Tras celebrar su décimo aniversario en marzo, el chorreo de hits no cesa chez Lanvin. Esa otra renovada casa de costura que junto a Dior, Balenciaga o Balmain, se resiste a morir de éxito. Con el blanco y el negro como conductores de la sofisticación y sus ya famosas asimetrías, drapeados, lazos, bodys -en este caso bañadores que se combinan con pantalones de talle bajo o faldas asimétricas- y hombreras como ingredientes base en su puchero de glamour, Alber Elbaz contrarresta el ornamento en algunos de sus diseños, sus cuellos, cinturas y muñecas metálicas, la sobremanipulación de esos tejidos que tan sutilmente repliega, con cortes limpios y colores joya.
El esmoquin es otra de las llaves de paso en sus días nocturnos. Para esta colección de Primavera/Verano 2013 lo deconstruye amputándole las mangas y concibiéndolo por mitades, lo transforma en bolero, lo rasga y lo corta, o lo convierte en vestido.

Los hombros estructurados son la nueva obsesión de Elbaz.

Ya no solamente sus vestidos tiene un aire clásico: el elemento grecorromano se instala de manera literal en sus estampados.