Joyas artesanales hechas con mucho mimo para regalar o regalarte en San Valentín

Adiós producción en cadena, hola diseño patrio. Este 14 de febrero regala (y pide que te regalen) una pieza muy personal, con sello de autor y fabricada a mano por diseñadores y artesanos de nuestro país.

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    Junco Jewels. La fiebre por la mínima expresión en la joyería aún sigue latente y todo apunta a que seguirá así por mucho tiempo. Los anillos casi etéreos de esta marca gaditana que tiene como musas a Iris Apfel, Chloé Sevigny y Leandra Medine dan prueba de ello con sencillos diseños en plata de ley bañados en oro. Puedes llevarlos en solitario o bien juntos para dibujar un falso estampado por toda la mano.

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    Lola Verona. En 2015 Susana López decidió transformar su casa del barrio  de La Latina en un improvisado taller para dar rienda suelta a algunos accesorios de cerámica que rondaban por su cabeza. Así nació Lola Verona, su proyecto de joyas atemporales en el que cada pieza se engarza a mano y se acompaña de esmaltes lisos o estampados que recuerdan a los alegres suelos de terrazo.

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    Levens Jewels. La actriz Mar del Hoyo encontró en un viaje a la Costa Azul francesa una forma distinta de explorar su creatividad. Lo que empezó como un acercamiento a la artesanía, y en concreto a la cerámica y el cristal, germinó en una firma de joyas que bebe de lo cotidiano y la belleza innata de la naturaleza. Cada pieza se fabrica a mano sin intermediarios, fruto de la experimentación y de un bagaje cultural afincado en el cine de los años sesenta y la fotografía en blanco y negro.

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    Corres Madrid. Esa idea de que una joya debe ser para toda la vida (tan ajena a los nuevos tiempos) se pone de manifiesto con las piezas casi indestructibles de la firma madrileña. En su taller y junto a artesanos locales emprende un diálogo entre geometría, clasicismo y cruce de géneros con una cantera de accesorios chapados en oro de 22K. La cultura ‘voguing’ que emergió en Nueva York durante los años ochenta es el referente de su última colección.

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    Julieta Álvarez. Los diseños artesanales de esta madrileña han acompañado durante varias temporadas a los desfiles de Ángel Schlesser o Ion Fiz, entre otros. Hoy, asume la dirección creativa de la línea de joyería de la casa Lladró. En su marca homónima de cerámica cada pieza se concibe a modo de escultura, donde la imperfección y la delicadeza convergen con un mismo lenguaje.

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    Jane Bardot. Todo tiene truco si está en nuestras manos. La colección de debut de María Blanco bajo el pseudónimo que forman los dos grandes amores de Serge Gainsbourg (Jane Birkin y Brigitte Bardot) juega al despiste con piezas ilusorias de alta joyería en plata y chapado de oro de 18K. En su mundo los pendientes quieren ser anillos y los anillos quieren ser collares, algo factible gracias a la unión de piedras preciosas y perlas naturales.

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    Gimaguas. El olor dulzón del hibiscu, los pies descalzos sobre la arena o una puesta de sol en la India son elementos inseparables del universo de Gimaguas. Las gemelas Claudia y Sayana Durany se inspiraron en los viajes infinitos de su madre y en los souvenires artesanales que traía a su regreso para atesorar un archivo inagotable de ropa y accesorios. Su línea de bisutería basada en piezas de latón bañado en oro, esmaltes color flúor y piedras mágicas invitan a soñar con unas próximas (y merecidas) vacaciones.

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    Gaviria. Tras esta marca  creada en 2016 se esconde un distinguido pedigrí de la industria de la moda. Si en el currículum de su fundadora Paula Gaviria aparecen nombres como WGSN, Karl Lagerfeld o Inditex, la diseñadora Miriam Estévez completaría este dúo creativo  tras colaborar con las firmas de lujo Chloé y Piaget. Sus raíces colombianas y barcelonesas se palpan en colecciones que mezclan con soltura nuevas técnicas con el trabajo de artesanos locales. La cultura club, el yin-yang, los acids y todo el imaginario de los años noventa vibra –y nunca mejor dicho– con fuerza en cada pieza.

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    Andrés Galllardo. ¿A quién no le gusta un lindo gatito? Este adorable animal ha sido el último en sumarse a la familia de Andrés Gallardo, el joyero murciano que abanderó el ‘boom’ de la porcelana aplicada al accesorio en el mundo entero. Su colección Meow da un giro naíf al rostro y la garra de este felino junto a esmaltes de colores, perlas y latón bañado en oro de 8K.

  • Foto: Rachel Langosch

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    Heimat Atlántica. Comme des Garçons o la alta joyería que fabrica Maisons Desrues para Chanel ya han sucumbido al encanto de esta firma creada por Monserrat Álvarez con el murmullo del litoral atlántico de fondo. Su colección Mermaids (en la foto) contó con la colaboración de las colareiras de O Grove, que desempeñan desde hace siglos el antiguo oficio de armar piezas de bisutería con conchas de mar. Heimat lo reinterpreta junto con iconos de la cultura celta y perlas barrocas.

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    Them Bones. La firma de accesorios de las hermanas Lucía y Helena Cuesta lleva en su catálogo uno de los collares más buscados (e imitados) de la temporada. El modelo W&Y engarza diferentes eslabones de plata junto a un péndulo bañado en oro de 18K, que transmite ese estilo gótico romántico que tanto veneran las diseñadoras madrileñas.

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    Papiroga. En cuestión de bisutería hay vida más allá de los metales. La resina sintética conocida como plexiglás, elástica y resistente, es la materia prima inconfundible de la marca creada por Leire Urzáiz y Estefanía, que aspira desde 2011 a cambiar nuestro de ánimo a través de sus piezas en colores brillantes y tamaños XL. Elaboradas a mano, y bajo el influjo de las décadas de los setenta y ochenta, te aseguran que cada papiroga es única e irrepetible.

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    Les Fleurs Studio. El despegue viral de María Bernard en Instagram vivió en paralelo el desarrollo de Les Fleurs Studio, la marca que permitió a los miles de seguidores de la estilista ser partícipes de su estilo. Además de un extenso archivo de piezas vintage que ella recopila por mercadillos y ventas online, la alicantina ha diseñado una colección de joyas basadas en el upcycling. Con este reciclaje creativo María pretende dar una segunda oportunidad a piezas destinadas al olvido como conchas marinas y eslabones de viejas pulseras, y sin generar residuos en el proceso.

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    Joliet Joyas. La geometría, el art déco y la joyería del Antiguo Egipto fluyen con fuerza por las creaciones de Susana Rodríguez. Para la colección cápsula Georgia (en la imagen) decidió prescindir de cualquier elemento superfluo que restara peso a la belleza esencial del latón, con la excepción de un baño de oro de 3 micras y 24K.

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    Rígido. Los gallegos Carla Barral y Javier González lideran esta firma de joyería recién salida del horno que defiende la factura artesanal por encima de todo. Exenta de género y sin miedo a las formas irregulares, interpretan el joyero millennial con nuevas texturas y cepillados sobre metal.

  • Foto: Yago Castromil

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    Sansoeurs. Cada pieza que nace en este taller de A Coruña lo hace con vocación de reliquia. Una joya destinada a pasar de generación en generación que lleva impreso el deseo de reinventar la alta joyería para acercarla a los nuevos públicos. Cada pieza se fabrica por encargo en manos de artesanos locales y con materiales de gran pureza como el oro de 18K y los diamantes G-VS.

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    Suma Cruz. Las joyas fantasmagóricas de Susana Cruz son esculpidas como personajes de un cuento que la artesana comenzó a escribir de pequeña. Libélulas capturadas a la orilla de un río, estrellas fugaces o escarabajos en oro rosa son algunos de los elementos que deambularon por su mente hasta materializarse en forma de objetos de latón, adornados con un manto de cristales, perlas y piedras envejecidas.

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    BIIS. El humor y una vuelta de tuerca a los iconos urbanos de siempre son el punto de partida en cada colección de la marca creada por los diseñadores Sara Lasry y Rubén Gómez. Desmontar al clásico smiley (o más bien dividirlo) con dos colgantes plata de primera ley y un baño de oro amarillo de 18K es su forma divertida de celebrar un San Valentín ajeno a clichés románticos.

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