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El bótox que te quita arrugas también reduce las migrañas crónicas

Además, se utiliza contra la incontinencia urinaria, el efecto “cuello de pata de gallina” y la sudoración excesiva.

“La toxina botulínica es una de las mejores herramientas actuales para los neurólogos”
Corbis image

Imagínense soportar dolores de cabeza tan tremendos que requieren quedarse aislado en la cama varios días al mes. O tener pérdidas de orina que provocan inseguridad y que convierten una simple carcajada en una tortura. O sudar tanto por las manos que llegas a pensar que el día de tu boda se te escurrirá el bolígrafo al firmar o que estrecharás tu mano sudorosa con la de tu mejor cliente al cerrar un buen contrato. Males que no matan pero merman la calidad de vida de quienes lo padecen. Al común de los mortales cuando le mencionan la palabra bótox (así, con tilde, en minúscula y desafiando al Diccionario de la Academia de la Lengua para el que, evidentemente, la palabra no existe porque, en realidad, es la vulgarización del nombre comercial más conocido de la toxina botulínica tipo A comercializada por los laboratorios Allergan) automáticamente piensa en famosas de rostro planchado, léase Nicole Kidman, incapaces de gesticular, pero sin atisbo de arrugas.

“No hay que culpar al bótox sino a la manera desaforada en que se ha empleado y que no tiene sentido para una actriz que, se supone, debe gesticular con el rostro”, sentencia el Dr. Jesús Sierra, de la Clínica Desarrollo Estético Avanzado Médico (DEAM) de Madrid, uno de los pioneros en España en la aplicación de la toxina botulínica con fines estéticos.

Sin embargo, la tan demonizada toxina botulínica es mucho más. Como potente relajante muscular que es actúa inhibiendo las transmisiones neuronales y, si no hay nervio que le diga al músculo que se tense, éste permanece inmóvil. De ahí que se mitiguen las arrugas de expresión y de ahí, también, que esas actrices que se lo han puesto por toneladas acaben con rostro de cera. Pero esta intoxicación transitoria, local y en pequeñas dosis también cuenta con muchas más aplicaciones en el campo de la medicina. “La toxina botulínica es una de las mejores herramientas actuales para los neurólogos”, afirma la Dra. Mónica Monroy, especialista en neurofísica clínica en el Hospital Fremap de Majadahonda.

Recientemente se ha conocido que la sanidad pública financiará los tratamientos con bótox como tratamiento preventivo de la migraña crónica. La migraña crónica, pese a que afecta a un 2,4% de la población, sigue siendo una patología poco conocida “por los pacientes, que tardan en ir al médico porque creen que no existe un tratamiento, y por los propios profesionales de la salud, que no siempre la saben diagnosticar y someten al paciente a un calvario de pruebas diagnósticas y analíticas innecesarias”, comenta la Dra. Margarita Sánchez del Río, responsable del Programa de Cefaleas del Hospital Ruber Internacional. Y por la sociedad que, con excesiva ligereza, menosprecia a quienes un buen día no pueden salir de la cama aquejados de un agudo dolor de cabeza, no soportan ni la luz ni el sonido, tienen complicaciones digestivas y pueden incluso vomitar en un estado de infierno de dolor. “Cuando estos episodios se repiten más de 15 días al mes estamos ante una migraña crónica, que afecta al 5% de las mujeres entre los 40 y 50 años”, señala la Dra. del Río. “Es una enfermedad que empieza detectarse en la adolescencia. Primero, tienen un ataque al mes, luego, cada semana. Y así, de forma progresiva, los pacientes acaban conviviendo a diario con un cierto nivel de dolor. Puedes perder tu trabajo porque acabas faltando mucho o no llegas a tiempo con las entregas, no eres capaz de cuidar adecuadamente de tus hijos y mucho menos de acompañarlos a fiestas de cumpleaños, te aíslas porque no puedes quedar con amigos… La migraña crónica te roba la vida”.

A fecha de hoy la migraña no tiene cura. Por si fuera poco suele llevar aparejadas otras complicaciones como obesidad, trastornos del sueño, ansiedad, depresión… Los neurólogos se ven obligados a medicar a los pacientes para reducir sus dolencias con un arsenal de fármacos haciendo auténticos equilibrios para minimizar efectos secundarios y las interacciones entre ellos. “Estos pacientes cuestan 2.679 € al año al sistema público de salud entre medicinas y visitas al médico. Aplicando la toxina botulínica tipo A este gasto se reduce mucho”.

La migraña se origina por la secreción de unos péptidos en los neurotransmisores de la cabeza. Aplicar bótox en ese circuito reduce sensiblemente la aparición e intensidad de las migrañas. “Con una aguja muy fina se pinchan entre 155 y 195 unidades de bótox entre 30 y 40 puntos de la cabeza siguiendo el trayecto de los nervios”, explica el Dr. Julio Pascual, director del Área de Neurociencias y profesor de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo).

“Visto desde fuera, que te van a pinchar en la cabeza, puede parecer horrible pero a estos pacientes cuando les dices que esto va a mejorar su vida no lo dudan. Estamos hablando de quitarles días de dolor”, apunta la Dra. Monroy. “La aplicación de la toxina botulínica en el caso de migrañas crónicas tiene la ventaja de que se trata de un único fármaco y que al paciente se le aplica en la consulta. Así minimizamos las posibles interacciones con otros fármacos. Además, al reducirse las migrañas, se reducen considerablemente otros problemas asociados y, por tanto, hay que medicar menos. Y todo lo que simplifique el tratamiento lo gana el paciente en calidad de vida”, sentencia la Dra. Sánchez del Río.

Los efectos secundarios del bótox "son leves y locales, por ejemplo, que caiga algo el párpado o un pequeño dolor de cabeza en la zona del pinchazo”, añade el Dr. Pascual. Como en otras tantas ocasiones la ciencia avanza por casualidades. “Se descubrió que el bótox podía tener efectos contra la migraña a través de pacientes que, al ponérselo para reducir arrugas en la frente o controlar blefaroespasmos, notaban que se reducían notablemente sus migrañas”, apunta en Dr. Pascual. “En cualquier caso las investigaciones siguen abiertas. El paciente debe saber que la toxina botulínica no cura, solo reduce la intensidad y frecuencia de las migrañas. Seguirá teniendo que tomar analgésicos, pero en menor cantidad. Los estudios de Allergan han demostrado que se producen ocho días de cefalea menos al mes. Por término medio, se pasa de 20 días de dolor a 8”.

Sin ser tan incapacitante como la migraña crónica, la incontinencia urinaria que afecta a 1 de cada 4 mujeres también se beneficia de los efectos del bótox. “Se pincha el músculo detrusor y la paciente tiene tres meses de control de la orina. Esto mejora mucho su calidad de vida y su autoestima”, señala la Dra. Monroy. “Pasa lo mismo con el exceso de sudoración. De axilas e incluso de las palmas de las manos. Eso es una pesadilla en época de bodas para los contrayentes y para los padrinos que se imaginan sudando a mares el día de la ceremonia. Esto podemos tratarlo con bótox”.

La toxina botulínica también tiene su aplicación para eliminar temporalmente los tics y reducir el efecto “pata de gallina” en el cuello de mujeres de cierta edad debido a la tensión del músculo platisma. “Y si siempre es fundamental que lo pinche un profesional, en el caso del cuello mucho más. Un bótox mal puesto en el cuello puede provocar la asfixia del paciente al paralizar los espiratorios”, advierte la Dra. Monroy.

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