener voz. No se trata de nosotros, se trata de ti”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_