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Joan Rivers, pionera del humor e icono feminista a su pesar

Enemiga del buen gusto y los tabúes, la fallecida actriz fue la primera mujer en presentar un ‘late night’ y abrió las puertas a las actuales reinas de la comedia

joan cover
Cordon Press

Apenas unos días después del 11 de septiembre, un amigo llamó a Joan Rivers para ir a comer y ella le dijo: "¿dónde quieres quedar, en el Windows on the Ground?*". La broma la define bastante: de mal gusto, pero en cierto modo valiente. El concepto "demasiado pronto" no existía para ella. Y el de humor elegante, tampoco. Lo mismo que servía de puertas afuera, valía para ella misma. Poco después de que se suicidara su marido, fue a cenar  con su hija Melissa y, mirando el menú, le soltó: "si tu padre estuviera aquí y viera estos precios, se mataba otra vez". 

En las últimas dos décadas, Rivers, que falleció el jueves en Nueva York de un paro cardiaco que siguió a lo que parecía una sencilla operación de las cuerdas vocales, era más conocida como el terror de los famosos. Presentaba su Fashion Police en el canal E!, en el que arrestaba a todo aquel (y sobre todo aquella) que no se ajustase a su idea del estilo y se puede decir que a ella y a su inseparable Melissa se les debe el curioso legado de inventar el destripamiento de alfombras rojas. Antes de que millones de blogueros y revistas separasen a las "mejor vestidas" de las "peor vestidas", ya estaban ellas, presentando su programa especial anterior a los Oscar desde 1994 y poniendo en apuros a las estrellas.

Joan Rivers en 1961.

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Para entonces, Rivers ya se había convertido en una infatigable matriarca del humor –los otros cómicos, incluidos los considerados más alternativos, la adoraban, como se ha podido ver en las últimas horas en las redes sociales– que se reía de sus operaciones de cirugía estética y presumía de vivir mejor que María Antonieta en su apartamento del Upper East Side, pero décadas antes, la actriz, como le gustaba consdierarse, se encargó de romper barreras en el machista mundo del humor, con su estilo brusco, nada femenino, que hoy le agradecen herederas como Sarah Silverman y Kathy Griffin.

En los 60, cuando despuntaban cómicos desarrapados, alejados del modelo antiguo de maestro de ceremonias, como Lenny Bruce o el primer Woody Allen, Rivers aparecía en el escenario vestida como una especie de Dusty Springfield de la Costa Este, toda perlas y pelo cardado y con decorosos vestidos trapecio, pero lo que salía de su boca era todo menos refinado. Al igual que Bruce (al que admiraba profundamente), nacido Leonard Alfred Schneider, y Allen, o sea Allan Stuart Konigsberg, Rivers cambió su nombre judío, Joan Alexandra Molinsky, para triunfar en el mundo del espectáculo. Su elección profesional era de lo más exótico. Hija de rusos emigrantes, su padre, doctor, elevó socialmente a su familia de Flatbush, Brooklyn, a Connecticut, y la madre se aseguró de que sus pequeñas Joan y Barbara (fallecida el año pasado) recibiesen clases de piano y acudiesen a colegios de clase media alta. Joan se graduó en la elitista universidad femenina de Barnard y salió de allí con la esperanza de ser actriz. Tras sus primeros tanteos en la comedia en clubes neoyorquinos como The Bitter End, pronto empezaría a aparecer en los programas de Johnny Carson y Ed Sullivan. 

Hace apenas unos días, Mindy Kaling decía que nunca va a tratar el tema del aborto en su serie, The Mindy Project (que tiene lugar en una consulta de ginecología) porque es "demasiado serio para una telecomedia". Sin embargo, ya en 1967 Rivers se atrevió a hacer bromas sobre el tema en el espacio de Sullivan, cuando se rió de las mujeres "que no paran de tener apendicitis". El monólogo en realidad iba sobre una mujer que se casa tarde (¡a los 32!), obviamente sin ser virgen (de ahí las "operaciones de apéndice en Puerto Rico, donde entonces acudían muchas estadounidenses a abortar) y aun así se atreve a casarse de blanco. Muy representativo de las contradicciones que definían a Rivers: un chiste rompedor en un contexto retrógrado. Su vida fue un desafío al status quo, pero ella era conservadora republicana de corazón, y amiga de Nancy Reagan. Feminista de facto, decía que no le importaba en absoluto el progreso femenino (sólo el suyo propio) y al final de su vida se hizo rica llamando gordas, feas y mal vestidas a otras mujeres.

El momento más complicado de su vida llegó después de su mayor triunfo. En 1987, la recién nacida Fox la fichó para presentar su late night, lo que la convertía en la primera mujer en presentar uno (casi 30 años más tarde, esa franja televisiva de prestigio sigue abrumadoramente copada por hombres). La cadena programó el espacio a la misma hora que el de Johnny Carson, lo que le costó a Rivers su relación con su amigo y valedor. Las cosas fueron difíciles desde el principio y a los pocos meses de arrancar, los ejecutivos de la cadena pretendían despedir al marido de Rivers, Edgar, que actuaba como su manager y productor. La humorista se plantó y ambos acabaron en la calle. Ella, además, vetada del resto de late nights. Pocos meses más tarde, Edgar se suicidó y la única hija de ambos, Melissa, culpó a su madre y estuvo años sin hablarle. 

Rivers consiguió salir de aquel agujero negro gracias en parte a su energía infatigable y a que no se le caían los anillos por trabajar todos los días de la semana, haciendo stand up en clubes de todo tipo a lo largo y ancho del país, como quedó recogido en el documental que protagonizó en 2010 Joan Rivers: A Piece of Work, que recibió buenas críticas y sirvió para humanizar su figura. Allí, aparece como una mujer esforzada, leal y genuinamente divertida. Al contrario que muchos otros cómicos, en su vida real Rivers era como una cuenta de Twitter viviente, soltando maldades y ocurrencias a toda velocidad. Estuvo trabajando y metiéndose en líos hasta el final. En julio, se levantó y se marchó a medias de una entrevista en la CNN. Hace unas semanas, dijo que no lamentaba la muerte de civiles en Gaza, declaraciones por las que tuvo que disculparse. Lo equilibró en su manera. Días después, acudió al programa de Seth Meyers a promocionar su última obra y dijo: "¡Anna Frank, autora best-seller y sólo ha escrito un libro. Yo he publicado 12. ¿Lo has leído? No tiene ni final". Totalmente Joan.

*Ventanas en el Suelo, así rebautizó al famoso restaurante de las Torres Gemelas, Ventanas del Mundo

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