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¿Es el momento oportuno para la nostalgia grunge?

X-Girl, la marca de ropa de Kim Gordon (Sonic Youth), ha sido relanzada con el espíritu intacto de cuando se concebió. ¿Existen motivos para la vuelta del grunge?

cover

En el comienzo de la primavera de 1994, pocos días antes de la muerte de Kurt Cobain, se presentaba en el Soho la primera colección de X-Girl, la marca de la líder de Sonic Youth, Kim Gordon, y la estilista Daisy Von Furth. Un desfile guerrilla en mitad de la calle que contó, entre otros, con la ayuda de Mike Mills, Spike Jonze o Sofia Coppola (que por entonces también tenía su propia marca de ropa, MilkFed) y que cerró una jovencísima Chloé Sevigny con un minivestido de novia.

El año anterior Marc Jacobs había indignado y fascinado a partes iguales con su colección grunge sobre la pasarela. Los mismos Sonic Youth, incluso, utilizaron sus prendas en el videoclip ‘Sugar Kane’, por lo que podría decirse que en aquel momento dicho fenómeno estaba viviendo su ocaso como corriente alternativa y transformándose a pasos agigantados en un estilo comercial y exportable.

La ropa de X-Girl buscó la reinvención del grunge huyendo de la ropa amplia, desgastada y masculina y apostando en su lugar por camisetas y minivestidos sencillos y más ajustados al cuerpo. Tanto esta marca como su línea masculina, X-Large, propiedad de uno de los componentes de los  Beastie Boys y, como su propio nombre indica, abanderada de la ropa ancha y el estilo skate californiano, vivieron un éxito efímero pero arrollador: en sus tiendas, concebidas más como lugar de recreo que como espacio comercial, sonaban los primeros ecos del movimiento indie. Sus colaboradores son hoy nombres consagrados en el mundo del cine, el arte o la música. Sus prendas, baratas pero exclusivas, se convirtieron en el fetiche de aquellos que querían desmarcarse del grunge pero mantenerse afines a sus melodías e idiosincrasia.

Ahora X-girl acaba de ser relanzada en Estados Unidos. Ya no pertenece a Kim Gordon sino a una empresa japonesa, pero sus diseños respetan el espíritu con el que fue concebida. La famosa blogger Tavi Gevinson, fan confesa de la marca y nostálgica de décadas que no le ha tocado vivir, reemplaza a Chloe Sevigny como imagen. Y pese a triplicar su precio original y a tratarse de una estética que poco tiene que ver con la actual, las camisetas deportivas de X-Girl se han agotado en pocos meses.

La historia de esta marca de culto viene a sumarse así a la reformulación de la estética grunge que llevamos meses observando en campañas, pasarelas y editoriales. De los sofisticados cuadros de Dries Van Noten a las superposiciones eclécticas del resort Marc Jacobs o el estilo callejero y dejado de Philip Lim. Pelos aparentemente descuidados, ojos ahumados, gafas redondas y botas militares. Hasta Kathleen Hannah, líder de las noventeras Bikini Kill, colaboradora de X-Girl y abanderada del movimiento de las Riot grrls acaba de lanzar una colección cápsula que recoge sus camisetas y fanzines más reivindicativos. Puede que el polémico desfile de Slimane para Saint Laurent no fuera tan desencaminado a fin de cuentas.

Kim Gordon.

Cordon Press

El hecho de que muchos quieran volver a usar camisetas diseñadas hace veinte años con el mensaje ‘chica X’ estampado en el pecho responde, obviamente, a la vuelta a la actualidad de la parte más estética del grunge, pero la moda no es más que una manifestación del presente, y cabe plantearse si la vuelta de una de las marcas míticas de la denominada Generación X ha llegado, además, en el momento oportuno.

El famoso libro de Douglas Coupland que (a su pesar) dio nombre a la generación nacida entre los años 60 y principios de los 80 retrataba a un grupo de jóvenes alejados de los valores que proclamaban las instituciones, pesimistas sobre su futuro y hastiados de la sociedad. Habían nacido en mitad de la Guerra Fría y vivido enormes cambios tecnológicos y sociales en muy poco tiempo, lo que les convirtió en incrédulos y cínicos con su entorno. El ‘no future’ del punk se desligó de los tintes políticos y transformó su rabia en decepción e impotencia. Películas como ‘Clerks’ o ‘Reality Bites’ (ambas también de 1994) se convirtieron en símbolo de la época. El grunge, su rabia contenida y su apología de lo usado y descuidado, puso la banda sonora.

Los X reemplazaron a los baby boomers y aquéllos, ya adultos, han sido reemplazados por los Millennials. Etiquetar y definir a toda una generación es siempre una herramienta controvertida y poco precisa, por ello muchas voces se han alzado contra el reciente artículo de la revista Time que retrata a esta última serie de jóvenes nacidos entre mediados de los 80 y principios del 2000. Para su autor, Josh Saburn, los Millennials son jóvenes egocéntricos, despreocupados, dependientes de las nuevas tecnologías y profundamente narcisistas. Jóvenes que sin embargo están, según Saburn, preparados para ‘salvar el mundo’. Tanto el New York Times como numerosas publicaciones se burlan del nuevo nombre de moda argumentando que ha supuesto la excusa perfecta para situar a los jóvenes como culpables. Mientras tanto, muchos chicos que rozan la treintena ven cómo el pesimismo que marcó la juventud de sus padres está marcando también la suya. La vida y la cultura han cambiado mucho desde los noventa, pero ciertas problemáticas permanecen constantes, cambiando la forma pero no el contenido. Quizá la vuelta del sonido, el estilo y la actitud que marcaron el grunge estén redefiniéndose en el momento adecuado. Quizá las camisetas que hace veinte años definían a las chicas X vuelvan a ponerse de moda por cientos de motivos.

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